La reforma migratoria y la guerra de los números
La noticia es que va
caminando en el Senado y en la Cámara de Representantes. Nunca en casi
tres décadas habíamos estado tan cerca de legalizar a la mayoría de los
indocumentados que viven en Estados Unidos y que, según los últimos
cálculos, rondan por los 11 millones. Y sabemos que nos estamos
acercando por la cantidad de ataques que están recibiendo los
inmigrantes.
El ataque más reciente es de los que creen que legalizar a
los indocumentados va a costar mucho dinero. Muchísimo. Un estudio de
la Fundación Heritage (https://herit.ag/YpRLxi) concluyó que a lo largo
de toda su vida esos inmigrantes le costarían 6.3 billones de dólares ( trillions, en inglés) al gobierno de Estados Unidos por servicios sociales, médicos, educativos y muchos otros.
Pero
ese estudio tiene dos problemas. Uno, no calcula todos los trabajos que
los inmigrantes legales crearían –hasta 900 mil al año, de acuerdo con
un estudio del profesor Raúl Hinojosa de UCLA para el Instituto William
C. Velazquez. Además, los trabajadores legales suelen gastar más y
ahorrar más, invierten más y no temen, como los indocumentados, el
iniciar nuevas empresas. Ya no tienen que esconderse. El profesor
Hinojosa calculó también que, cada año, esos inmigrantes legalizados
contribuirían hasta 5,400 millones de dólares en nuevos impuestos. Es
decir, los ex indocumentados serían un negociazo para Estados Unidos.
El
otro problema con el estudio de la Fundación Heritage es quién lo hizo.
Uno de sus autores, Jason Richwine, tuvo que renunciar a la Fundación
luego que se conociera que en su tesis de doctorado para Harvard en el
2009 escribió que “en promedio, el coeficiente intelectual de los
inmigrantes en Estados Unidos es substancialmente menor que el de la
población blanca y así se mantendrá por varias generaciones (…) y nadie
sabe si los hispanos alguna vez tendrán la capacidad mental de los
blancos”. Richwine parece estar cargado de prejuicios.
Si tú
crees, de entrada, que los hispanos no pueden ser tan listos, tan
capaces y tan educados como el resto de la población, entonces tus
conclusiones nunca podrán ser objetivas y creíbles. Además, comparar a
los hispanos con los blancos es un gravísimo error ya que los latinos no
son una raza. Hay, desde luego, muchos latinos blancos.
El
estudio de la Fundación Heritage quedó opacado por la controversia que
generó uno de sus autores. Pero aun así queda abierta la pregunta: ¿los
inmigrantes indocumentados contribuyen más de lo que toman de la
sociedad? La respuesta es un categórico sí.
Un ejemplo. Tomemos
el caso del sistema de salud de Estados Unidos. La escuela de medicina
de la Universidad de Harvard quería saber si los inmigrantes habían sido
una carga para el programa de Medicare, que ayuda a los mayores de
edad. La frecuente acusación de los más conservadores es que los
inmigrantes abusan de los programas sociales que ofrece el gobierno.
Bueno, la conclusión fue exactamente la opuesta.
Del
2002 al 2009 los inmigrantes le generaron al Medicare una ganancia de
115,000 millones de dólares. En cambio, los nacidos en Estados Unidos le
ocasionaron una pérdida al gobierno durante el mismo período de 28,000
millones de dólares.
Esta es la guerra de los números. Por cada
estudio, como el de la Fundación Heritage, que acusa a los inmigrantes
de ser una carga para la economía de este país, hay otro que sale
argumentando exactamente lo opuesto. ¿A quién le creemos?
Dejemos
los números a un lado y déjenme contarles lo que yo he visto en mis 30
años en Estados Unidos. Los indocumentados que yo conozco han venido a
este país a trabajar, no a robar ni a abusar de los programas
gubernamentales. No son criminales ni terroristas. Muchos de ellos
tienen dos y hasta tres trabajos. Quieren que sus hijos estén mejor
educados que ellos y hacen cualquier esfuerzo por sacarlos adelante.
Pagan
impuestos –cada vez que compran algo y lo que les retienen en sus
empleos sin ningún beneficio. Pero si estuvieran legales pagarían aún
más impuestos ya que no tendrían que esconderse ni hacer todas sus
transacciones en efectivo. Tan pronto como puedan salir de las sombras,
esos indocumentados van a ser los primeros en abrir cuentas de banco, en
crear pequeñas empresas, en regularizar su situación fiscal y en
comprar casa y coche. Además, enviarán más dinero a sus países de
origen. Es decir, todos ganan.
Los indocumentados no le quitan el
trabajo a nadie. El Immigration Policy Center concluyó en un estudio
que “los inmigrantes no son los causa del desempleo en Estados Unidos”.
De hecho, crean empleos y no suelen competir por los mismos puestos de
trabajo que los nacidos en este país.
Que no le digan, que no le
cuenten. La maravillosa diversidad y fuerza de Estados Unidos se basa en
que fue creada por inmigrantes. Este es un país que está unido, no por
raza, religión o idioma, sino por la idea de que todos somos iguales,
vengamos de donde vengamos. Este experimento social ha dado
extraordinarios resultados: hay muy pocos países en el mundo con una
democracia multirracial, multiétnica y multicultural como la de Estados
Unidos.
No podemos, no debemos, cambiar lo que ha funcionado tan
bien por más de dos siglos. Más allá de los números, hay que darle la
bienvenida a los que vienen detrás de nosotros. Es exactamente lo mismo
que hicieron los que llegaron antes que nosotros.
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