Moral y disciplina
SALAMANCA. – Quizá sea un poco
tarde, para algunos inaceptablemente tarde, o también inexplicablemente tarde,
en esta época de la tan cacareada rapidez de las comunicaciones que, a mi ver,
en nada han mejorado; y en ciertos casos han ido para peor. Pero esto es harina
de otro costal. El tema es que una buena amiga cubana me acaba de traer de
regalo el ejemplar del periódico “Granma” con la versión completa del discurso
pronunciado en La Habana por Raúl Castro. Es el número 161 de julio de este
año, “Año 55 de la Revolución”.
Son nada más que ocho páginas, un
poco más pequeñas que nuestro periódico y está íntegramente dedicado a este
discurso pronunciado con motivo de la conclusión del Primer Periodo Ordinario
de Sesiones de la Octava Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
De acuerdo al título, debe ser un hecho de importancia sustancial dentro del
gobierno de la Nación y por lo tanto se podía esperar que se afrontaran allí
los grandes problemas y los grandes éxitos logrados por el Gobierno.
En
la portada va una fotografía de media página en la que aparece Raúl Castro
hablando ante la Asamblea y la transcripción del discurso propiamente dicho
comienza en la página 3 con un título a grandes caracteres: “La pérdida de
valores éticos y el irrespeto a las buenas costumbres puede revertirse mediante
la acción concertada de todos los factores sociales”. Luego: “Intervención del
General de ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del
Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de
Ministros…”. Todo el poder en sus manos. Luego viene el texto y los
comentarios de rigor hechos con grandes ditirambos como es obligatorio en estos
casos. La sorpresa es el tema en que se centró el discurso cuando el país
afronta enormes problemas económicos y la población sufre desabastecimiento de
todo: de ropa, de vivienda, de alimentación, de todo aquello que pueda servir
de apoyo a una vida digna. Con dos o tres frases despacha estos temas y
concluye que aumentó el PIB un 2,3 por ciento “que sin llegar a lo planificado
supera en dos décimas el alcanzado en el primer semestre del año pasado”.
Reconoció
que “hace falta un largo y complejo camino para actualizar nuestro modelo
económico y social” para lo cual reclamó “un clima permanente de orden,
disciplina y exigencia en la sociedad cubana”. A partir de aquí, dos de las
tres páginas que ocupa el discurso, Raúl Castro las dedica, con lenguaje
paternalista y un insoportable didactismo, a dar lecciones de urbanidad al
pueblo cubano: “Lo más sensible es el deterioro real y de imagen de la rectitud
y los buenos modales del cubano. No puede aceptarse identificar vulgaridad con
modernidad, ni chabacanería ni desfachatez con el progreso (…) Conductas,
antes propias de la marginalidad como gritar a viva voz en plena calle, el uso
indiscriminado de palabras obscenas y la chabacanería al hablar, han venido
incorporándose al actual de no pocos ciudadanos, con independencia de su nivel
educacional o edad (…) Se ha efectuado la percepción respecto al deber
ciudadano ante lo mal hecho y se tolera como algo natural botar desechos en la
vía, hacer necesidades fisiológicas en la calles y parques; marcar y afear
paredes de edificios; ingerir bebidas alcohólicas en lugares públicos (…)
Prolifera impunemente la cría de cerdos en medio de las ciudades con el
consiguiente riesgo a la salud del pueblo (…) Se propagaron con relativa
impunidad las construcciones ilegales, además en lugares indebidos, la
ocupación no autorizada de viviendas, la comercialización ilícita de bienes y
servicios, el incumplimiento de los horarios en los centros laborales, el hurto
y sacrificio ilegal de ganado, la captura de especies marinas en peligro de
extinción, la tala de recursos forestales, incluyendo en el magnífico Jardín
Botánico de La Habana, el acaparamiento de productos deficitarios y su reventa
a precios superiores, la participación en juegos al margen de la ley, las
violaciones de precios, el asedio al turismo…”.
Cómo
deben andar las cosas en un país en el que sus gobernantes están más
preocupados por la gente que orina en la calle que tratar de mejorar la vida de
sus ciudadanos con salarios de 12 (54.000 guaraníes) y 15 (67.500 guaraníes)
dólares mensuales.
- 28 de diciembre, 2009
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- 4 de septiembre, 2015
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