Sorpresa: ¡México defendió los derechos humanos!
¡Qué grata sorpresa! México, cuyo gobierno
habitualmente apoya a los países violadores de los derechos humanos,
desempeñó un rol esencial en frustrar los esfuerzos de un grupo de
países para debilitar a la comisión de derechos humanos más importante
de la región.
México —junto con Chile, Colombia, Costa Rica, Panamá,
Canadá y Estados Unidos — logró derrotar una propuesta hecha por
Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua para despojar a la Comisión de
Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos de casi todos
sus fondos y de reducir al máximo sus poderes.
La comisión, que es
semiindependiente, ha sido un dolor de cabeza para los gobiernos que
violan los derechos humanos y suprimen la libertad de prensa. Es, sin
lugar a dudas, lo mejor que tiene la OEA para exhibir, si no lo único.
Durante
las últimas décadas, la Comisión y su Oficina de Relatoría Especial de
Libertad de Expresión han criticado los abusos de los gobiernos de todos
los colores políticos, desde Estados Unidos hasta Venezuela, Ecuador y
otros países del ALBA.
Los países del ALBA, cuyos presidentes ya
controlan todas las ramas del gobierno y quieren aniquilar el último
vestigio de pensamiento libre —los medios—, montaron durante los últimos
dos años una ofensiva diplomática para silenciar las dos agencias de la
OEA.
Afortunadamente, fracasaron. El grupo del ALBA —en este
caso, con Ecuador actuando como su vocero— quedó totalmente aislado en
la sesión especial de ministros de relaciones exteriores de la OEA que
terminó a la medianoche del viernes en Washington D.C.
“Fue una
victoria resonante de la Comisión, y una derrota importante del bloque
del ALBA”, me dijo José Miguel Vivanco, un alto funcionario de la
organización Human Rights Watch de defensa de los derechos humanos. “Se
hizo evidente que quedaron totalmente aislados, sin el apoyo que
esperaban conseguir de otros países”.
Vivanco agregó que sólo a
último momento, cuando Ecuador y Bolivia amenazaron con retirarse de la
Comisión, el bloque del ALBA logró insertar en el comunicado final una
frase que le permitió evitar una humillación pública. Argentina rescató a
los países del ALBA introduciendo una frase que autoriza a la OEA a que
vuelva a tratar el tema de la Comisión en un futuro indefinido.
Para
mi sorpresa, el gobierno del presidente mexicano Enrique Peña Nieto —
cuyo Partido Revolucionario Institucional, PRI, tradicionalmente ha sido
un defensor clave de Cuba y otras dictaduras de izquierda — salió a la
defensa de los derechos humanos y la libertad de prensa.
En la
reunión de la OEA, el canciller de México José Antonio Meade dio su
apoyo incondicional a la Comisión y a la oficina de la Relatoría. Debido
a su tamaño y su peso político, México era esencial para contrarrestar
los esfuerzos de Brasil, que buscaba un consenso a cualquier costo,
incluso al precio de quitarle poderes a la Comisión.
Tras el
discurso de Meade, llamé al ex canciller mexicano Jorge Castañeda, quien
apoyó las causas de los derechos humanos durante su gestión entre el
2000 y el 2003, y le pregunté si Peña Nieto está cambiando para mejor la
tradicional política exterior del PRI.
“No, en absoluto”, me dijo
Castañeda. “Lo de la OEA fue una excepción, en parte porque el
embajador mexicano en la OEA es muy bueno, y en parte porque tanto el
presidente como el secretario técnico de la Comisión son mexicanos”.
Según Castañeda, Peña Nieto ha regresado a la las viejas prácticas de PRI de solidarizarse con gobiernos autoritarios.
Castañeda recordó que cuando la bloguera disidente cubana Yoani Sánchez
visitó México recientemente, no fue recibida por ningún funcionario del
gobierno. Cuando Peña Nieto visitó Venezuela para el funeral del
difunto presidente Hugo Chávez, no se reunió con ningún político de
oposición.
Y cuando los países latinoamericanos eligieron al
dictador militar cubano General Raúl Castro como presidente de la CELAC,
Peña Nieto respaldó esa elección, recordó.
Mi opinión: Es cierto
que el nuevo gobierno del PRI de México no ha abandonado su tradicional
apoyo a las dictaduras o gobiernos autoritarios antiestadounidenses.
Eso
probablemente esté en el ADN del PRI, tal como lo corroboré cuando le
pregunté a Peña Nieto en una entrevista poco después de su elección
cuáles serían sus prioridades en política exterior, y su primera
reacción fue mencionar prácticamente cualquier cosa salvo la promoción
de la democracia y los derechos humanos en la región.
Pero hay que
darle crédito a Peña Nieto y a México por haber adoptado la posición
correcta en esta oportunidad. En parte gracias a México, los demagogos
que gobiernan Venezuela, Ecuador y otro países del ALBA quedaron
aislados y fueron derrotados —al menos por ahora— en su intento de
silenciar las últimas voces críticas en sus países, y a las
instituciones claves que defienden los derechos humanos y la libertad de
expresión en la región.
- 28 de diciembre, 2009
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