Los Zelaya buscan volver al poder en Honduras
Es una jugada bien conocida en la región, donde las dinastías políticas se repiten. Cuatro años después de que los militares sacaron al entonces presidente hondureño Manuel Zelaya de la cama a punta de pistola, ahora es su esposa la que intentará recuperar el poder.
Faltan tres semanas para las elecciones del 24 de noviembre y Xiomara Castro recorre el país
con un discurso de izquierda, aunque más moderado que el de su marido, y
apela a la "reconciliación" para tratar de conquistar el voto de los
hondureños.
Outsider de la política, la esposa de Zelaya
nació y creció como dirigente cuando salió a la calle en 2009 para
exigir el retorno al poder de su esposo, derrocado por un golpe de
Estado cívico-militar el 28 de junio de ese año, bajo supuestos cargos
de violar la Constitución.
Hasta ahora, la expectativa de la familia Zelaya de
volver al poder es alta: Castro, de 54 años, lidera las encuestas junto
con el candidato conservador y actual presidente de la Asamblea
Nacional, Juan Orlando Hernández (Partido Nacional), que en los últimos
meses acortó la ventaja. Según el último sondeo de CID Gallup, publicado
el 24 de octubre, Hernández cuenta con el 28% de la intención de voto,
frente al 27% de Castro.
Carismática y ataviada con el mismo sombrero de ala
ancha que se transformó en la insignia de su marido, Castro repite en
sus discursos que hay que "refundar el país" a partir de la convocatoria
a una Asamblea Nacional Constituyente.
Sin embargo, se cuida de mencionar la simpatía de los
Zelaya hacia los gobiernos bolivarianos, un factor que irritó a los
sectores económicos de Honduras que ostentan el poder e impulsó el golpe
de 2009. "Xiomara no insistió mucho en la campaña en su cercanía con
Venezuela o con los otros países del ALBA porque no le conviene y sabe
que eso divide a los votantes", señaló el analista político hondureño
Matías Funes.
Mientras Xiomara persigue la presidencia, su esposo,
que gobernó de 2006 a 2009 y que no puede ser reelegido porque se lo
prohíbe la Constitución, se presenta como candidato a diputado.
"Mel", como lo llaman a Zelaya, sigue a sol y sombra a
su mujer, y, aunque dijo que en esta campaña sólo es "chofer, conserje y
custodio" de Castro, tal es su activismo político que a veces pareciera
que el candidato a la presidencia es él.
"El peso de la figura de Zelaya en la candidatura de
Xiomara es absoluto, más que el que pudo haber tenido Néstor Kirchner
sobre su esposa, Cristina. Xiomara no tenía ninguna trayectoria política
previa a la de su marido, más que la tradición liberal familiar. Eso no
implica que no tenga opiniones propias, el problema es que la sombra de
Zelaya deslumbra e impide que se la vea a ella", explicó a LA NACION el
analista político Manuel Torres.
A pesar de que Xiomara y su esposo vienen del
tradicional Partido Liberal, la candidata sostiene que su objetivo es
derrotar "el bipartidismo" que ostenta con el Partido Nacionalista (en
el poder) desde hace más de un siglo en Honduras.
Ahora, Xiomara está al frente del Partido Libertad y
Refundación (Libre), que por primera vez se presenta a las elecciones
junto con nueve agrupaciones políticas -cuatro surgidas tras el golpe-,
algo inédito para el país centroamericano.
Además de insistir en la ruptura del bipartidismo, el
principal tema de campaña de Castro, y de todos los candidatos en
general, es cómo frenar la violencia. Con una tasa de homicidios de 85,5
por cada 100.000 habitantes, Honduras es el país más violento del
mundo, y en los últimos años la presencia de los carteles mexicanos
agravó la situación.
Los candidatos ofrecen soluciones contrapuestas al
problema. Mientras Hernández alienta la presencia de los militares en
las calles, Castro sostiene que éstos deben ir a las fronteras para
evitar que los carteles operen en el país, y aboga por formar una
policía comunitaria.
Pero la violencia no es el único problema en este país
de 8,5 millones de habitantes. La pobreza agobia al 65% de la población,
según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Además, el
presidente Porfirio Lobo deja como herencia un déficit fiscal del 6% del
PBI y una deuda interna del 40%.
De alguna manera este proceso electoral -indica Torres-
puede cerrar el ciclo de ilegitimidad institucional heredado del golpe
de Estado, pero está muy lejos de disminuir las profundas grietas
sociales y económicas del país.
Aunque los Zelaya logren retornar al poder y "vengar"
así el golpe de Estado de 2009, por delante les espera una tarea mucho
más complicada: sacar a flote a Honduras.
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