Elecciones en Venezuela: Ataca Flaco
En
menos de seis meses, Venezuela tendrá su segunda elección presidencial. Sólo en
apariencia ambos procesos son similares y tienen parecida dinámica: En Octubre
pasado, Hugo Chávez mintió sobre su cáncer para ser reelecto, con uso y abuso
de todos los recursos públicos e institucionales a su alcance. Para la elección
del próximo domingo 14 de abril, Nicolás Maduro ha venido mintiendo sobre la
enfermedad de Chávez y hasta sobre la fecha real de su muerte, ha reescrito la
Constitución venezolana, primero para autoproclamarse vicepresidente y luego
presidente encargado, y como su antecesor, dispone a su antojo de toda la
maquinaria estatal, sobre todo de los medios de comunicación del Estado. Pero
la diferencia sustancial entre aquella y esta elección es que hoy existe una
posibilidad cierta, tangible, de que el joven gobernador Henrique Capriles
logre el triunfo. Es la hora del “Ataca Flaco” de Willie Colón en su ya famosa canción de
apoyo a Capriles. Veamos por qué.
Según
algunas encuestas, las preferencias hoy serían muy similares al resultado de las presidenciales de octubre y al global de
las elecciones estatales de diciembre, dando a Maduro una ventaja de alrededor de diez puntos porcentuales sobre
Capriles. Pero hay serios cuestionamientos no sólo sobre la manipulación en la información de algunas de esas encuestas,
sino sobre si realmente son idóneas para medir lo que viene sucediendo. Así,
incluso entre los encuestadores contratados por Maduro hay la seguridad de que
el efecto “Santo Hugo Chávez” se terminó y que Maduro sólo depende ahora de sí
mismo, razón por la que su popularidad viene bajando día con día. Apenas ayer
domingo, por ejemplo, se publicó una encuesta que ya da a Capriles una ventaja de cinco puntos
porcentuales sobre el presidente encargado. En conveniente acotar que toda
encuesta es un ejercicio estadístico y que no es un resultado inevitable. El
eventual triunfo de Capriles dependerá de que los simpatizantes opositores
efectivamente voten el próximo 14 de abril. Pero lo que es concreto y no sujeto a discusión es el desgaste de la
figura de Maduro, comparado desfavorablemente respecto a Hugo Chávez,
identificado ya como un mentiroso contumaz y cuyo liderazgo y su pericia
gubernamental son puestos en duda.
Muchos
analistas sobre el chavismo reconocen que el mayor logro en la Presidencia de
Chávez fue la reducción en la pobreza, gracias a los crecidos regalos y
subsidios de sus programas sociales, llamados “misiones”. Así, las estadísticas
oficiales aseguran que la pobreza en Venezuela se redujo a la mitad en los
últimos 14 años y que hoy gira en torno al 29% de la población. Lo que no se
apunta, es que la de Chávez fue una política social hecha para tener votos,
clientelas electorales, súbditos, pero no necesariamente menos pobres en el
largo plazo, los cuales después de una mejoría circunstancial por el dinero
público, regresarán a la misma situación del pasado. Esto ya lo empiezan a
observar las clientelas ayer beneficiadas, a las cuales han golpeado duramente las dos devaluaciones
provocadas por Maduro. Sólo con nuevos regalos esas clientelas revalidarían
su voto por Nicolás Maduro y ni siquiera es seguro de que así lo hagan: Todo
sistema clientelar termina por dejar insatisfechos a los supuestos
beneficiarios, quienes reciben el regalo pero ya no entregan necesariamente su
voto. De allí la nueva estrategia del chavismo de condicionar las dádivas al
resultado electoral, como viene sucediendo con la promesa de compra en el exterior de 20.000 vehículos, por un
valor total de 400 millones de dólares, para ser entregados a bajo precio a
miembros de las Fuerzas Armadas luego de las elecciones. Pero si con regalo en
mano es difícil garantizar el voto, más lo debe ser con sólo promesas.
Pero
en 14 años el chavismo no sólo dejó más clientes dispuestos a vender su voto
por dádivas, caridades. También dejó una horneada de nuevos ricos, gracias al
robo del erario, empezando por la familia del propio Hugo Chávez, a quien les
dejó una fortuna tasada en 1.8 billones de dólares, según Jerry Brewer, director de la compañía de inteligencia
económica Criminal Justice International Associates (CJIA). Los datos de
CJIA no han sido desmentidos por el gobierno venezolano ni por la familia
Chávez. Otras cuantificaciones reducen esa fortuna a casi una tercera parte,
pero incluso dejar una fortuna familiar de 500 millones de dólares después de
muerto no es poca cosa, en un país de 29 millones de habitantes cansados del
alto costo de la vida, la corrupción, la inseguridad y la violencia
delincuencial, dos devaluaciones en lo que va del año y una década de controles
de cambio y de precios. El llamado “Offshore Leaks” dado a conocer hace unos días por
el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), que
revela que funcionarios venezolanos en el gobierno de Chávez habrían recibido enormes sumas por pagos de sobornos, y que
desviaron miles de millones de dólares de los fondos de pensiones del ente
petrolero PDVSA a paraísos fiscales, es tan sólo una muestra más del nivel de
descomposición del chavismo ante los ojos de los venezolanos.
