El pueblo americano ya rechazó antes otra ley de salud y lo puede hacer nuevamente
La ley que prometía cobertura médica para todos ha dejado hasta ahora sin su seguro a 3.5 millones de americanos. Mientras que menos de 27,000 personas “han seleccionado” sus planes (lo que no implica necesariamente que los hayan adquirido) en HealthCare.gov.
Por tanto, hasta la fecha Obamacare sigue provocando que haya más gente que esté perdiendo sus coberturas que “ganadores”. Y muchos de esos “ganadores” han quedado decepcionados al descubrir que la cobertura que han obtenido como premio es mucho más cara que su anterior plan o que se les niega el acceso a los médicos y hospitales en los que han venido confiando, o ambas situaciones a la vez.
La Casa Blanca promete que las cosas mejorarán, pero la mayoría de los analistas externos al gobierno insiste en que los problemas son tan graves que un “arreglo” tardará meses en llegar…si es que llega.
Lejos de mejorar el sistema de salud de Estados Unidos, Obamacare lo está empeorando. Ante este tipo de situaciones, lo lógico es frenar la destrucción. Y eso significa cancelar Obamacare.
Pero evidentemente la administración no quiere que Ud. considere esa idea. Para desmotivar a los americanos y que no pidan su derogación, la retirada de su financiación o el abandono de esta intrusiva ley médica, los progresistas se han dedicado a repetir la afirmación del presidente Obama de que Obamacare no es sólo la ley vigente en el país, sino que es un tema “finiquitado” y que la ley está “aquí para quedarse”.
Aunque por supuesto esto es una tontería. Lejos de ser un tema “finiquitado”, hay numerosas demandas que siguen avanzando en los tribunales de justicia de todo el país. Y simplemente porque algo sea “la ley vigente en el país” eso no quiere decir que no se pueda cambiar.
El representante Dan Rostenkowski (D-IL) aprendió esa lección a las malas hace cerca de un cuarto de siglo. El 17 de agosto d 1989, un grupo de jubilados persiguió al entonces presidente del subcomité de Medios y Arbitrios, tras una reunión local de participación ciudadana, en protesta por la nueva Ley de Atención Médica para Coberturas Extraordinarias de Medicare, la cual se había promulgado sólo 14 meses antes, con la promesa de que ayudaría a las personas mayores a afrontar sus gastos médicos.
Se trató del clásico caso de “Washington sabe cómo hacerlo mejor”. Los legisladores les aseguraron a las personas mayores que la ley era por su propio bien. Después de todo, indicaron, establecía un límite a las facturas médicas y de hospitalización, ampliaba los beneficios de la atención geriátrica en el hogar y de prescripción de medicamentos, etc. ¿Por qué no les iba a gustar? Como se quejaba Rostenkowski mientras huía de sus jubilados perseguidores, “Esta gente no comprende lo que el gobierno está tratando de hacer por ellos”.
Desgraciadamente para Rostenkowski, sabían demasiado bien lo que el gobierno (y la ley) les estaban haciendo. Una vez que la ley entró en vigor, los jubilados descubrieron que esos “nuevos” beneficios eran extremadamente caros. Aun peor, muchos ya tenían los nuevos beneficios garantizados con las coberturas de sus antiguos planes, por lo que no estaban para nada contentos con tener que pagar unos impuestos más altos únicamente para poder mantenerlos.
La historia acabó mal para Rostenkowski, pero bien para las personas mayores. Su protesta recibió muchos apoyos y Washington, al final, los escuchó. Sólo tres meses después de aquella trascendental protesta, el Congreso derogaba la Ley de Atención Médica para Coberturas Extraordinarias de Medicare.
Cuando “la ley vigente en el país” no sirve al pueblo, el pueblo (mediante sus representantes electos) la puede cambiar. El “arreglo” para Obamacare no llegará gracias a ningún tecnócrata mágico. Llegará de la mano de un pueblo americano que quiere alternativas a los servicios médicos dirigidos por el gobierno. Afortunadamente, la Fundación Heritage ha ofrecido varias soluciones de sentido común que le conceden al pueblo americano el poder para decidir sobre su atención médica y su dinero.
- 23 de enero, 2009
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