De las democracias a las dictaduras en América Latina
Camuflada en medidas económicas hechas pasar como “progresistas”, en
los últimos años se ha venido dando una peligrosa vuelta en América
Latina a las condiciones políticas cercanas a las dictaduras de los años
70’s y 80’s, con total condescendencia de nuestras sociedades y la
participación de muy diversos actores políticos. En unos cuantos años,
hemos barrido la llamada “Tercera Ola de la Democratización” y vivimos
hoy en la región, para utilizar la misma terminología de Samuel
Huntington, una tercera contraola autoritaria. La generalización de la
democracia es hoy un mero lugar común sin muchos asideros en la realidad
latinoamericana.
La emergencia de un nuevo tipo de sistema político en América Latina,
que provisionalmente podríamos llamar “fascismo plebiscitario”, porque
en esencia manipula y pervierte a la democracia y somete derechos y
libertades a votación, es cosa de todos los días. Basta sumergirse en la
actualidad política y constatar la peligrosa involución política y no
sólo económica de nuestros países.
Del escrúpulo de rehacer las constituciones al gusto del líder en el
poder (Venezuela, Bolivia, Ecuador…) hemos pasado al simple violarlas y
dejarlas de lado. En 2009 en Nicaragua, por ejemplo, el presidente Ortega decidió pasar por encima de la Constitución para lograr su reelección continua en 2011. Hoy la misma receta la está siguiendo Evo Morales en Bolivia y podría ser que Cristina Fernández la siguiera pronto también en Argentina.
Del líder que se reelegía “democráticamente” mediante el uso y abuso
de los recursos públicos creando clientelas políticas (Venezuela,
Ecuador, Argentina, Brasil…) estamos regresando a la designación del
sucesor por “dedazo”. Así lo hizo Hugo Chávez con Nicolás Maduro en Venezuela el año pasado y lo acaba de hacer también Raúl Castro con la designación de Miguel Díaz-Canel como
primer vicepresidente de aquí hasta el 2018 y sucesor en caso de falta.
Incluso podría ser que estuviéramos regresando al asesinato selectivo
de los rivales políticos, si se confirman los dichos de Rosa María Payá sobre la muerte de su padre en Cuba y que supuestamente le fueron dados por Ángel Carromero.
Al margen, ¿cuánto tiempo seguirán callando públicamente el gobierno de
Mariano Rajoy, el Partido Popular y Ángel Carromero, bajo el riesgo de
ser tachados de cómplices del blanqueamiento de la dictadura cubana?
La acometida contra los poderes legislativo y judicial, así como
contra la prensa, sería otra vertiente de ese “fascismo plebiscitario”, y
que no se limita sólo a los sonados casos de Venezuela (RCTV,
Globovisión) y Ecuador (diario El Universo) o a las recientes remociones
de jueces en El Salvador y Honduras. Así, bajo el pretexto de
“democratizar” al poder judicial, la presidenta Fernández de Kirchner acaba de anunciar reformas al poder judicial,
que en realidad son ataques a la independencia e imparcialidad de los
jueces argentinos. Adicionalmente, el gobierno kirchnerista ha venido
ejerciendo diversas formas de presión ilegítima en contra de los medios
de comunicación, desde una causa judicial por la filiación de los hijos de la dueña del diario El Clarín, hasta la prohibición a los supermercados de anunciarse en los diarios (a fin de que los medios dependan únicamente de la publicidad gubernamental) y más recientemente, la supresión de importantes pautas publicitarias privadas en los medios críticos al gobierno, como La Nación, Clarín, Canal 13, TN y Radio Mitre.
Durante muchos años, se acusó a EEUU de usar en su provecho a las
entidades representativas de la región, como la OEA. Hoy estamos en una
postura casi diametralmente opuesta y no necesariamente mejor: El
chavismo colectivo que es el ALBA ha buscado que la OEA y a sus
organismos como la CIDH respondan únicamente a sus intereses. Casi lo
logran, como se vio en la renuencia del organismo de siquiera solicitar informes al gobierno venezolano sobre la salud de Hugo Chávez en enero pasado, o su incapacidad para frenar la venganza política del gobierno Rousseff contra el nuevo gobierno de Paraguay el
año pasado. Hoy vivimos la cruel paradoja de que Paraguay es castigada
mientras que Cuba es la representante de las democracias de la región en
la CELAC.
¿El golpe en México contra una poderosísima líder sindical magisterial
cabe dentro de esta categoría de “fascismo plebiscitario”? Sí, lo será
si el gobierno de Peña Nieto no continúa la limpieza de los sindicatos y
de monopolios creados al cobijo del estado, incluyendo claro a sus
adeptos y aliados. Hasta ahora, el golpe contra Elba Esther Gordillo no
pasa de ser un ajuste de cuentas dentro de la burocracia del PRI. Que
haya pruebas más que suficientes de corrupción en contra de ella y un
sentimiento generalizado de satisfacción, no convierte el caso Elba Esther en parte de la “ambiciosa agenda modernizadora”
de Peña Nieto. Al contrario: Pudiera dar la razón a tantos
comentaristas que previnieron de que el regreso del PRI al poder podría
significar la restauración del régimen autoritario, centralizador.
Hoy América Latina vive una clara involución política, casi de manera
generalizada. Necesitamos aceptarlo y mirarlo de frente. Al final, lo
que miremos podría no gustarnos, pero sólo se puede luchar contra lo que
se conoce y diagnostica.
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