Otro
déficit del chavismo, creciente en gravedad, son los serios problemas de escasez de alimentos, causados
por los obstáculos puestos a la industria venezolana, la desintegración de la
planta industrial privada durante el gobierno de Chávez y la falta de dólares
para garantizar las importaciones de alimentos. El asunto viene agravándose día con día para los
consumidores venezolanos y su solución no será ni pronta ni fácil, en un
contexto de cada vez mayor astringencia de dólares.
Por
todo ello son explicables las expresiones de desafecto y protesta que ha venido
recibiendo Nicolás Maduro a lo largo de la campaña, impensables cuando Chávez
era el candidato. Expresiones que van desde los continuos y crecientes cacerolazos diurnos durante sus
eventos de campaña, hasta el inusual desafío ciudadano de recibir a Maduro con pancartas a favor de
Capriles y protestando por la escasez de alimentos, como le sucedió ayer
domingo en la ciudad de Apure, síntoma de que la condescendencia y el contrato
tácito de muchísimos venezolanos con el chavismo podría estar llegando a su
dilatado fin.
¿Maduro
se dará cuenta de esto? Quizá. De allí algunos de sus desafortunados y risibles
tropezones verbales, como cuando este sábado aseguró que una maldición
ancestral caerá sobre quienes no voten por él el próximo domingo. Trataría así
pues de asegurar con amenazas un voto que ya no le garantizan las limosnas.
Pero también pudiera ser que no se diera cuenta, dado el subido nivel de
autismo político del que viene dejando evidencia, como ilustra que precisamente
cuando la cárcel y la deshonra pública se yerguen como una posibilidad
real para el expresidente Lula Da Silva en Brasil, Maduro se haya encargado
de difundir todo lo que pudo un video de apoyo del propio Lula
y haya declarado además que está inspirado “en la ética y el liderazgo” del cuestionado
expresidente brasileño: “Lula para nosotros es también un padre”… Claro: Al
decirlo trataba de deslegitimar cualquier pretensión de Capriles sobre la
figura y los supuestos resultados de Lula, ya que aquel tuvo la desafortunada
idea de tomarlo como ejemplo durante la pasada contienda, a pesar de la
espectacular y juzgada corrupción que Lula prohijó y de la que él, su familia,
cercanos y correligionarios se beneficiaron en Brasil. Pero a pesar de la
relativa popularidad de Lula en América Latina, la suya es una herencia que no
resiste un análisis profundo, no para alguien que fue canciller de Venezuela
durante seis años, a menos que su aislamiento y falta de discernimiento hayan
llegado a niveles patológicos y hasta siniestros, tal como Maduro y el chavismo
como ente colectivo dan sobrada muestra todos los días. Al margen, un ejemplo
adicional de esto: la nutrida evidencia de propagación de antisemitismo y creación
de un estado policial que Maduro construye desde su gobierno.
Quizá
Maduro gané el próximo domingo. No con los niveles de Hugo Chávez ni las
distancias que el chavismo todavía presume por ahora. Pero también podría ser,
con la conjunción de tantos elementos de malestar y desafección enumerados
arriba, que Henrique Capriles logre el milagro y pueda ganar la rifa del León,
literalmente. Ya que cualquiera que gane se enfrentará a largos meses de deterioro
económico, social y político, por la incontenible inflación, la escasez de
alimentos y la pésima provisión de servicios públicos, en medio de una crisis
de seguridad pública y penitenciaria, con un estado vaciado y deslegitimado.
Esa es la herencia de Hugo Chávez que viene arrastrando a la baja a Nicolás
“Mentira Fresca” Maduro. E impulsando al alza a Henrique “Flaco” Capriles.
Pronto veremos si a éste le será suficiente para ganar.
- 28 de diciembre, 2009
- 23 de julio, 2015
- 16 de junio, 2012
- 25 de noviembre, 2013
Artículo de blog relacionados
Clarín La batalla por el Presupuesto ha sido la primera gran confrontación en...
14 de noviembre, 2010Prensa Libre Aumentar el salario mínimo en una época tan económicamente difícil no...
30 de diciembre, 2008Perspectivas Políticas Desde hace más de doce años, quienes se han ocupado de...
24 de junio, 2015- 18 de agosto, 2020