La elección venezolana de Cuba
The Wall Street Journal Americas
Venezuela llevó a cabo elecciones presidenciales el domingo para
reemplazar al populista de izquierda Hugo Chávez, cuya muerte fue
anunciada el 5 de marzo.
El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) presentó a Nicolás
Maduro, un ideólogo entrenado por Cuba y el hombre que Chávez, enfermo
de cáncer, ungió como su heredero en diciembre. Su contrincante fue el
candidato de Primero Justicia, Henrique Capriles,
gobernador del estado de Miranda y el primer político que ha sido capaz
de unir a la oposición desde la llegada del chavismo en 1998.
Los resultados oficiales le dieron la victoria a Maduro por un
estrecho margen. Si Capriles ganaba, habría sido un resultado
inesperado. Una victoria de Maduro era más probable no sólo por el voto
de compasión para el difunto Chávez. Por más de una década, los
chavistas han estado usando el poder estatal para hacer trampa,
intimidar y gastar fuertemente para llegar primero a la meta. Se les
prohibió a los analistas internacionales enviar misiones a Venezuela, y a
Capriles le fue negado el acceso a casi todas las estaciones de radio y
televisión durante la campaña.
Además, está el factor de Cuba. El régimen castrista se ha convertido
en un actor principal en la política venezolana y tenía mucho en juego
en los comicios; en concreto, la amenaza de Capriles de que si ganaba
recortaría el suministro de unos US$4.000 millones en petróleo anuales
al régimen. Por lo tanto, La Habana se aseguró de tener una considerable
influencia en los resultados.
El mes pasado, el periódico español ABC reportó que el
régimen "está enviando un destacamento de agentes para el control
electoral, que podría llegar a los 2.500 efectivos, de acuerdo con
información de inteligencia salida de la isla". La Habana admite que ya
hay unos 46.000 cubanos al servicio de la "revolución" en Venezuela.
Estos son supuestamente personal médico, maestros y capacitadores, pero
un ex chavista de alto rango que no quiso ser identificado le dijo al ABC: "Todo eso es una tapadera que esconde el control que Cuba tiene de Venezuela".
Ese comentario fue respaldado por la declaración del jefe de las
misiones cubanas en Venezuela que indicó que están allí "para ratificar
nuestra entrega; si hasta ahora lo estábamos dando todo, ahora estamos
dispuestos a dar hasta nuestras vidas, nuestra sangre si fuera preciso
por esta revolución".
En 2005, mientras era anfitrión de una visita de Chávez en La Habana,
Fidel Castro proclamó que Venezuela y Cuba eran una sola nación y su
gente "venecubanos". En 2010, la revista The Economistreportó
sobre "aparentemente… una estadía larga" en Caracas de un peso pesado de
la inteligencia de Castro, Ramiro Valdés, "cuyas responsabilidades en
casa incluían supervisar el acceso de los cubanos a Internet".
El artículo también destacó la participación de Cuba en la operación
de "los puertos, las telecomunicaciones, la capacitación de policías, la
emisión de documentos de identificación y el registro de empresas de
Venezuela" y que en 2005 recibió "un contrato para modernizar el sistema
de credenciales de identidad" de Venezuela.
En una lucha justa, Capriles, de 40 años, podría haber ganado
fácilmente. La inflación para el primer trimestre de este año estaba por
encima de 30% en una tasa interanual. La debilidad de la moneda y los
controles de precios están provocando escasez de muchos alimentos
básicos que ahora tienen que ser importados porque el sector agrícola ha
sido destruido por las expropiaciones y las salidas de capital. Los
pobres también son los que más sufren los efectos del creciente índice
de homicidios. Los apagones se han convertido en algo rutinario.
La campaña de Maduro se basó fuertemente en la emoción para
contrarrestar la posible apatía por su candidatura. La imagen de Chávez,
cuya muerte llevó a miles de personas a llorar histéricamente en las
calles hace apenas cinco semanas, nunca estuvo lejos de Maduro en sus
apariciones en televisión o en persona. Incluso aseguró que Chávez lo
visitó en la forma de un pajarito.
Pero los chavistas y el régimen de Castro no estaban dispuestos a
depender del fantasma de Chávez para la victoria. El mes pasado, durante
las auditorías a las máquinas de votación, la oposición halló evidencia
de que el PSUV tenía en su posesión códigos de acceso que le otorgaban
la habilidad de sabotear el proceso electoral el día de los comicios. El
dirigente de la coalición opositora señaló que esto no afectaría el
conteo de los votos, pero podría ser utilizado para frenar el ritmo del
proceso.
Esto podría explicar por qué en las elecciones anteriores en los
centros de votación donde el voto de la oposición tenía fuerza, los
tiempos de espera a menudo eran de varias horas, causando que muchos
posibles votantes terminaran sin sufragar. El consejo electoral,
controlado por el gobierno, negó los cargos y el asunto no ha sido
rectificado.
Las máquinas electrónicas proporcionan muchas oportunidades para
otros trucos. En comicios anteriores, las autoridades bolivarianas
realizaron una redada de última hora en barrios pobres en busca de
personas que no se presentaron a votar. Muchos venezolanos creen que al
tomarse las huellas digitales y los números de identificación en los
lugares de votación, el voto no es secreto. El temor al castigo, ya sea
de ser despedido del trabajo o de no recibir ayuda estatal, es real.
La conclusión es que los comicios del domingo nos revelaron muy poco de las verdaderas preferencias del electorado venezolano.
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