El gas lacrimógeno, un negocio en alza
Río de Janeiro. Manifestantes se protegen del gas lacrimógeno fuera del Estadio Maracaná este 16 de junio.
El que piense que vivimos en un mundo dominado por la
austeridad y la falta de inversión empresarial no se ha fijado en los
números de la industria del gas lacrimógeno y los jugosos contratos que
están recibiendo de los gobiernos.
Aquí se rompe el molde. Desde la Primavera
Árabe, el mercado de seguridad interna en el Medio Oriente tuvo un
incremento del 18% en su valor, rozando los 6.000 millones de euros en
2012.
El gas lacrimógeno ha sido una
herramienta central en el desalojo del Parque Gezi en Estambul este fin
de semana y en la represión a las protestas en Río de Janeiro contra el
excesivo gasto en la organización de la Copa Mundial de fútbol del año
próximo.
Egipto y Túnez están aumentando sus compras de
material antidisturbios en momentos en que negocian préstamos con el
Fondo Monetario Internacional para cubrir sus baches presupuestarios. En
la eurozona de la austeridad las cosas no son demasiado diferentes.
El presupuesto 2012 del gobierno español de
Mariano Rajoy contempla recortes en prácticamente todas las áreas, pero
en material antidisturbios el gasto se eleva de unos 173.000 euros a más
de tres millones en 2013.
Anna Feigenbaum, que investiga la historia
política del gas lacrimógeno en la Universidad de Bournemouth en el
Reino Unido, estima que austeridad y aumento de los gastos de seguridad
van de la mano.
"Con la austeridad ha habido una gran
intensificación de las protestas y del uso del gas lacrimógeno. Grecia
ha estado a la vanguardia en este respecto", indicó a BBC Mundo.
En otras palabras, para la industria del gas lacrimógeno, nada como las crisis económico-sociales.
Un mercado global
Turquía ha sido uno de los casos con más cobertura mediática, pero un mapa de las protestas planetarias y del uso de gas
lacrimógeno, elaborado por Feigenbaum, muestra la extensión de este
mercado desde enero de 2013.
Según se aprecia en el referido la mapa, las
protestas (y el uso de gas lacrimógeno) van desde las manifestaciones
por la violación de una mujer en India a las de estudiantes en Chile y
maestros en México, o las de trabajadores en Francia y España.
La organización internacional "War Resister
League", que tiene una campaña específica contra el gas lacrimógeno, ha
identificado la presencia de compañías estadounidenses como Combined
Systems Inc , Federal Laboratories y Non Lethal Technologies de
Argentina a India; de Bahrén, Egipto e Israel a Alemania, Holanda,
Camerún, Hong Kong, Tailandia y Túnez.
La brasileña Condor Non-Lethal Technologies, una de las principales proveedoras de Turquía, vende sus productos a 41 países.
El complejo militar-industrial-gubernamental
Estas empresas son parte de lo que el
expresidente de los Estados Unidos Dwight D. Eisenhower definió como
complejo militar-industrial. En la ecuación de Eisenhower faltaba el
tercer término: el gobierno.
El complejo militar-industrial-gubernamental suele entrar en conflicto con la diplomacia y la retórica sobre derechos humanos.
En medio de la Primavera Árabe, compañías
estadounidenses exportaron unas 21 toneladas de munición, equivalentes a
unas 40.000 unidades de gas lacrimógeno.
En términos de manejo de protestas, nada ha
cambiado con la "democratización" egipcia. Este año el ministerio del
Interior ordenó unos 140.000 cartuchos de gas lacrimógeno al mismo
elenco de exportadoras estadounidenses.
En febrero, el portavoz del departamento de
Estado, Patrick Ventrell, defendió el otorgamiento de licencias para la
exportación a estas compañías diciendo que el gas lacrimógeno "salva
vidas y protege la propiedad".
En respuesta a las preguntas de Gerardo Lissardy
de BBC Mundo en Brasil, la compañía Condor Non-Lethal Technologies usó
argumentos similares.
