Chile: Nada es seguro
Contra lo que anticipaban las encuestas y su propio discurso y el de sus aliados, Michelle Bachelet no pudo ser electa presidenta de Chile este domingo. Logró una alta votación (frente a una abstención del 52 por ciento), pero tendrá que enfrentarse en segunda vuelta con Evelyn Matthei, el próximo 15 de Diciembre, en una elección distinta a la de ayer domingo (empezando porque las candidatas deberán seducir al 52 por ciento del electorado que se abstuvo de votar este domingo y atraer el 30 por ciento de los votos de los candidatos derrotados). Aunque a Bachelet -que representa a una alianza llamada Nueva Mayoría, que integran siete partidos y movimientos, desde comunistas hasta demócrata cristianos- le bastaría con obtener entonces el apoyo de alguno de los otros candidatos que tuvieron un buen desempeño (particularmente Marco Enríquez-Ominami y Franco Parisi, que por ahora han dicho que no se lo darán) para regresar a La Moneda, las cuatro semanas hasta entonces significarán un importante desafío para la ex presidenta y una buena oportunidad para Matthei.
En estas semanas, Bachelet tendrá que precisar y argumentar sus tardías propuestas, la mayoría de las cuales por ahora son meros enunciados ambiguos y bienintencionados, o simples indefiniciones en temas estratégicos, con el ánimo de no crear diferencias ni discusiones entre su variopinta alianza. Al respecto, en los últimos días tuvo que bajar las expectativas de muchas de sus promesas, para atraer a un mayor electorado, lo que en vista de los resultados de este domingo, le resultó contraproducente (a pesar del “apoyo” de un Lula acosado por la sospecha y la justicia brasileña). Un posible disenso en los cómo de sus propuestas podría iniciarse, una vez que muchos de sus aliados ya obtuvieron un lugar en el Congreso, por lo ya no deben ni esperan nada de Bachelet. Las primeras discordias parecen anunciarse en las recientes declaraciones de sus aliados más cercanos, como José Miguel Insulza.
Un dato significativo de este domingo, además de la segunda vuelta, fue que la alianza en torno a Bachelet tampoco obtuvo la mayoría necesaria en el Congreso para concretar las reformas enunciadas por la ex presidenta y Nueva Mayoría, especialmente en torno a una nueva Constitución, una educación universal gratuita y un nuevo sistema electoral. Así, Chile renovó toda la Cámara de Diputados (120 miembros) y 20 senadores de un total de 38 que tiene la Cámara Alta. En espera de los últimos resultados de Diputados, cabe destacar los resultados del Senado, donde pese a los esfuerzos realizados, el bloque de Bachelet sólo logró un senador más. Así, en esta Cámara, Nueva Mayoría sumaría un total de 21 senadores, mientras que la Alianza por Chile, de Matthei, bajaría a 16, más un independiente. Esto le aseguraría a Bachelet, si es electa el 15 de Diciembre, los votos para el quórum, pero no le alcanza para las llevar a cabo reformas orgánicas ni las que posibilitarían las reformas a la Constitución. Pero esto requiere de dos tercios del Congreso, mientras que la reforma de la educación necesita de cuatro séptimos, y los cambios al sistema electoral de tres quintos.
De esta manera, un posible nuevo gobierno de Bachelet (o uno de Matthei) implicará necesariamente un arduo proceso de negociación al interior de cada bloque pero también con las fuerzas políticas contrarias, lo que en principio es una buena noticia para Chile y los chilenos, alejando por ahora el espectro de una eventual “argentinización” del país si Bachelet regresa a La Moneda, de la mano de aliados que generan fundadas suspicacias.
Finalmente, sólo quisiera apuntar una paradoja que permitieron visualizar las elecciones de ayer domingo: Los dirigentes del movimiento estudiantil que en su momento promovieron un clima anti institucional y de descrédito al sistema político, se volvieron ya parte del sistema político que ayer denunciaban. Estos líderes se subieron a la política con el discurso de la educación gratuita y la equidad, y ahora, como diputados, ganarán un sueldo de privilegio de 6 millones de pesos chilenos mensuales cada uno (casi 11 mil dólares), más los gastos operacionales (sin incluir su personal de apoyo), que llegan fácilmente a una cantidad similar. En fin: En México sabemos mucho de líderes estudiantiles “progresistas” que se suman a la política para terminar defendiendo las posturas y privilegios más anquilosados y conservadores del sistema político.
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