Son los políticos, no los inmigrantes
Días atrás miles de personas se unieron a la
Marcha Rusa, en Moscú, para protestar básicamente contra la población
musulmana y los inmigrantes, a quienes acusan de provocar un aumento de
la delincuencia y de la falta de trabajo. La policía detuvo a unos
treinta jóvenes por “gritar consignas nazis y utilizar símbolos
prohibidos”, lo que resulta irónico –por no decir incoherente–, eso de
ser intolerantes para combatir a los intolerantes. Fanatismos de lado,
lo cierto es que los inmigrantes son el chivo expiatorio de los
políticos que sí son los causantes de la delincuencia y la desocupación.
La Comisión de la Unión Europea (UE) se enfrenta a los gobiernos
nacionales por la inmigración ya que aboga por crear una política común y
flexibilizar las entradas legales. Para empezar, el problema no es tan
grave como dice la propaganda de los políticos que asegura que una
avalancha migratoria colapsa las fronteras y desborda los servicios
sociales. Según Eurostat con datos del 2012, los extranjeros son menos
del 7% de la población de la UE, unas 34 millones de personas y, si se
descuentan los ciudadanos comunitarios que se mudan a otros países, el
porcentaje baja al 4%.
Eso sí, las diferencias son notables según
los países. Por caso, en Gran Bretaña el 7.6% de la población es
extranjera frente al 12% en España. Por otro lado, según Frontex, la
entrada de inmigrantes irregulares descendió 49% en 2012, aunque en 2013
los intentos de entradas registrados han crecido con fuerza,
especialmente de los que huyen desde Libia demostrando lo “beneficiosas”
que fueron las intervenciones armadas de la OTAN allí.
Como son
“beneficiosas” las declaraciones del secretario de Estado
norteamericano, según quien Arabia Saudita es un aliado “muy, muy
importante… es una relación profunda que dura desde hace 75 años y va a
seguir durando siempre… Los sauditas son el principal actor en el mundo
árabe, junto a Egipto”. O sea, que los políticos de EEUU apoyan a estas
dos “democracias” que, entre otras cosas, tratan a las mujeres como
mascotas domésticas, y de las cuales muchos quieren huir y Occidente no
los quiere recibir. Y se ahogan en el medio, incluyendo mujeres y niños.
Trabajo
sobra, hay mucho por hacer. Son los políticos los que provocan la
desocupación con leyes coactivas que impiden el trabajo “legal”, por
caso, la ley del salario mínimo lo que logra es prohibir que trabajen
los que ganarían menos, que son los que más lo necesitan. Para remate,
cobran impuestos que empobrecen a los más pobres ya que para pagarlos,
por caso, los empresarios suben precios o recortan salarios.
Empobrecidos –casi alentándolos a delinquir– por los mismos políticos
que, entonces, prometen asistencialismo con el propio dinero recaudado
impositivamente, pero luego de quedarse con una parte en sueldos para
ellos y de burócratas amigos y corrupción.
Claro que la ecuación
se quiebra cuando los inmigrantes se benefician con el asistencialismo
que sale del poco dinero que han dejado los políticos después de
cobrarse lo suyo, además de la corrupción. En fin, los políticos de la
UE apuestan con tal de mantener el statu quo –sus salarios, los votos y
demás– a implicar a los países de origen en el control de los flujos
migratorios. Es decir, poner la suficiente policía en los lugares de
salida como para que las personas se mueran de hambre allí y no ahogados
en el Mediterráneo.
El autor es miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity en el Independent Institute, de Oakland, California.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
- 24 de diciembre, 2024
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