Presidentes uruguayos: del chivito al guiso de lengua

Correo de Buenos Aires

José Mujica, presidente uruguayo, corto
de estatura, no muy favorecido, de buen comer, a los 77 años y al finalizar una
conferencia de prensa en una ciudad de 6.000 habitantes refiriéndose a la
presidente argentina y su fallecido marido acaba de decir: “Esta vieja es peor
que el tuerto”. No se percató —eso dicen— que algunos micrófonos aún permanecían abiertos.

A renglón seguido, el Canciller
argentino citó al embajador uruguayo para comunicarle “el profundo malestar”
por las declaraciones del mandatario.

En el documento se lee: “La República Argentina señala que es inaceptable que
comentarios denigrantes que ofenden la memoria y la investidura de una persona
fallecida, que no puede replicar ni defenderse, hayan sido realizadas,
particularmente, por alguien a quien el Doctor Kirchner consideraba su amigo”.

En
el año 2002, otro ex presidente uruguayo en ejercicio, Jorge Batlle, fraseó
ante periodistas extranjeros: “Los argentinos son una manga de ladrones, del
primero hasta el último”, en una entrevista que se vio por televisión. La madre
de Batlle era argentina.

Parece
que los presidentes uruguayos tienen serios problemas para entender la
tecnología, en especial la radial que puede decirse vio la luz hacia fines del
siglo XIX.

O
quizás porque es más fácil trascender ante 3 millones de personas que ante 40.

Es
distinto hablar ante amigos en un café o en un gran país. Argentina lo es.
Aunque muchos compatriotas lo nieguen o ignoren.

Que
la clase dirigencial haya declinado el tema es entendible porque toda ella
veranea en Punta del Este. Y bien que hace.

Pero
que se vilipendie a dos presidentes argentinos es inaceptable. Porque una cosa
es no estar de acuerdo con parte o todas sus políticas. Y otra mofarse y
agraviarlos. Como aquí hizo el periodismo progre
con Carlos Menem. Posiblemente hayan reunido en los 90 suficiente cantidad de
anticuerpos como para callar ahora.

Todos
los presidentes uruguayos compiten entre sí para ver quién le echa más culpas a
Argentina de todos los males de su país. Son los riesgos de ser un país
independiente.

Que
la inseguridad de acá se traslada allá; que el cepo cambiario de acá repercute
negativamente en el turismo de allá; que acá… y allá.

Nunca
algo bueno además de “la histórica relación que une a dos pueblos hermanos que
provienen de la misma placenta”.

Tampoco
debe llamar la atención el silencio sepulcral de los “pensadores” kirchneristas
siempre tan dispuestos a fusilar a cualquier opositor por nimiedades.

Hizo
bien la Cancillería en citar al embajador uruguayo para entregarle una nota de
protesta por los dichos de Mujica.

Pero la política exterior argentina continúa siendo un
desastre.