Un sueño de juventud en la vejez
Hay quienes temen que la vejez se presente como
una etapa solitaria y a la intemperie, sobre todo aquellas personas que
no cuenten con una sólida red familiar. Pero también los hay que,
teniendo hijos, eligen la independencia en la tercera edad con el afán
de no ser un estorbo y preservar la autonomía de la que siempre gozaron.
Ese es el caso de un grupo de jubilados que en España acaba de estrenar
una comunidad en la localidad de Torremocha de Jarama con el fin de
envejecer juntos pero no revueltos.
El diario El País
les dedicó un reportaje a estos 81 hombres y mujeres de los cuales el
más joven tiene 67 años, que en los noventa comenzaron a trazar el plan
de una convivencia en la que habría espacios comunes pero cada uno (o
cada pareja) viviría en un piso de razonables dimensiones y con las
comodidades básicas. Lo que estos amigos con intereses similares
buscaban era una suerte de comuna que ofreciera intendencia para los
años venideros, pero alejada del concepto del asilo o viviendas
asistenciales con reglas establecidas por otros.
De lo que se
trata es de administrar la libertad individual hasta el final en un
entorno diseñado por la cooperativa a partir de un presupuesto
compartido. Por ejemplo, estos nuevos vecinos de un pueblo que pertenece
a la comunidad de Madrid cuentan con un huerto, clases de taichi y una
sala de la “espiritualidad” destinada a la meditación que ha sido
inaugurada con cantos tibetanos.
El proyecto de Torremocha de Jarama no es el primero ni el único, pues está inspirado en el cohousing que
en los años sesenta se impulsó en Dinamarca entre familias que querían
construir un hábitat a la medida de sus principios y necesidades. Pero
lo que hoy empieza a ser más frecuente es este modelo pensado para
aquellos que se encuentran en el umbral del retiro y no se resignan a
que la sociedad los relegue paulatinamente. El objetivo es convertirse
en los arquitectos de su propia existencia, delineando no sólo los años
más productivos pero también la época del descanso que permite explorar
otras vías que no siempre son posibles en el periodo de mayor actividad
laboral.
Es evidente que no todo el mundo está hecho para el cohousing en
la vejez ya que se requiere un espíritu gregario y dispuesto al
consenso. Sin embargo, en los tiempos que corren, con una expectativa de
vida que se prolonga cada vez más y la creciente movilidad de una
sociedad con familias disgregadas, estas colectividades que evocan a los
kibbutz de Israel pueden resultar más benéficas y enriquecedoras que las estructuras de las residencias para mayores.
Inevitablemente,
cada vez serán más las comunidades autogestionadas por jubilados que
tienen el suficiente poder adquisitivo para ponerlas en marcha. Y en
esta era en la que los baby boomers ya se enfrentan a su mortalidad, se sabe que la camaradería entre amigos es esencial para vivir más y mejor. El cohousing es la última quimera de quienes se sienten jóvenes y libres a pesar de los años.
© Firmas Press
- 23 de julio, 2015
- 19 de diciembre, 2024
- 29 de febrero, 2016
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