Conflictos desintegran la región
A pesar de las constantes cumbres presidenciales
que proclaman una nueva era de hermandad e integración latinoamericana,
en las últimas semanas se ha producido una escalada de conflictos
fronterizos que debería hacer sonar alarmas en todas partes.
A juzgar
por lo que me dicen diplomáticos estadounidenses, europeos y
latinoamericanos, la intensificación de viejas disputas fronterizas no
sólo está provocando un aumento de gastos militares en la región, sino
que además está obstaculizando negociaciones económicas con Estados
Unidos y Europa.
Es muy difícil negociar acuerdos con los
diferentes bloques comerciales latinoamericanos cuando muchos de sus
integrantes se niegan a sentarse en la misma mesa que sus vecinos con
los que tienen disputas territoriales, señalan los diplomáticos.
Entre las varias disputas fronterizas que se han intensifican en las últimas semanas:
• El
presidente colombiano, Juan Manuel Santos, hablando el 18 de septiembre
a bordo de un buque de guerra que patrullaba el Archipiélago de San
Andrés en aguas reclamadas por Nicaragua, dijo que la última demanda
planteada por Nicaragua contra Colombia en la Corte Internacional de
Justicia (CIJ) de La Haya es “improcedente, inamistosa e infundada”.
Santos,
que ha dicho que Colombia no aceptará un dictamen reciente de la Corte
de La Haya que entregaría a Nicaragua 30,000 millas cuadradas de aguas
potencialmente ricas en petróleo, acusa al presidente nicaragüense
Daniel Ortega de tener propósitos “expansionistas”.
Todo indica
que el tema será planteado en las Naciones Unidas esta semana. Colombia,
Panamá, Costa Rica y Jamaica han dicho que entregarán una carta
conjunta al Secretario General de la ONU Ban Ki-moon durante la Asamblea
General, denunciando las ambiciones territoriales de Nicaragua.
• El
presidente nicaragüense, Daniel Ortega, no solo está disputando
espacios marítimos con Colombia y Panamá, sino también está inmerso en
un conflicto con Costa Rica en torno a tierras ribereñas del río San
Juan en su frontera común.
El conflicto entre Nicaragua y Costa
Rica ha subido de tono en las últimas semanas luego de que el presidente
de Nicaragua pronunció un discurso lleno de frases incoherentes ante el
ejército de su país, aparentemente insinuando que Nicaragua podría
presentar una demanda ante la CIJ para reclamar la provincia
costarricense de Guanacaste.
La presidenta de Costa Rica, Laura
Chinchilla, respondió con una fuerte declaración el 15 de agosto,
calificando a Nicaragua de “país adversario”. Chinchilla ya había
acusado a Ortega antes de “invadir” parte de su país hace dos años, y de
tener “pretensiones absurdas” sobre su territorio.
• Bolivia
presentó hace pocos meses una demanda contra Chile ante la CIJ para
obtener una vía de acceso con soberanía al océano Pacífico a través de
lo que es actualmente el norte de Chile. Ambos países no tienen
relaciones diplomáticas plenas, y los enfrentamientos verbales entre sus
presidentes han subido de tono en los últimos meses.
• Perú, que
llevó ante la CIJ su disputa con Chile sobre el espacio marítimo entre
ambos países en el 2008, está esperando un dictamen de la corte antes de
fin de año.
Los funcionarios estadounidenses señalan que, por
ejemplo, cuando tratan de negociar acuerdos económicos con el Sistema de
Integración Centroamericano, el bloque económico de Centroamérica,
muchas veces las conversaciones se dificultan porque los presidentes de
Nicaragua y Costa Rica se niegan a sentarse en la misma mesa, o asistir a
una reunión en el país vecino.
Cuando le pregunté si a Estados
Unidos le preocupa esta escalada de disputas fronterizas, Roberta
Jacobson, la principal encargada de asuntos latinoamericanos del
Departamento de Estado, me dijo que aunque su país no se involucra en
estos conflictos, “siempre es preocupante cuando tus socios y aliados de
este hemisferio tienen relaciones tensas entre ellos. Eso complica la
cooperación”.
Los diplomáticos europeos, a su vez, se quejan de
que la suspensión de Paraguay del Mercosur, el bloque económico de
Sudamérica, y la disputa entre Paraguay y Venezuela sobre los
procedimientos para ser miembro pleno de ese grupo, han dificultado el
avance de las negociaciones de libre comercio entre la Unión Europea y
el Mercosur.
El Secretario General de la Organización de Estados
Americanos, José Miguel Insulza, me dijo la semana pasada en una
entrevista que “esto está siendo un problema, porque a ningún
interlocutor extra-continental le conviene tener una negociación cuando
no están presentes todos los que deberían quedar obligados por esa
negociación”.
Mi opinión: Independientemente de quién tenga razón
en estas disputas fronterizas, es hora de separarlas de las
negociaciones regionales y globales. Las disputas fronterizas deberían
ser sometidas a una cuarentena diplomática, como si fueran animales con
enfermedades contagiosas.
En momentos en que las economías
latinoamericanas se están desacelerando por el enfriamiento de los
precios de las materias primas y otros factores externos, es absurdo que
los países demoren su muy necesaria integración económica regional, y
con el resto del mundo, por estas viejas disputas territoriales.
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