Paraguay: Llegó la hora…

Por Caio Scavone

ABC Color

El próximo
domingo tendremos un nuevo presidente del Paraguay y el Tribunal Superior (¿hay
un inferior?) de la Justicia Electoral avisa que unas horas después del cierre
de las votaciones ya ventilarán el humo blanco que diga: habemus Presidente.

Esperemos que
así ocurra, que las elecciones sean tranquilas y que no aparezcan como aquellos
contadores y cantadores de votos de las internas coloradas para las
presidenciales del 93 o las urnas delivery liberales del año pasado que
necesitaron de meses para dilucidar al ganador.

En aquellas
internas republicanas para las presidenciales del 93, comentan los que
hurtaron, que algunas urnas fueron contabilizadas en la Caballería para que
Wasmosy no sea el perdedor ante Argaña y desde esa unidad militar se escuchó el
grito de algo así como: “ganó el muerto”. Sentencia que asegura el juez cuando
cualquier “mbatara” del comisario cae clavado mortalmente por otro gallo en la
pista de riña. Aclaro que cualquier parecido entre el mbatara que ganó la
interna y el mbatara que cayó muerto y ganó la riña, nada tienen en común y que
es pura coincidencia.

El de este
domingo, el que salga electo, será el Presidente número 59 de la era
constitucional de este país. El 13 de marzo de 1844 comenzó esta República a
tener una vida reglamentaria como país con el mandato de Carlos Antonio López ,
quien estuvo al frente del Paraguay hasta el 10 de setiembre de 1862, fecha de
su muerte. Estuvo nada menos que 18 años el primer presidente del Paraguay y
luego le sucedió su hijo Francisco Solano, quien manejó este país a su antojo
hasta el 15 de agosto de 1869, vale decir, otros 7 años. Fueron 25 años de
gobiernos lopistas. Ya habíamos comenzado así de mal.

Rescato que un
día 13 comenzó la vida constitucional de este país, los 25 primeros años de
gobierno quedaron a cargo de una familia y en la aipo revolución de mayo con el
“basta dijo y el cetro rompió” nos independizamos de los españoles ubicándole
al gobernador español como cabeza gubernamental.

Son indicadores
de que las cosas no iban a marchar tan bien en este país. Son 151 años de vida
constitucional y creo que ya no se puede seguir viviendo tan en joda en el
Paraguay.

Tendremos este
domingo un nuevo Presidente, pero el Palacio de López tendrá un nuevo inquilino
recién desde el 15 de agosto. El que salga electo ha venido sufriendo el ataque
de sus “ocasionales adversarios”, como en el fútbol. No son enemigos, pero
hicieron todo lo posible para que así ocurriera.

Todos han
recibido la cuota de ataques, aunque algunos recibieron al contado. Uno, como
su lista, fue atacado de narco. El otro como un mago que hizo desaparecer una
ruta o su importe. La alianza se ha nutrido de unos cuantos millones que deben
estar guardados en algún colchón ya que ninguna entidad bancaria quiere
ensuciarse con la tierra que tienen esos billetes.

Desde las
elecciones del 15 de abril a la toma de mando del 15 de agosto son 4 meses,
tiempo excesivamente largo para arrepentirse por quien se haya votado y quedar
blanqueado para ser parte del nuevo gobierno. Los 120 días que pasan entre la
elección y la toma de mando es tiempo suficiente para que las finanzas también
se blanqueen, toda vez que aparezca el detergente blanqueador que son los
guaraníes y en millones que nunca faltan.

Al que gane le
queda bastante trabajo para contentar a sus electores y primeros anillos y
muchos serán examigos cuando no consigan lo aspirado, pero existe una
ciudadanía que espera con ansias que de los muchos beneficios que tienen los
gobernantes –después de un siglo y medio como país constitucional– algo le
llegue al pueblo.

Creo que llegó
la hora de tentar ser un país…