"Las tecnologías no letales están diseñadas para
incapacitar temporalmente a las personas sin causar daños irreparables o
muerte. Sus efectos son totalmente reversibles. Según una recomendación
de la ONU en 1990, la policía tiene que hacer un uso proporcional de la
fuerza por medio de armas no letales en consonacia con los derechos
humanos y el respeto a la vida", señaló un portavoz de la organización a
BBC Mundo.
La palabra clave es "no letal" (non lethal), expresión que figura en el logo de muchas compañías.
En la I Guerra Mundial el gas lacrimógeno fue
clasificado como un producto químico. Desde entonces ha habido un
continuo deslizamiento semántico de obra y gracia del complejo
industrial-militar-gubernamental, según Anna Feigenbaum.
"Las armas que pueden matar gente no pueden ser
no letales. Lo que pasa es que por presión de los gobiernos y las
corporaciones, se cambió el nombre de 'arma química' a 'irritante
químico' o 'instrumento de control de disturbios'. Esto ha producido una
normalización. El gas lacrimógeno que se comenzó a usar en el "control
de multitudes" en la década del 30, se generalizó a partir de los años
60", señaló a BBC Mundo.
Una investigación que ordenó el gobierno
británico sobre el uso del gas lacrimógeno a fines de los 60 en Irlanda
del Norte habría contribuido en forma particularmente significativa a
esta normalización.
La investigación concluyó que no constituía
peligro ni siquiera para las embarazadas o los ancianos, una afirmación
duramente criticada por Amnistía Internacional y Médicos por los
Derechos Humanos.
Estas organizaciones sostienen que no se
necesita ser mayor o estar embarazada para sentir efectos
"irreversibles" de estas armas no letales. Entre las muertes más
recientes atribuidas al uso de gas lacrimógeno figuran la del
adolescente Ali al-Shiek Bahrain el año pasado y el palestino Mustafa
Tamini a fines de 2011.
"Sorprende que el mismo tiempo que Estados
Unidos aprueba el suministro de armas a rebeldes sirios por la supuesta
evidencia de ataques químicos ordenados por el gobierno de Assad,
condone la exportación de gas lacrimógeno. Ningún gobierno debería
aprobar o pagar por el uso de armas químicas", dijo a BBC Mundo Kimber
Heinz de la War Resister League.
El palo y la zanahoria
El arte de gobernar se ha equiparado con
frecuencia al manejo del palo y la zanahoria, como se conoce
popularmente el sistema de premios y castigos estudiado por la
Psicología Social.
En la Europa "social" de la posguerra, la
zanahoria era el Estado benefactor que buscaba proteger a la población
de los avatares de la vida.
Con los actuales niveles de desempleo y un
recorte continuo de las prestaciones sociales, parece quedar poco de la
zanahoria: su lugar lo ocupa el palo a secas.
En el mapa del uso del gas lacrimógeno se encuentran varios países europeos: Bélgica, Alemania, Francia, España.
El complejo
industrial-armamentístico-gubernamental, poderoso en Estados Unidos,
tiene su correlato en la Unión Europea, tanto en países como el Reino
Unido que no se manejan con el euro como en la eurozona misma.
La crisis de la deuda soberana es un ejemplo.
Mientras la Troika impulsaba un ajuste del gasto de Grecia en plena
crisis, Alemania, Francia y Holanda presionaban al gobierno griego para
que mantuviera el gasto militar del que dependían varios contratos.
Este complejo es responsable de una contínua
redefinición de los términos, como se evidenció en la exposición en
Londres de productos para la lucha contra el terrorismo este abril, que
tenía al gas lacrimógeno entre sus productos estelares.
"Desde 2001 la industria del antiterrorismo ha
crecido mucho y en los últimos años se ha visto esta equiparación del
disenso civil con el antiterrorismo", señala Feigenbaum.
La exposición calculaba que la industria antiterrorista en su conjunto crecería un 20% para el final de la década.
Si se añaden estas estimaciones a la
reinterpretación en curso del tema del palo y la zanahoria, se puede
concluir que la industria del gas lacrimógeno tiene un futuro
promisorio.
- 28 de marzo, 2016
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