Hugo Chávez, ‘el redentor’
The Wall Street Journal Americas
El primer gobierno del presidente Barack Obama
no fue amable con muchos estadounidenses. Sin embargo, cuando una
encuesta a boca de urna en las elecciones presidenciales de noviembre
les preguntó a los votantes qué candidato se preocupaba más por personas
como ellos, el presidente derrotó a Mitt Romney por un impactante 81% a 18%.
Puede echarle la culpa a Romney, pero creo que tiene que ver
principalmente con el culto a la personalidad. Fue algo para tener en
cuenta la semana pasada conforme decenas de miles de venezolanos
lloraron en las calles la muerte de Hugo Chávez. Puede que muchos de los
pobres crean auténticamente que el dictador se preocupó por ellos. Pero
eso no significa que mejoró sus vidas. No lo hizo.
Los resultados de la encuesta a boca de urna en EE.UU. parecían ser
muy ilógicos. Los estadounidenses soportaron cuatro años de una tasa de
desempleo testarudamente alta, un estancamiento en el crecimiento de los
sueldos y un alza en los precios del petróleo y los alimentos. Pero
Obama se mantuvo conectado con los votantes, como lo demostraron la
encuesta y los resultados electorales.
Muchos venezolanos parecen experimentar una desconexión similar entre
su idealismo y la realidad. Sospecho que la histeria exhibida la semana
pasada por parte de los venezolanos pobres tiene que ver con lo que los
psicólogos llaman disonancia cognitiva, la frustración y ansiedad que
uno siente cuando mantiene dos creencias contradictorias.
Por un lado, Chávez entabló vínculos con los oprimidos de formas que
los presidentes anteriores no lo habían hecho, comenzando con el hecho
de que al igual que muchos de ellos era un venezolano mestizo con raíces
humildes. Llegó a la escena política por primera vez como una figura
externa que prometía ponerle fin a la corrupción y canalizar la
abundante riqueza petrolera del país hacia los marginalizados.
Este paternalismo y su historia personal tocaron una fibra sensible.
Se convirtió en la figura paterna en un país en donde muchos niños
crecen sin padre.
Chávez era un orador hábil con agudos instintos maquiavélicos. Logró
dominar tanto el arte de la propaganda como la ciencia de la censura.
Durante su mandato de 14 años, la mayoría de los venezolanos perdió
acceso a reportes noticiosos objetivos y en cambio fue obligada a
absorber solamente su adoctrinamiento. Repartió limosnas entre los
pobres que, aunque pocas, fueron mejores que lo que recibieron de
cualquier otro gobierno anterior. No sorprende, entonces, que para el
momento en que murió se haya convertido en un símbolo de venganza para
los pobres, un defensor de su causa.
Por otro lado, viven en un mundo real, y es probable que en cierto
grado la mayoría de los venezolanos —ricos, de clase media o pobres—
comprenda que vive peor ahora. La calidad de vida se está deteriorando y
el futuro es menos prometedor que en 1998, cuando Chávez fue elegido
por primera vez.
Los precios son la señal clave. El control de precios decretado por
el gobierno en febrero de 2003, diseñados para combatir la inflación, ha
fracasado por completo. El banco central admite que a lo largo de los
últimos 10 años la inflación en alimentos y bebidas no alcohólicas se
ubica en 1.284% y la escasez de comida es cada vez más prevalente.
Una de las gestiones económicas más destructivas de Chávez fue la
transferencia de las reservas del banco central a un fondo gubernamental
externo dedicado a inversiones en infraestructura. Comenzó en 2003 bajo
el argumento de que solamente quería un "millardito". Las
transferencias totales han alcanzado los US$49.000 millones y el fondo
no cuenta con ninguna supervisión independiente.
El banco central también ha estado rescatando a la petrolera estatal
PDVSA y al conglomerado industrial y minero del Estado conocido como
CVG. Todas estas transferencias están destruyendo el bolívar. Algunos
economistas están pronosticando una tasa de inflación de los precios al
consumidor de más de 30% para 2013 y un crecimiento de cero para el
Producto Interno Bruto.
En 2012, de acuerdo con el economista venezolano Pedro Palma, el
déficit fiscal del gobierno, que nunca es fácil de calcular debido a las
tantas empresas estatales, se ubicó en entre 16% y 18% del PIB. Con los
precios petroleros en la parte alta de los niveles históricos, esto
solo puede significar que el gasto del gobierno se está saliendo de
control y que sin una reconciliación del presupuesto, Venezuela
terminará en bancarrota.
Las dificultades económicas no son la única carga pesada que el
pueblo de Chávez lleva. El índice oficial de homicidios está ahora en 73
por cada 100.000 habitantes y los asesinatos ocurren principalmente en
barrios de bajos recursos. Las familias de las víctimas no tienen
esperanza de obtener justicia para sus seres queridos.
¿Manchará esto la memoria de Chávez? Probablemente no. En su libro Redentores,
el historiador mexicano Enrique Krauze le sigue el hilo a la historia
de "ideas y poder en América Latina" a lo largo del siglo XX, mediante
biografías de las figuras mesiánicas más conocidas. La mayoría de sus
protagonistas disfrutaron la adulación de las masas, pese a que sus
promesas utópicas se derrumbaron. Aquellos en el poder a menudo
emplearon una represión brutal para mantenerlo. Como corresponde, Chávez
es el perfil final en ese libro.
El gobierno militar también tiene buenos motivos para deificar al
fallecido comandante. Si su memoria es sagrada, también debe serlo el
sistema que estableció. La semana pasada, el presidente interino Nicolás
Maduro anunció que Chávez será embalsamado "para que quede abierto
eternamente" para el público: "Así como está Ho Chi Min, como está
Lenin, como está Mao Tse Tung".
- 28 de diciembre, 2009
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