¿Será el Canal de Nicaragua un Cuento Chino?
El contrato de Nicaragua con una empresa china
para construir una vía acuática transoceánica de 40 mil millones de
dólares que competirá con el Canal de Panamá puede ser, o bien el
proyecto económico más importante de América Latina en mucho tiempo, o
el mayor fraude gubernamental de la historia reciente de la región.
Hay
varias razones para pensar que podría ser esto último. La gran
pregunta, sin embargo, es por qué varias respetables empresas
consultoras de Estados Unidos —entre ellas McKinsey, McLarty Associates y
el ex directivo del grupo contra la corrupción Transparencia
Internacional, Ronald MacLean Abaroa— se han prestado a trabajar para
este proyecto si resulta tan turbio como parece a primera vista.
El
presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, firmó el contrato con el
empresario chino de 41 años Wang Jing a principios de este mes sin
ninguna licitación pública, y pese al hecho de que la empresa de Wang no
tiene experiencia en la construcción de canales.
Lo que es más,
Wang ha llegado a Nicaragua de la mano del hijo de Ortega, Laureano, de
27 años, suscitando sospechas de que la familia Ortega podría tener
alguna participación secreta en el acuerdo. Laureano Ortega trabaja para
la agencia de promoción de inversiones del gobierno nicaragüense,
Pro-Nicaragua.
El acuerdo, que fue aprobado por el congreso
nicaragüense —controlado por Ortega— en menos de 48 horas, otorga a la
compañía de Wang, Hong Kong Nicaragua Canal Development Investment Co.
(HKND), una concesión de 50 años para construir el canal, con la opción
de manejarlo durante otros 50 años.
Los críticos dicen que se
trata de una monumental cesión de soberanía nicaragüense, y que Wang
prácticamente será dueño del país.
“Este es el mayor escándalo de la historia reciente”, dice Carlos Fernando Chamorro, editor de la revista nicaragüense Confidencial.
“Mientras que en Panamá se llamó a una licitación pública para la
ampliación del Canal de Panamá, y sometió el tema a un referéndum
nacional, aquí se eligió el ganador a dedo, y aprobó la ley en un día y
medio”.
El gobierno de China dice no tener nada que ver con el
proyecto, y los funcionarios estadounidenses dicen no saber mucho del
mismo. “Hasta ahora, no ha sido transparente”, me dijo Roberta Jacobson,
la encargada de asuntos latinoamericanos del Departamento de Estado.
Pero
los consultores estadounidenses que trabajan para HKND aseguran que han
investigado los antecedentes de Wang y que no hubieran puesto en juego
su reputación si el empresario y el proyecto no fueran legítimos, ni
siquiera por los $45 millones que, según fuentes de la industria, Wang
deberá pagar a las empresas consultoras por los estudios de factibilidad
del canal.
Los asesores de HKND alegan que no hubo licitación pública porque la ley de recursos naturales de Nicaragua no lo requiere.
Stephen C. Donehoo, socio de McLarty Associates —la firma consultora de
Washington D.C. encabezada por el ex jefe de gabinete de la Casa Blanca
de Bill Clinton, Mack McLarty—, me dijo que “antes de aceptar este
contrato de asesoría, hicimos nuestros estudios para asegurarnos de que
podíamos estar convencidos de que Wang no es un testaferro del gobierno
chino, y determinamos que no lo es”.
Donehoo agregó que “Se trata
de un emprendedor que ve una oportunidad, y está arriesgando su propio
dinero para hacer los estudios de factibilidad y ver si el proyecto
funciona”.
El vocero oficial de HKND, MacLean Abaroa, un ex
político boliviano que fue uno de los fundadores de Transparencia
Internacional y luego trabajó para el Banco Mundial, me aseguró que Wang
es el principal interesado en que el proyecto sea transparente.
Esto
se debe a que una vez que se terminen los estudios de factibilidad,
Wang tendrá que salir al mercado internacional de capitales a buscar
fondos, “y nadie pondría un centavo si esto fuera un fraude”.
En
cuanto a las sospechas sobre del hijo de Ortega, MacLean me dijo que
Laureano Ortega se ha involucrado en el proyecto “en su calidad de
miembro de la oficina de promoción de inversiones de Nicaragua, y no
como individuo. Su trabajo es traer inversiones al país”.
Mi
opinión: Este es un contrato muy raro, firmado por uno de los
presidentes menos democráticos de Latinoamérica, con un empresario chino
del que no se sabe mucho, y sin licitación pública.
Si Wang
quiere recaudar capitales internacionales, sería bueno que convenza a
Ortega de que convoque a un referéndum —tal como lo hizo Panamá — y
pregunte a los nicaragüenses si el proyecto es legal y ambientalmente
saludable.
De otra manera, los mayores ganadores no serán los
nicaragüenses, ni otros países que podrían exportar sus productos a
menor costo, al haber dos canales transoceánicos en la región, sino las
empresas consultoras, que ya están ganado un dineral con este proyecto
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