Censura del color que quieras
Cuenta la leyenda que, al despedirse de su audiencia televisiva, el
periodista Leopoldo Castillo pidió como música de fondo "My way" (A mi
manera), canción de Paul Anka eternizada por Frank Sinatra y así,
visiblemente emocionado, recordó sus doce años al frente de "Aló,
Ciudadano", el popular programa de opinión que condujo hasta hace unos
días en el venezolano canal Globovisión. Sucede que, en un programa
anterior, había hecho un evidente gesto de fastidio cuando el presidente
Nicolás Maduro ordenó la transmisión de un mensaje. "Es la tercera en
dos días", dijo.
Muchos colegas, como no
se había visto antes, se solidarizaron. Por caso, Beatriz Adrián
denunciaba en su cuenta de Twitter: "nunca podré callarme. En
Globovisión se está aplicando la censura". Lo que pasa es que, el otrora
combativo canal de noticias, hace pocos meses fue comprado por un grupo
vinculado al chavismo. El cambio, sin embargo, no satisfizo a Maduro
que insistió en que "es un canal golpista". Pero ahora podría mejorar la
percepción del Gobierno.
Otro aliado del
chavismo, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, también suele atacar a
la prensa. Pocos días atrás, dijo en su cuenta de Twitter, que los
diarios opositores son "hipócritas" porque lo critican con argumentos
ecologistas por la explotación petrolífera de la reserva del Yasuní, en
la Amazonia, pero alimentan la deforestación al imprimir en papel sus
ediciones: "ahora los mayores 'ecologistas' son los diarios
mercantilistas… propondremos también diarios solamente digitales para
ahorrar papel", sostuvo.
Pero no solo los
gobiernos populistas atacan a la libertad de prensa, sino que muchas
veces los políticos de los países desarrollados también lo hacen y, en
cierta forma, esto es peor porque resulta como un cuchillo por la
espalda, ya que es censura que realizan estados de los que la opinión
pública, en general, no lo espera. Entre los últimos incidentes, David
Miranda, que vive con el periodista Glen Greenwald de The Guardian que
reveló los programas de espionaje masivo de la Agencia Nacional de
Seguridad (NSA, en inglés) estadounidense sobre la base de información
proporcionada por Snowden, fue retenido en el aeropuerto de Heathrow
durante casi nueve horas cuando se disponía a viajar a Brasil.
Miranda fue detenido por funcionarios e informado de que se lo
interrogaría bajo el artículo 7 de la ley antiterrorista de 2000. La
controvertida norma, que se aplica solo en aeropuertos, puertos y zonas
fronterizas, permite retener, interrogar y detener a individuos. Luego
fue liberado sin cargos, pero le confiscaron todos sus dispositivos
electrónicos. A David "no le formularon ni una sola pregunta sobre
terrorismo ni nada relacionado con cualquier organización terrorista.
Pasaron todo el tiempo inquiriéndole sobre los reportajes que yo y otros
periodistas del Guardian estamos escribiendo sobre la NSA", relató
Glenn Greenwald.
Lo malo del caso es que
la retención, y la confiscación de sus pertenencias por hasta un máximo
de 6 días, fueron "perfectamente legal". Lo que plantea una grave
cuestión moral y existencial: puede ser ley cualquier cosa que se les
ocurra a los políticos aun cuando cuenten con el apoyo de casi todo el
electorado. Lo lógico es que toda ley que va contra el desarrollo
espontáneo y natural de la vida (es decir, toda violencia según la
definición de la filosofía clásica) no debería existir.
El autor es miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity en el Independent Institute, de Oakland, California.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
- 24 de diciembre, 2024
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