La ‘fatiga latinoamericana’ de Obama
El hecho de que el discurso del presidente Barack
Obama ante la Asamblea General de las Naciones Unidas no mencionara a
ningún país latinoamericano fue un gran error, pero no debería
sorprendernos.
Aunque la política exterior de Obama ha sido un soplo
de aire fresco después de la diplomacia arrogante de su antecesor George
W. Bush, el actual presidente de Estados Unidos no va a ganar ningún
premio por su interés o dedicación hacia América Latina.
El
Secretario de Estado, John Kerry, bien podría cambiar el nombre de su
cargo a “Secretario de Medio Oriente”, porque es ahí donde parece pasar
todo su tiempo.
Los primeros siete viajes de Kerry al extranjero
después de asumir su cargo el 1 de febrero fueron a Europa y al Medio
Oriente, y solo dos de sus 14 viajes hasta ahora han sido a América
Latina, según el sitio web del Departamento de Estado de EEUU. Claro que
si por algún milagro Kerry logra un acuerdo de paz entre palestinos e
israelíes, retiro lo dicho y rezaré para que nadie recuerde estas
líneas.
El discurso de Obama del 24 de septiembre en la Asamblea
General de la ONU estuvo totalmente dedicado al Medio Oriente y el norte
de África. Solo mencionó tangencialmente a América Latina cuando dijo
que: “desde África a las Américas” las democracias han demostrado ser
más eficaces que las dictaduras, y que “lo mismo sucederá en el mundo
árabe”.
En el pasado, los discursos de los recientes presidentes
estadounidenses ante la Asamblea General de la ONU solían hacer alguna
referencia a sus planes regionales de comercio o inversiones en
Latinoamérica. Pero Obama, a diferencia de sus tres últimos antecesores,
no ha propuesto ninguna iniciativa regional para aumentar las
relaciones económicas con América Latina.
Obama ha iniciado
negociaciones para crear una Asociación Trans-Pacífica de libre comercio
e inversiones con varios países en su gran mayoría de Asia, y una
Asociación Trans-Atlántica similar con Europa, pero no ha propuesto
ninguna Asociación Trans-Americana con América Latina.
México le
ha pedido a Obama formar parte de la propuesta Asociación
Trans-Atlántica, pero la respuesta de Washington ha oscilado entre “no” y
“más adelante”.
La iniciativa regional más ambiciosa de Obama en
Latinoamérica es el programa de “La fuerza de 100,000 en las Américas”,
destinada a aumentar a 100,000 el número de estudiantes latinoamericanos
en las universidades de Estados Unidos, y el de estudiantes de EEUU en
América Latina. Es un buen programa, pero sería mejor si fuera parte de
un tratado económico trans-americano mucho más amplio.
Hay que
reconocer que Obama ha realizado seis viajes a la región, y que
recientemente le ha solicitado al vicepresidente Joe Biden, una figura
clave, que le lleve la relación con América Latina.
Y también es
cierto que Obama ha tenido que lidiar con varios presidentes
narcisista-leninistas en la región que han llevado a niveles insólitos
la vieja práctica de culpar a Estados Unidos de todos los males de sus
países, casi todos provocados por sus pésimos gobiernos.
El
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, acusa a diario a Estados Unidos
y sus aliados por la tasa de inflación del 45 por ciento del país, y
hasta de querer asesinarlo, sin jamás presentar prueba alguna de sus
denuncias.
Lo triste es que debido a que estos líderes populistas
autoritarios son los que más salen en las noticias, muchos legisladores y
empresarios estadounidenses ven a toda Latinoamérica como una región
gobernada por payasos.
Y el hecho de que la economía
latinoamericana se esté desacelerando a un 3 por ciento luego de una
década de alto crecimiento contribuye a que muchos en Washington y Wall
Street se sientan menos entusiastas sobre la región. Los funcionarios de
la Casa Blanca y el Departamento de Estado siguen afirmando
públicamente que América Latina es el continente del futuro, pero muchos
muestran señales de una creciente “fatiga Latinoamericana”.
Mi
opinión: Estados Unidos no debe darle la espalda a Latinoamérica, y
ahora menos que nunca. Por el contrario, la década de los líderes
populistas autoritarios que se beneficiaron de los altos precios de las
materias primas está llegando a su fin –– los populismos sólo funcionan
cuando hay dinero para regalar –– y una nueva generación de dirigentes
más responsables están cada vez más cerca de ganar elecciones.
Mejorar
los lazos con Latinoamérica –– empezando por los países de la Alianza
del Pacífico conformada por Chile, Perú, Colombia y México –– debería
ser una prioridad para Obama.
Como me dijo una vez Octavio Paz, la
geografía es la madre de la historia, y no hay región que tenga más
impacto en la vida cotidiana de los estadounidenses –– ya sea en materia
de inmigración, medio ambiente, comercio o cultura –– que América
Latina. La región merecía más que una mención tangencial de una sola
palabra en el discurso de Obama ante la ONU.
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