Las preguntas que Maduro no contesta
La repentina marcha atrás del proclamado
presidente electo proclamado de Venezuela, Nicolás Maduro, después de
comprometerse públicamente a un recuento de los votos de las elecciones
del 14 de abril está perjudicando su propia legitimidad democrática, y
plantea cada vez más dudas sobre todo el proceso electoral.
He aquí
algunas de las preguntas que Maduro, que fue proclamado presidente
electo en una ceremonia “express” a menos de 24 horas de finalizadas las
elecciones, todavía no ha respondido:
-Si Maduro está tan seguro
de que ganó las elecciones por un 51,6 por ciento contra un 49 por
ciento del candidato opositor Henrique Capriles, como dictaminó el
supuestamente imparcial Consejo Nacional Electoral (CNE), ¿por qué no
acepta el recuento de votos pedido por su rival, tal como había
prometido hacerlo en su discurso de victoria de la noche de las
elecciones?
-Si los resultados de la elección fueran absolutamente
claros, ¿por qué el CNE organizó una ceremonia relámpago de
proclamación para instalar a Maduro en la presidencia el lunes, el día
después de las elecciones, en vez de esperar varios días como estaba
originalmente planeado?
-Si la presidenta del CNE Tibisay Lucena
fue un árbitro imparcial del proceso electoral, tal como afirma el
gobierno, ¿por qué pronunció un discurso político durante la ceremonia
de proclamación de Maduro el día lunes, acusando a Estados Unidos y a la
Organización de Estados Americanos de tener una actitud “injerencista
que busca intervenir la soberanía nacional” por sugerir un recuento de
votos para resolver la crisis política?
– Si los documentos de
Capriles de más de 3,200 casos de violaciones electorales en el día de
la votación —incluyendo fotos de gente hablándole al oído a los votantes
mientras estos emitían su voto— son fraguados, ¿por qué el gobierno no
aceptó al menos una investigación de estos casos por observadores
internacionales aceptados por ambas partes?
-Si las afirmaciones
de los lideres opositores de que los altos mandos militares intimidaron a
los votantes no son ciertas, ¿por qué el Ministro de Defensa Diego
Molero no fue destituido después de afirmar públicamente el 7 de marzo
que las fuerzas armadas bolivarianas de Venezuela “son revolucionarias,
anti-imperialistas, socialistas y chavistas”?
– Si Maduro es un
verdadero demócrata, ¿por qué prohibió el legítimo derecho de la
oposición de hacer una manifestación pacífica el miércoles para exigir
un reconteo de los votos? ¿Y por qué exigió el martes que Venevisión y
Televen, que se cuentan entre las últimas emisoras televisivas no
controladas por el gobierno, tienen que “definir de qué lado están”?
-Si
el proceso electoral fue justo, ¿por qué Maduro no permitió que los
observadores internacionales electorales de la Unión Europea y de la OEA
no pudieran monitorear el proceso electoral, incluyendo el acceso
igualitario al tiempo televisivo? ¿Por qué Maduro sólo autorizó a
“acompañantes” electorales de organizaciones amigas, que llegaron poco
antes de la votación?
-Si Venezuela celebró elecciones libres y
justas, ¿por qué al candidato de la oposición sólo se le concedieron 4
minutos diarios de publicidad televisiva paga, mientras Maduro podía
usar 14 minutos, más horas de cadenas televisivas gratis que hacía en su
calidad de presidente interino?
Maduro y Lucena han alegado que
los países que ponen en duda su victoria usan un doble rasero, porque no
objetaron cuando el presidente Felipe Calderón ganó las elecciones
mexicanas de 2006 por el 0,5 por ciento de los votos, o cuando George W.
Bush ganó las elecciones estadounidenses del 2000 por un margen
minúsculo de votos en el colegio electoral.
Pero es un argumento
tramposo, porque las autoridades electorales mexicanas permitieron el
recuento de 11,839 urnas cuyas resultados eran cuestionados por el líder
opositor Manuel López Obrador, y Calderón fue proclamado oficialmente
ganador alrededor de dos meses después de la elección, no al día
siguiente.
Además, Calderón había autorizado la presencia de una
misión de observadores electorales de la Unión Europea, entre otras, que
investigaron las acusaciones de fraude y concluyeron que Calderón había
ganado legítimamente.
La comparación con la elección de Bush es
igualmente tramposa, ya que en ese caso hubo un recuento de los votos
disputados de Florida que insumió casi un mes, y cuyo resultado fue
luego aceptado por el candidato opositor Al Gore.
Mi opinión:
Maduro puede o no haber ganado la elección, pero su negativa a permitir
un recuento total de los votos, y la naturaleza cada vez más represiva
de su gobierno arroja una gran sombra sobre su legitimidad.
Maduro
no sólo casi perdió —o perdió— una elección pese a tener el control
casi total de los medios y de contar con enormes recursos estatales para
su campaña, sino que generó aún más dudas sobre su victoria al celebrar
una ceremonia de asunción “express”, y al reprimir por la fuerza el
derecho de la oposición de pedir pacíficamente un recuento de los votos.
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