Bitcoin (I)
El dinero es el bien más líquido o de valor más invariante o estable
en una economía, y cumple tres funciones: medio de intercambio, depósito
de valor y unidad de cuenta; estas tres funciones pueden ser más o
menos separables o realizables con otros bienes sustitutos o
complementarios. Para cumplir estas funciones el bien concreto que se
utiliza como dinero debe tener ciertas características: persistente,
fácil de almacenar y transportar (valor denso), divisible, homogéneo,
reconocible, difícil de falsificar.
El dinero como institución es un patrón repetitivo de conducta
interpersonal, un modo de interacción pautada que sirve como referencia
estable compartida y que permite la coordinación social: los individuos
usan dinero porque saben que los demás también lo hacen. La principal
utilidad y fuente de valor de dinero es un intangible cognitivo
colectivo: el hecho de que esté de la misma forma en las mentes de todos
los miembros de una comunidad (como el lenguaje y el auténtico
derecho).
Bitcoin es un sistema informático distribuido a nivel global,
protegido por técnicas de criptografía, que representa un sistema
monetario y de pagos. Es una base de datos descentralizada que incluye
una moneda digital virtual, cuentas de usuario, y mecanismos integrados
de producción y transferencia del dinero para realizar pagos y cobros.
Funciona sobre ordenadores (o equivalentes como teléfonos inteligentes)
conectados a Internet, con un código abierto gratuito (sin costes por
patentes ni derechos de propiedad intelectual), y protocolos entre
iguales (es una red en la cual en principio todos los nodos son
equivalentes, sin jerarquías). El hecho de que el código sea abierto o
público permite comprobar sus características: no tiene trampas o
puertas de atrás, y no es ninguna estafa (un fraude piramidal). Los
cambios del protocolo y el sistema sólo son posibles con el acuerdo
generalizado de la comunidad de usuarios, no es algo manipulable por
unos pocos.
Cada usuario tiene un monedero, bolsillo o cartera personal (o
varios, si lo desea) que guarda su dinero y permite su utilización
segura mediante potente criptografía de clave pública y privada (también
hay empresas especializadas que ofrecen servicios de monedero a sus
clientes). La clave pública es un identificador (como el nombre o
dirección de usuario, pero cada monedero puede y suele tener varias), y
debe ser conocida por su dueño y por quienes quieran enviar dinero a esa
cuenta o dirección. La clave privada es la contraseña o clave secreta
de acceso que sirve para el control exclusivo de cada dirección al
firmar las transacciones. Una transacción es un envío o transferencia de
valor entre dos direcciones. Los bitcoins pueden presentarse también en
forma física como monedas o billetes que contienen una clave privada
protegida por un sello.
Existe el riesgo de perder u olvidar las claves privadas (fallo
informático, avería de la memoria donde esté almacenada), lo que
implicaría en la práctica no poder acceder nunca más al dinero (como si
dejara de existir); también existe el peligro de que otra persona la
averigüe de algún modo (ataques informáticos, robos), lo que le daría la
posibilidad de transferir los fondos a su propia cuenta. Es conveniente
hacer copias de seguridad de la información (lo que no significa
multiplicar la cantidad de dinero), y protegerla de accesos no deseados,
ya que en este sistema cada cual es responsable de sus propios errores y
descuidos, no hay nadie hay quien reclamar o denunciar. Los bitcoins
también pueden desaparecer si se envían a direcciones inventadas
inaccesibles.
Bitcoin no tiene ningún emisor central de dinero. Las unidades
monetarias se producen o crean a una velocidad decreciente (ajustando de
forma automática la dificultad de la tarea necesaria y reduciendo su
recompensa) hasta alcanzar un tope máximo de 21 millones. Cada unidad es
divisible en cien millones (ocho decimales, ampliable en el futuro si
fuera necesario), y todas son homogéneas y fungibles. Debido al diseño
lógico del sistema, es imposible falsificar bitcoins.
Se asignan inicialmente a los mineros que prestan servicios
informáticos de gestión, seguridad y auditoría de la red: la minería es
una función abierta (cualquiera puede ser minero) y altamente
competitiva; implica asumir costes reales (procesadores, electricidad,
comunicaciones), utilizar potencia de cálculo de forma muy eficiente
para, mediante tareas matemáticas predefinidas (prueba de trabajo),
recolectar y agrupar información de transacciones en bloques, confirmar
su validez e integridad (que no haya conflictos, incoherencias o doble
gasto), y actualizar la estructura de datos (la cadena de bloques)
distribuida por toda la red.
