Cristina K: Angustiada, chabacana, pero, ¿cuán sola?
El clima político se recalienta aún más en
Argentina por la cercanía de las primarias del próximo 11 de agosto, con
vista a la nominación de los candidatos que se presentarán a la
elecciones legislativas del 27 de octubre para la renovación parcial de
las Cámaras de Diputados y de Senadores.
En la instancia están en
juego 127 bancas de un total de 257 en diputados y 24 en un Senado
compuesto por 72 miembros. El resultado puede implicar un cambio en la
integración de las cámaras donde el oficialismo kirchnerista es mayoría,
lo que sería un duro golpe para la presidenta Cristina Fernández y
probablemente el principio del fin de su poder. Ahora, si ratifica su
preminencia en el Congreso, eso le asegura la chance para la
re-reelección, reforma legal mediante, e implicará mas presión y
limitaciones para la libertad de prensa y nuevos empujes para someter y
quitar independencia al Poder Judicial. Este hasta hoy se ha salvado por
una decisión de la Suprema Corte que declaró inconstitucional una
reciente ley del kirchnerismo dirigida a politizar y hacer aún más
dependiente del Ejecutivo a ese otro poder del Estado.
En
apariencia la presidenta no está en sus mejores momentos: ni políticos
ni personales. Para Elisa “Lilita” Carrió, reconocida dirigente política
de la oposición, precandidata a diputada para octubre y enemiga
acérrima desde casi siempre de Cristina Fernández, la imagen de ésta
muestra a una mujer “encerrada, sola, oscura, angustiada y violenta”.
Lilita no escatima: al referirse a los ataques continuos de la
Presidente a la Corte de Justicia, al tiempo de poner en duda si
“efectivamente se recibió de abogada”, dijo que sus arremetidas
oratorias la muestran “extremadamente vulgar, de una chabacanería que da
pena”.
Miriam Quiroga, quien fuera secretaria privada y
colaboradora “muy íntima” del fallecido Néstor Kirchner, coincide con
Carrió: públicamente dijo que no la ve bien a Cristina, a la que definió
como una persona “con gran capacidad oratoria, distante, autoritaria y
muy sola” la que ahora, al estar “tan embriagada de poder”, ya ni
escucha ni a sus más íntimos asesores.
Quiroga denunció hace pocas
semanas diferentes actos de corrupción que tuvieron lugar durante la
presidencia de Néstor Kirchner, que son motivo de escándalo en Argentina
y al que no han podido frenar los esfuerzos de una elite intelectual
privilegiada por el kirchnerismo ni los jueces y fiscales amigos que
tiene en el Poder Judicial.
Este testimonio es muy importante por
cuanto se afirma que Quiroga fue mucho más que la secretaría privada de
Kirchner, tras cuya muerte fue despedida como funcionaria y a la que se
le cerraron todas las puertas del Estado por orden de Cristina. Sobre
ese respecto –la relación sentimental– su evasiva respuesta es harto
elocuente: “Es una cuestión muy personal. Tuve (con Néstor Kirchner) una
relación de profundo afecto, confianza e intimidad por los años
compartidos. Todo lo demás va a quedar en la memoria”.
Sobre el
matrimonio presidencial su parquedad también fue ilustrativa; dijo que
todos los que estaban en el entorno sabían que “era un matrimonio que no
funcionaba” –contrariamente a lo que afirma la presidente–, pero
enfatizó en que “sí eran una pareja política que funcionaba a la
perfección”, lo que de alguna forma revela que Cristina no ignoraba nada
de lo que hacía su marido (eventuales actos de corrupción incluidos).
Cómo
afecta todo esto política y electoralmente al cristinismo o
kirchnerismo, es difícil de pronosticar. Todos hablan de su gran
enriquecimiento personal, de sus continuos atentados contra derechos
básicos, de su autoritarismo. Señalamientos ciertos, pero tan ciertos
como que llegadas las elecciones el kirchnerismo se alza con el triunfo.
Puede que sea porque aun tiene “dinero en caja” para repartir , pero
quizás sea más porque no tiene enfrente una oposición que haya logrado
unirse. Esto es, que haya concretado en las formas, con la unidad, un
mensaje a los votantes con una única prioridad, por sobre las ambiciones
de poder y veleidades personales, que es la caída del kirchnerismo.
Mientras eso no pase, quizás no sea cierto que la presidente Cristina
Kirchner esté tan sola. No es lo que hasta ahora han dicho las urnas.
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