El Salvador: Nuestros propios demonios, la democracia y el mercado libre
Ayer Arturo Cruz, en un evento organizado por FUSADES, hizo un
análisis muy realista de la situación política centroamericana, país por
país. Cuando estaba hablando de Honduras hizo una observación muy
acertada refiriéndose a la crisis política que explotó con la deposición
de "Mel" Zelaya en 2009 y que continúa en una forma solapada hasta este
momento: que la crisis tenía que ver menos con Venezuela que con la
situación política de Honduras mismo, ya que nosotros inventamos
nuestros propios demonios y no necesitamos demonios importados para
hacer un desastre de nuestra política.
Esta observación se
aplica no sólo a Honduras sino a toda Centroamérica. Obviamente no
implica que los millones de dólares que Venezuela ha desparramado en la
región no hayan jugado un papel importante en los eventos de Honduras y
del resto de la región, sino que las preocupantes tendencias que vemos
en la región existirían aún si Hugo Chávez nunca hubiera existido.
Reconociendo
esta realidad, varios de los otros participantes del panel
diagnosticaron que el problema ha sido que la democracia y el mercado
libre no han funcionado como se esperaba cuando se hicieron las reformas
de finales de los años Ochenta y principios de los Noventa. De hecho,
si se toma como medida del éxito la tasa de crecimiento económico, el
menos democrático de los países de la región, Nicaragua, pareciera ser
el que está comportándose mejor.
Partiendo de esto es muy fácil
concluir que el problema está con estos sistemas y que tenemos que
sustituirlos por algo todavía indefinido pero que no sería ni mercado
libre ni democracia. Pero el hecho que la democracia y el mercado libre
no estén funcionando como lo esperado no implica necesariamente que el
problema está en los sistemas. Todo indica que el problema está en
nosotros, que no podemos hacer funcionar bien sistemas que han estado en
la base del desarrollo de los países más avanzados del mundo.
El
problema es que nosotros esperamos que estos sistemas funcionen
automáticamente, aun si hacemos todo lo posible para que no funcionen.
Las sociedades centroamericanas aceptaron que el mercado libre se
subordinara a intereses creados a través de privilegios otorgados por
los gobiernos, y ahora se quejan de que aparezca Alba y se aproveche de
esos privilegios. También permitieron que las instituciones se
prostituyeran porque esto se hacía a favor de intereses establecidos y
ahora protestan porque intereses nuevos y extranjeros se aprovechan de
la corrupción existente. Y después de erosionar de esta forma las
propias fundaciones del mercado libre y de la democracia, los
centroamericanos culpan al mercado libre y a la democracia por su
fracaso. Es el borracho que después de un accidente culpa al carro por
no haber corregido los efectos de su borrachera.
Si queremos que
el mercado libre funcione, no lo llenemos de privilegios. Si queremos
que la democracia funcione, no aceptemos la corrupción de las
instituciones. Así de simple.
Irónicamente, la misma Nicaragua,
que pareciera ser la más exitosa de la región, es el ejemplo vivo de
este problema. Ha dejado que se corrompan las instituciones de la
libertad por la ilusión de que el que las está corrompiendo les está
dando a los ciudadanos una ventaja económica. Esto es una ilusión
porque Nicaragua está creciendo como resultado del boom de productos
primarios. Peor aún, por esta ilusión los nicaragüenses están vendiendo
su libertad, el alma de la creatividad y el progreso que jamás debería
venderse por ningún precio. Ortega es como Somoza, que dio la ilusión de
crecer y creó las condiciones para 20 años de miseria. En la siguiente
vuelta de la historia Centroamérica se dará cuenta otra vez de que la
tiranía y la corrupción no llevan al desarrollo sino al eterno
estancamiento que ha sido el destino de Latinoamérica.
En una
tira cómica llamada Pogo, un personaje dice: "He encontrado al enemigo, y
somos nosotros". En Centroamérica, hemos encontrado a los demonios, a
los que no nos dejan progresar, y somos nosotros.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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