Las transacciones se verifican y almacenan en el registro público
compartido de forma segura porque, una vez comprobadas, su alteración
deshonesta se vuelve progresivamente más difícil: para modificar un
bloque hay que recalcular todos los siguientes; es imposible cambiar las
transacciones comprobadas sin realizar más trabajo de cálculo que todo
el resto de la red de forma conjunta. Cuanto más extendida está la red y
más potencia de cálculo tiene, más difíciles son los ataques: el
sistema está diseñado para que los ataques sean muy difíciles y no
merezcan la pena porque protegerlo resulta más rentable. Es posible
robar a usuarios o empresas individuales sin la seguridad adecuada, pero
no destruir el sistema.
Un poder adquisitivo creciente de los bitcoins puede compensar el
hecho de que los requisitos para su creación aumenten y la recompensa
tienda a reducirse. Cuando se alcance el número máximo de bitcoins las
verificaciones de las transacciones se realizarán a cambio de tarifas
libres por su realización prioritaria (algo ya posible para acelerar las
comprobaciones, pero potencialmente problemático en el futuro).
Es posible recibir bitcoins en una transferencia de otro usuario de
la red a cambio de bienes, servicios u otras monedas (o como un regalo),
de forma directa entre particulares o a través de mercados organizados o
empresas especializadas. Los envíos de dinero son irreversibles, y no
hay ningún organismo que regule y vigile a los participantes en el
sistema, así que conviene tener cuidado en las transacciones con
desconocidos porque podrían ser estafadores y no realizar la entrega de
bienes acordada (o al revés, que se entreguen los bienes pero no se
paguen). Ya existen sistemas de evaluación de la reputación de los
usuarios de bitcoin.
Bitcoin no es moneda de curso legal: no depende de ninguna
jurisdicción soberana ni se impone su uso o aceptación a nadie. Los
bitcoins no son deuda definida en términos de otras entidades: no están
respaldados por ningún activo, no dan derecho a exigir nada, no son
pasivos de nadie; en este aspecto son como el oro (cuando se le permitía
ser dinero), y no como los billetes o depósitos bancarios.
Bitcoin no tiene ninguna autoridad central monopolista productora,
reguladora, controladora o supervisora en la cual los agentes deban
confiar y de la cual dependan para su buen funcionamiento, lo que no es
ningún fallo sino una virtud. No hay ningún riesgo de contrapartida en
este sentido: no hay ningún banco central que tome medidas
discrecionales sobre la cantidad de dinero, ni tampoco intermediarios
como bancos que gestionan cuentas de clientes, o almacenes o
transportistas de dinero, que pueden tener averías, cometer fraude, ser
robados, o sus cuentas y fondos bloqueados o confiscados por el
gobierno. Su estructura en red de iguales, sin puntos de fallo único
cuyo mal funcionamiento dañe a todo el sistema, y sus procesos de
modificación y verificación mediante consenso distribuido (por mayoría
de capacidad de cómputo), lo hacen muy robusto ante fallos técnicos y de
confianza.
La relación entre bitcoin y la privacidad financiera es compleja y
problemática. El anonimato es potencial pero no está garantizado. El
historial de todas las transacciones queda guardado permanentemente en
el registro de datos y es accesible de forma pública. El sistema es
anónimo porque el usuario no necesita proporcionar ningún tipo de
información personal: su clave pública es una larga cadena alfanumérica
(con letras y números); pero el anonimato puede perderse si esta
información se divulga de algún modo (intencionalmente, como al ligarlo a
una cuenta bancaria o a algún pago concreto, o por algún descuido), o
mediante análisis estadísticos de la estructura y las operaciones de la
red.
El hecho de que los bitcoins sean abstracciones inmateriales no hace
que su valor fundamental sea nulo: que no tengan valor de uso es poco
relevante si se trata de una institución sólida. Los bitcoins son
valiosos y su precio no es cero porque son útiles y escasos aunque sean
virtuales: otros objetos en mundos virtuales o juegos de rol en Internet
también tienen precio positivo. Su comunidad de usuarios tiene un
núcleo original probablemente muy fiel y comprometido, constituido por
activistas tecnófilos expertos, usuarios de informática interesados en
códigos abiertos y redes entre iguales, y liberales opuestos a la
coacción estatal. Conforme su número de usuarios crezca bitcoin será
progresivamente más valioso.
- 23 de enero, 2009
- 23 de julio, 2015
Artículo de blog relacionados
- 23 de diciembre, 2007
El Nuevo Herald Con voz temblorosa, el ex gobernante cubano Fidel Castro aseguró...
19 de abril, 2016Editorial – ABC Apenas ha dejado pasar un mes después de su reelección...
4 de enero, 2007El Nuevo Herald Lo más interesante de la Olimpíada Internacional de Matemáticas (OIM)...
22 de julio, 2012