El optimismo de Mario Vargas Llosa
Cuando entrevisté al Premio Nobel Mario Vargas
Llosa pocos días atrás, me sorprendió su renovado optimismo sobre el
futuro de Latinoamérica, y su convicción de que el chavismo se está
desmoronando en toda la región.
Vargas Llosa acaba de publicar una
nueva novela titulada “El héroe discreto”, que transcurre en el Perú.
Cuenta la historia de un comerciante de la ciudad norteña de Piura que
se ha beneficiado del crecimiento económico del país y que decide
resistirse a la extorsión cuando un grupo de delincuentes le exigen que
les pague dinero a cambio de protección.
Tal vez sea su novela más
“optimista”, dice Vargas Llosa, en el sentido de que se desarrolla en
medio de la creciente prosperidad de Perú. Aunque los personajes son
ficticios, el entorno es real, dice el autor.
“Creo que es la
primera vez en su historia que el Perú ha tenido tres gobiernos ya
nacidos de elecciones libres, que representan distintas opciones, pero
que han mantenido un modelo, que es el modelo que trae progreso y
desarrollo a los países: democracia política y economía libre”, me dijo
Vargas Llosa.
“Y afortunadamente, este no es solo el caso peruano:
fíjate que hay países como Colombia, como Chile, como Brasil, como
Uruguay, que indiscutiblemente han estado creciendo todos estos años,
algunos más que otros, pero creciendo en la buena dirección”, afirmó.
Lo
que es más, agregó que es optimista con respecto a toda Latinoamérica,
porque “hoy día la mayoría de los latinoamericanos acepta la democracia
como el marco en que se debe dar la batalla contra el subdesarrollo, y
que quienes sueñan con dictaduras, o con procesos revolucionarios, o
socialistas, son minorías realmente muy pequeñas”.
“Y creo que
además hay algo nuevo: unos consensos muy amplios a favor de una
economía libre. En el pasado, sólo unas minorías defendían esta opción
moderna, en tanto que el populismo, el socialismo encandilaba a los
jóvenes. Mi impresión es que eso quedó atrás”, agregó.
¿Y qué pasa con el chavismo?, le pregunté.
“Bueno,
yo creo que se está desmoronando”, respondió. Refiriéndose a la
creciente escasez de alimentos, la enorme corrupción, los índices récord
de inflación y el descontento público en Venezuela, dijo que “el
régimen de Venezuela hoy en día está en bancarrota, y lo único que hay
que desear es que realmente desaparezca cuanto antes, y desaparezca
pacíficamente, a través de un proceso electoral”.
Preguntado sobre
la reciente expulsión de los principales diplomáticos de la Embajada de
Estados Unidos en Venezuela realizada por el presidente Nicolás Maduro,
quien los acusó de conspirar para sabotear la economía, Vargas Llosa
dijo: “Son los actos desesperados de todos los demagogos, y de todos los
dictadores” cuando la economía de sus países cae en picada. “Entonces,
buscan chivos expiatorios: Estados Unidos, la oposición. Todo eso es un
disco rayado: todas las dictaduras siempre buscan los mismos pretextos”.
Cuando
le pregunté por México, y el regreso del PRI al poder, Vargas Llosa
dijo que ve al presidente mexicano Enrique Peña Nieto “mucho mejor de lo
que yo esperaba”. Agregó que “el PRI que ha subido con Peña Nieto es un
PRI que ha sabido aceptar el juego democrático” y que algunas de sus
reformas “están muy bien orientadas”.
Sobre Argentina, Vargas
Llosa dijo que el país “es un problema muy serio, porque yo creo que la
pareja Kirchner ha sido verdaderamente nefasta”. Pero agregó que “hay
signos alentadores”, porque todo parece indicar que el partido
gobernante perderá las elecciones legislativas del 27 de octubre, y eso
hará difícil que la Presidenta pueda cambiar la Constitución para
reelegirse.
Mi opinión: Comparto en general el optimismo de Vargas
Llosa sobre el futuro próximo de América latina, y sobre el gradual
final del ciclo de presidentes ahuyentadores de capitales en la región.
El
populismo en America Latina es directamente proporcional a los precios
de las materias primas, y la década de precios récord de las materias
primas parece haber llegado a su fin. Ahora, los presidentes populistas
no tienen con qué comprar votos, y se hace cada vez más obvio que los
países no pueden progresar sin inversiones locales y extranjeras.
Lo
único que le agregaría a la visión esperanzadora de Vargas Llosa es
que, en una economía global cada vez más basada en el conocimiento, no
será suficiente que nuestros países tengan economías abiertas y respeten
las libertades democráticas. También será esencial que mejoren
drásticamente la calidad de su educación, para no quedarse cada vez más
atrás del resto del mundo.
Si México y Brasil logran implementar
sus reformas para tener maestros más calificados y mejorar su calidad
educativa, y no sucumben a las presiones políticas de sindicatos
radicales de docentes que están paralizando las calles de Ciudad de
México y Río de Janeiro, sus países seguirán su ejemplo, y el optimismo
de Vargas Llosa estará totalmente justificado.
- 28 de diciembre, 2009
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