Las redes latinas de Irán al descubierto
The Wall Street Journal Americas
Según el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad,
Irán es un país que ama la paz, que se concentra en sus propios asuntos
y que simplemente intenta salir adelante en un mundo que le es
inexplicablemente hostil. Pero una investigación de ocho años de un
fiscal argentino sobre el atentado de 1994 al centro comunitario judío
AMIA en Buenos Aires —en el que murieron 85 personas— dice algo muy
distinto sobre la agenda global de Irán.
Según Alberto Nisman, que fue asignado al caso en 2005, Irán está
sembrando una revolución en todo el mundo y América Latina es un blanco
clave. En un informe de más de 500 páginas presentado el 29 de mayo,
Nisman delinea la sofisticada red terrorista iraní que se extiende desde
el Caribe hasta el Cono Sur.
Sus blancos no se limitan a zonas al
sur del Río Bravo (que divide a México de Estados Unidos). El intento
frustrado de detonar explosivos en el aeropuerto John F. Kennedy de
Nueva York en 2007, argumenta Nisman, fue una operación planeada por
Irán que fue gestionada desde Guyana de manera casi idéntica al ataque
en Buenos Aires. Su informe proporciona evidencia que sugiere que
numerosas células similares operan en la región.
En octubre de 2006, Nisman acusó a siete iraníes y a un libanés
miembro de la milicia pro iraní Hezbolá por los homicidios en la AMIA.
La Interpol emitió notificaciones de arresto pero no hubo capturas.
Luego, a fines del año pasado, el gobierno de Cristina Fernández de
Kirchner anunció que una "comisión de la verdad", designada por
Argentina e Irán, examinaría la viabilidad del caso del fiscal.
Para muchos argentinos, eso equivalía a dejar que el zorro decidiera
el destino de los pollos. Pero Kirchner siguió adelante y consiguió la
aprobación del Congreso. El 20 de mayo, Ahmadinejad aprobó la
participación de Irán en la comisión.
La respuesta de Nisman fue soltar una montaña de evidencia contra Teherán al ciberespacio disponible para todo el mundo.
El hilo que llevó a Nisman a analizar más de cerca el complot en el
aeropuerto JFK, y después el resto de la región, parece haber comenzado
con Mohsen Rabbani. Él era el agregado cultural iraní en Buenos Aires en
1994 y el hombre que el informe de Nisman identifica como "artífice de
la logística local en el atentado a la AMIA".
Rabbani fue uno de varios agentes que Irán envió al mundo a
principios de los años 80 para ejecutar un plan de transformar sus
embajadas en centros para la exportación de la revolución. Él fue a
Argentina, Mohammad Tabatabaei Einaki fue enviado a Brasil y, según el
informe de Nisman, Irán "aceptó a Abdul Kadir como su agente en Guyana".
Kadir más tarde sería condenado en EE.UU. en la conspiración del
atentado al JFK y sentenciado a cadena perpetua.
Como indica el informe de Nisman, "resulta relevante que —en base a
la documentación incautada y aportada a esta investigación por la
justicia norteamericana […]— se han evidenciado sorprendentes
similitudes en la instalación y desarrollo de la estructura de
inteligencia e infiltración llevados a cabo en Argentina y Guyana a
partir de 1983".
Los agentes de seguridad pública guyaneses que allanaron la
residencia de Kadir tras descubrir el complot contra el JFK encontraron
"cartas dirigidas a Mohsen Rabbani, artículos periodísticos que hacían
mención a la mezquita 'At Tauhid', a cargo de Rabbani y un índice
telefónico personal de Abdul Kadir, en el cual estaban consignados los
datos de Rabbani". El fiscal apunta que esto llevó a su equipo a
realizar "una investigación más profunda a fin de poder contextualizar
debidamente el atentado a la sede de la AMIA".
Nisman halló que Kadir era discípulo de Rabbani, quien creía que
había un gran potencial para la revolución iraní en la aún no explorada
América Latina y quien "fue el portavoz en la Argentina de la línea más
dura dentro del Régimen Iraní".
El modelo no es complicado. Los verdaderos creyentes son colocados en
estructuras legales, como embajadas, centros culturales, mezquitas y
escuelas religiosas, donde llevan a cabo tareas oficiales pero también
radicalizan a los convertidos, recaudan fondos, transmiten
comunicaciones secretas y ponen los cimientos de la revolución. Así, las
mezquitas, por ejemplo, tienen una "dual utilización" como "estaciones
de inteligencia".
Irán no tenía una embajada en Guyana, por lo tanto Kadir utilizó el
puesto diplomático de Teherán en Venezuela para mantener contacto con el
régimen. Fundó el Centro de Investigación Islámico de Guyana y se
convirtió en el representante de la Secretaria del Movimiento Islámico
del Caribe. Efectuó su trabajo en países vecinos y "utilizó la difusión
religiosa para encubrir trabajos abiertamente ilegales", como la
formación de redes radicales.
Al mismo tiempo, Rabbani dirigía operaciones en Uruguay, Chile y
Colombia. La oficina de Nisman indica que Mohammad Tabatabaei Einaki fue
expulsado de Brasil en 1986 pero es altamente improbable que no haya
sido reemplazado. La frontera brasileña con Paraguay y Argentina es una
guarida reconocida de Hezbolá, pero el informe de Nisman afirma que los
miembros radicalizados de la secta musulmana chiíta —de la que Irán se
considera líder— también son conocidos por operar en São Paulo, Paraná y
el Distrito Federal en Brasil. El informe ni siquiera menciona a
Nicaragua, donde Irán tiene una presencia grande.
Será interesante ver si la "comisión de la verdad" de Ahmadinejad y Kirchner convoca a Nisman a testificar.
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