El resurgimiento del caribe y de la torpeza colombiana
El Colombiano, Medellín
“Una cosa es segura: el Mar Caribe es la llave estratégica de dos grandes océanos, el Atlántico y el Pacífico, nuestras propias fronteras marítimas principales”, Alfred T. Mahan, “Naval Strategy”,1.911
Para finales del siglo XIX y principios del XX, la influencia de Alfred Thayer Mahan, uno de los principales geopolíticos estadounidenses junto con Nicholas Spykman, fue tan profunda, que muchas de las acciones más definitivas del futuro comportamiento de los EE.UU. en el mundo, tenían el ADN de este contraalmirante y geoestratega.
La cita con que inicia esta columna es una muestra de la importancia del Mar Caribe para la geopolítica estadounidense a principios del siglo pasado y de la necesidad de controlar el “mar mediterráneo estadounidense”, que implicaba entre otras cosas, la influencia sobre Cuba y la toma de Panamá para hacer un canal sin la injerencia de la inepta e ignorante, geopolíticamente hablando, dirigencia del altiplano cundiboyacense, que hoy en día nos sigue gobernando.
Pero luego de más de un siglo, esta cita debería ser una prioridad para Colombia, pues aplica perfectamente a nuestra condición y necesidades, aunque todo parece indicar que la misma dirigencia bogotana paramuna sigue pensando que el país se acaba en Anapoima, y así como hace un siglo perdimos a Panamá porque para esa dirigencia el istmo era el inútil “lejano Chocó”, ahora vemos cómo se repite la historia cuando esa dirigencia ha reencarnado en otro que cree que el Caribe colombiano, o ahora nicaragüense, es sólo un “pedacito”, en palabras de su canciller, que solo envía notas diplomáticas, que confunde la diplomacia con arrodillamiento y la paz con apaciguamiento cobarde.
Las violaciones rusas al espacio aéreo colombiano, que ni la mamá de Putin cree que hayan sido accidentales, son las señales de que nuevamente el gobierno colombiano no tiene ninguna educación geopolítica y su miopía es un mal genético.
La ampliación del Canal de Panamá va a provocar un aumento considerable del tráfico marítimo en el Mar Caribe, pues muchas de las embarcaciones que llegaban del Asia a la costa Oeste estadounidense para hacer un trasbordo a transporte terrestre hacia la costa Este, ahora podrán llegar allí directamente pasando por Panamá y usando el Caribe.
En peor momento no pudo haber perdido Colombia, 75.000 km2 en el Caribe, así le parezca solo un “pedacito” a la canciller, reencarnación de su bisabuelo, otro diplomático entreguista que regaló el Tesoro Quimbaya a España. La genética es cosa seria.
Lo que está pasando en el Caribe, con una silenciosa pero ya nada oculta intervención rusa y también china, y el desinterés del idealista y poco bien dotado en política exterior y geopolítica presidente estadounidense, va a tener importantes efectos en el futuro de las democracias en este subcontinente, en las posibles integraciones económicas y energéticas, por culpa de Nicaragua, y en una deseada transición democrática en la isla cárcel más grande del mundo, cuando algún día los dictadores Castro residan en su subsuelo.
Como dijo Nicholas Spykman: “Las naciones que renuncian a la lucha por el poder y deliberadamente escogen la impotencia dejarán de influir en las relaciones internacionales para el mal o el bien”.
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