La economía del conocimiento
¿Qué es lo que hace que los trabajadores de un país puedan ganar
más que en otro país y aún así poder ser más competitivos (es decir, que
puedan vender la misma cosa más barata o una cosa mejor por el mismo
precio), que en otro país en el que ganan menos? Esta es una de las
preguntas fundamentales del desarrollo económico, ya que los países que
han encontrado la respuesta son ricos de una manera sostenible y los que
no lo han entendido siguen siendo pobres. La gente gana más cuando
produce más.
¿Qué es lo que hace que una economía produzca más?
Por muchos años se pensó que la producción dependía exclusivamente del
número de trabajadores y de la cantidad de capital existente
(maquinaria, equipo e infraestructura). La idea era que para que la
producción creciera era necesario o emplear más gente o darles más
capital.
Dado que el nivel de salarios depende de la producción
por trabajador, el sólo aumentar el número de puestos de trabajo no es
el camino a mejores ingresos por trabajador. El aumento del capital por
trabajador–es decir, la inversión–sí aumenta la producción por
trabajador. Es por eso que es importante invertir sustancialmente. Un
mismo trabajador produce mucho más cuando maneja una maquinaria
eficiente que cuando hace el trabajo manualmente. Esto le permite ganar
más al que opera la máquina que al que trabaja artesanalmente. Mientras
más capital invertido tiene una sociedad, es claro que puede crecer más y
pagar más a sus trabajadores. Por tanto, es fácil inferir que el camino
al desarrollo está en invertir más en capital físico.
Esto es
lógico. Sin embargo, el análisis de largo plazo del proceso de
desarrollo ha demostrado que esta no es toda la historia. En realidad,
ni siquiera es la mayor parte de la historia. Estos análisis demostraron
que los efectos de la inversión física en el crecimiento de la
producción, aunque sustanciales, no son lo suficientemente grandes como
para explicar por qué los países desarrollados producen tanto más que
los subdesarrollados. Quedó claro que hay otro elemento que es mucho más
importante que la inversión física para determinar los ingresos por
trabajador.
A este otro factor, la fuente última y más
importante del crecimiento, se le llama "la productividad total de los
factores de producción", término que da un nombre a la eficiencia con la
que las personas en la economía usan todos sus recursos, tanto los
trabajadores como la maquinaria, los edificios y la infraestructura.
Si
usted lo piensa bien, esto también hace mucho sentido. La realidad
muestra claramente que dos fábricas pueden ser idénticas, con el mismo
número de empleados y las mismas maquinarias, pero aún así una de ellas
puede ser un éxito y la otra un fracaso, dependiendo de la inteligencia y
la disciplina con la que ellas son manejadas. Lo mismo pasa con las
economías. Hay países que pueden tener muchos recursos y mucho capital
pero que no crecen y no se desarrollan, mientras que otros con muy poco o
nada de recursos lo hacen.
En el fondo, la inteligencia y la
eficiencia con la que se manejan las empresas dependen del nivel y la
calidad de la educación de los ciudadanos y de su actitud frente a los
problemas del desarrollo. Esto es lo que hace la diferencia entre,
digamos, Japón, que no tiene recursos naturales pero es altamente
desarrollado, y Venezuela, y América Latina en general, que tienen
muchos recursos pero son altamente subdesarrolladas.
El problema
más serio que tenemos en América Latina es precisamente que no queremos
entender la verdad elemental de la economía: que el desarrollo depende
de la educación entendida ampliamente para incluir la capacidad de
analizar nuestros problemas y de organizarnos para resolverlos. Como
manifestación de esto, seguimos pensando que la educación es parte de la
política social, cuando también, y principalmente, debe ser la base de
la política económica. Mientras no entendamos esto, nos seguiremos
revolcando en el subdesarrollo.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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