Bolivia: ¡Que no vengan los turistas!
Ese es el mensaje que Bolivia da. El
turista que viene a este país debe estar prevenido de que lo hace bajo su
propio riesgo. Y los riesgos son varios ya que criminalidad y la inseguridad
ciudadana van en aumento; en ciertas partes del país existe xenofobia y un
antiamericanismo y anti europeísmo que tristemente es fomentado por el gobierno
de turno; existe el riesgo de ser enjuiciado por expresar desagrado por una
ciudad y si algo parece sucio, fétido, de mala calidad, pues es mejor callarse
para no tener que enfrentar a fiscales y jueces que pretenden limitar incluso
la opinión de la gente; los caminos en general son malos, llenos de baches,
pobremente señalizados y peligrosos; el idioma inglés, esencial para el
turismo, es hablado por muy pocos.
Pero creo que la flor de todos los
inconvenientes se la gana una herramienta que el actual presidente del Estado
perfeccionó durante sus épocas de sindicalista cocalero y que atormenta la vida
de todos en este país: el bloqueo de caminos. Hoy es tal la debilidad del
Estado que cinco bellacos son suficientes para paralizar el tránsito de
cualquier carretera del país. Los motivos pueden ser diversos, desde cambiar el
nombre de un aeropuerto, defenestrar a un alcalde elegido democráticamente o
exigir alguna subvención o privilegio al gobierno. Los bloqueos de rutas son
tan habituales que ya no son novedad ni causan sorpresa, son parte de la
cotidianidad. Probablemente hay más días en el año donde existe algún camino
bloqueado, que días en que todas las rutas están expeditas. El daño que causan
es tremendo: las frutas y verduras se pudren sin que nadie compense a los
perjudicados, las actividades agrícolas e industriales se paralizan, los
transportistas quedan horas, días o semanas varados sin ganarse el sustento y
los turistas se quedan sin poder completar todo su itinerario por culpa del
tiempo perdido. Y en esta tierra de nadie no hay policías que desbloqueen, ni
fiscales que procesen y encarcelen a quienes truncan el derecho de otros a
circular libremente por caminos públicos.
Como ejemplo, pienso en los dos
últimos festivales de música barroca, donde esos músicos que vinieron de todo
el mundo con la predisposición de regalarnos su arte (y digo “regalarnos”
porque muchos conciertos son gratuitos) fueron recibidos con la desagradable
noticia de que no podían llegar a sus destinos por algún bloqueo ¡Es
verdaderamente vergonzoso y triste!
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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