La amenaza a Yoani
La amenaza de la dictadura de los hermanos Castro
contra la periodista y bloguera cubana Yoani Sánchez fue directa. Así
me lo contó ella durante una entrevista en Miami: “He sufrido arrestos,
he sufrido golpes y eso no me ha dolido tanto. Pero la última vez que
estuve detenida, una oficial de la seguridad del estado me dijo: ‘¿Tu
hijo monta bicicleta? Que tenga cuidado.’ Eso me llegó al alma.”
Yoani
sabe que su mayor vulnerabilidad es su hijo Teo, de 18 años, ya en edad
de cumplir el servicio militar obligatorio. “Sí, ese es mi punto
débil”, reconoce. Ella sabe que puede haber graves represalias por lo
que dice. Pero sigue hablando. ¿Por qué? “Claro que le temo a las
represalias pero ¿qué voy a hacer? Pienso que la mejor manera de
protegerme es seguir hablando.”
A pesar de estas amenazas tan
directas, tan pronto termine su viaje por una decena de países en 80
días, va a regresar a Cuba. ¿Exiliarse? “Ni pensarlo”, me dijo. Su vida
es Cuba.
Su incansable gira es la de alguien que nunca ha viajado
y que, a la primera oportunidad, se quiere comer el mundo. Tras años de
negarle un permiso de salida, Yoani por fin pudo salir por primera vez.
Y de ser una perseguida política dentro de la isla, de pronto –muy a su
pesar y del régimen de La Habana– fuera de Cuba se ha convertido en una
especie de celebridad. A mí me tocó ser testigo de lo siguiente.
Cuando
ella visitó la ciudad de Miami, el actor cubanoamericano y estrella de
Hollywood Andy García quería conocerla. “Es una mujer muy valiente”, me
dijo Andy. Y él fue a buscarla antes de una presentación en un auditorio
del downtown miamense. Se encontraron y comieron juntos. Pero los roles
se cambiaron: la estrella era Yoani. Andy, con mucha sencillez y
apertura, la escuchaba.
Eso es lo que pasa con Yoani. No puedes
dejar de escucharla. Ella te cuenta cómo es la Cuba de hoy, no la que se
han inventado fuera. Donde se presente, no importa el país, llena
auditorios. Casi medio millón de personas la siguen por Twitter
(@YoaniSanchez) y la dictadura cubana ha quedado desvestida y expuesta
ante su valentía, fuerza y transparencia.
“Cuba es la isla de los
desconectados”, me dijo durante una rara pausa. “Cuba me ha parecido
tan absurda desde lejos; vivo en una aldea medieval, porque no hay
libertad, porque el gobierno mismo se comporta como un señor feudal; es
triste y desde fuera se siente más.”
“Cada vez hay más consenso de
que vivimos en una dictadura”, asegura. Pero ¿puedes decir que Cuba es
una dictadura sin meterte en problemas?, le pregunto. “Digo la primera
sílaba y ya me meto en problemas. Pero me levanto todos los días
pensando que me voy a comportar como una ciudadana libre”.
Yoani
se describe a sí misma como una “cronista de la realidad”. Nada más.
Pero es mucho más. Ella se ha convertido en el símbolo del cambio en
Cuba. Otros lo han tratado y fracasado. Muchos han muerto intentándolo.
Yoani, sin embargo, sigue golpeando con una lógica infalible una
dictadura en pleno siglo XXI que no tiene elecciones multipartidistas,
que limita ferozmente la libertad de expresión, que encarcela y asesina
disidentes, y que va en camino contrario a la mayoría de los países del
mundo.
Yoani constantemente se está definiendo: “Mi pelo es libre
y yo también”, me dice, tocándose la negra cabellera que le llega hasta
la cintura. Y luego suelta algo que parece impensable para alguien que
no ha parado de hablar desde que salió de Cuba: “Soy una persona muy
tímida”. Pero insiste en que su misión es explicarle a Cuba a los que
nunca han estado ahí. Y un poco más adelante, nos deja entrar,
brevemente, a su mundo cotidiano en La Habana: “Yo soy hiperactiva.
Desde que me levanto estoy haciendo cosas. Me involucro mucho con mi
vida familiar”.
Es frecuentemente hostigada. Su celular, un iPhone
que le regaló su hermana (“un teléfono autista porque no tiene conexión
de internet”) está regularmente intervenido y en varias ocasiones ha
sido detenida. Ya está acostumbrada a que la dictadura castrista invente
que es agente de la CIA, tanto así que su respuesta ante semejante
ridiculez la da con una sonrisa: “Eso se llama matar al mensajero. No
rebatas lo que dice: aniquílalo ética y moralmente. No, no trabajo para
la CIA. Jamás podría trabajar para una entidad extranjera, nunca he
militado ni siquiera en un partido político”.
Yoani se gana la
vida “resolviendo”, como la mayoría de los cubanos. “Soy mecanógrafa y
reparadora de ordenadores. Y trabajo de periodista en muchos medios
fuera de mi país”. Su primer viaje al extranjero ha sido financiado por
diversas organizaciones no gubernamentales y por su hermana que vive en
Estados Unidos.
¿Algo está cambiando dentro de Cuba?, pregunto.
“Lo más importante está ocurriendo de adentro hacia fuera: los cubanos
están hartos”. ¿Puede haber castrismo sin los Castro? “El carisma de
estos líderes es intransferible. En Cuba la silla presidencial se heredó
por vía sanguínea (de Fidel a Raúl)…Es triste que una nación tenga que
poner su esperanza en el fallecimiento de alguien para que la nación
tenga vida, pero a eso nos han llevado”.
A Yoani le gusta citar la
frase de Gandhi de que tus enemigos primero te ignoran, luego se ríen
de ti y luego te atacan. Yoani está viviendo esa tercera fase. Ella
asume las amenazas a su vida y a su familia como parte de su profesión
de periodista. Pero sabe, también, que se ha convertido en la mayor
esperanza de un cambio democrático y de libertad en Cuba.
¿Puedes cambiar Cuba? “Yo sola no, pero somos multitud”.
Posdata. Aquí está la entrevista en televisión con Yoani ( https://jorgeramos.com/es/)
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