El error de Obama en México
A pesar de las promesas de aumentar los lazos
económicos que hará el presidente Obama durante su viaje a México a
partir de hoy, todo indica que Washington se resistirá a acceder a un
importante pedido de México: que todos los países de America del Norte
sean parte de las negociaciones de libre comercio entre Estados Unidos y
la Unión Europea.
Desde que el presidente Obama anunció a principios
de este año su intención de firmar un ambicioso acuerdo de libre
comercio transatlántico con los 27 miembros de la Unión Europea, México
pidió ser incluido en ese pacto. Pero a juzgar por lo que me dicen los
funcionarios estadounidenses, la Casa Blanca aún no está preparada para
eso.
Los funcionarios mexicanos dicen que aunque México ya tiene
un acuerdo comercial con la Unión Europea y tanto Estados Unidos como
Canadá están negociando su propio acuerdo, no tiene sentido de que los
tres países tengan acuerdos separados con Europa. Sería mucho mejor
unirse y negociar un acuerdo comercial con la Unión Europea, afirman.
Pero
los funcionarios estadounidenses afirman que el gobierno de Obama tiene
las manos llenas con dos complejas negociaciones comerciales en curso:
la Sociedad Transpacífica, con varios países asiáticos y
latinoamericanos de la costa del Pacífico, incluyendo México, y la
Sociedad Transatlántica con la Unión Europea.
“Por primera vez en
esta administración, tenemos dos enormes iniciativas comerciales, y
agregar a México y Canadá complicaría enormemente las negociaciones con
la Unión Europea”, me dijo un alto funcionario del gobierno
estadounidense.
Los mexicanos no están nada contentos con esa
respuesta. Un acuerdo de libre comercio entre Norteamérica y la Unión
Europea ayudaría a México, entre otras cosas, a exportar libre de
impuestos a Europa productos automotrices hechos con componentes
estadounidenses y canadienses. Bajo las reglas de origen de los acuerdos
de libre comercio, los países no pueden exportar bienes fabricados con
componentes provenientes de terceras naciones.
“Igual que ahora le
pasa a México, Estados Unidos no podría exportar a Europa productos con
componentes mexicanos y canadienses”, me dijo Sergio Alcocer,
subsecretario de Relaciones Exteriores de México. “Es mejor tener un
acuerdo de América del Norte con Europa que tres acuerdos separados”.
Robert Pastor, un profesor de American University y autor del libro La Idea de América del Norte,
que propone una integración económica más estrecha entre Estados
Unidos, Canadá y México, me dijo que la decisión de la administración
Obama de no incluir a México y Canadá en sus conversaciones con Europa
es “extremadamente miope”.
“No hay mejor manera de mejorar la
competitividad estadounidense en el mundo que crear primero un mercado
norteamericano único”, me dijo Pastor.
Durante su visita, se
espera que Obama cumpla con el deseo del presidente mexicano Enrique
Peña Nieto de “desnarcotizar” la agenda bilateral y dedicarle tanto o
más tiempo a mejorar las relaciones económicas.
Los dos
presidentes tienen planeado anunciar un “grupo consulta” a nivel
ministerial, que se reuniría al menos una vez al año, de manera muy
semejante al grupo de consulta binacional que se reúne anualmente para
coordinar temas de narcotráfico y seguridad.
También se espera que
ambos presidentes anuncien planes para aumentar los intercambios
estudiantiles y académicos, incluyendo programas para posibilitar
diplomas binacionales.
Es muy probable que Peña Nieto también le
pida a Obama que le ayude a ganar votos para la elección del candidato
mexicano Herminio Blanco como presidente de la Organización Mundial de
Comercio.
Blanco y el candidato de Brasil, Roberto Azevedo, son los dos finalistas para el cargo, que debe decidirse el 8 de mayo.
México
argumenta que —a diferencia de Brasil, que sigue políticas más
proteccionistas y ha firmado pocos acuerdos de libre comercio— es una
economía abierta que ha firmado 44 acuerdos de libre comercio.
Mi
opinión: Obama merece crédito por viajar a México y a Costa Rica, y por
prestar atención a la región después de haberle dedicado poco tiempo
durante su primer mandato.
Pero Pastor tiene razón: en una
economía global en la que los países crean bloques regionales para
construir cadenas de abastecimiento y producir bienes competitivos,
Obama debería concentrarse en aumentar la integración entre los tres
países de Norteamérica, que no ha avanzado mucho desde la entrada en
vigor del Tratado de Libre Comercio de America del Norte, o NAFTA, en
1994.
El error de Obama es pensar en México en terminos de una
relación bilateral, en lugar de pensar en México como un socio regional.
En
vez de lanzar un ambicioso acuerdo de libre comercio con Europa, Obama
debería darle un nuevo impulso al NAFTA —algo que contribuiría a
resolver los problemas de inmigración, narcotráfico y medio ambiente de
Estados Unidos — y recién después negociar un acuerdo de libre comercio
entre Norteamérica y la Unión Europea.
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