Tierras y médicos
Libre Mercado, Madrid
Leí en la portada de El Semanal de ABC ilustrando un reportaje sobre Brasil: "Una pareja de campesinos con su nieto cortan la ruta de la soja. Reclaman una reforma agraria que les permita acceder a la propiedad de la tierra". El productor y guionista de The Wire, David Simon, afirmó en El Mundo que nuestros males derivan del capitalismo desbocado de Margaret Thatcher: "Cuando la optimización de beneficios se convierte en la única consigna de una sociedad vamos por mal camino"; y concluyó:
Marx acierta en el diagnóstico de la enfermedad, nadie ha refutado sus críticas al capitalismo, pero la historia nos demuestra que ha sido un mal médico.
Lo del "acceso" a la tierra es notable. Parece que es imposible para los campesinos brasileños acceder a la tierra como lo han hecho multitudes desde hace años, a saber… ¡comprándola!
De momento, esa compraventa no ha sido prohibida en Brasil. Entonces, ¿para qué cortar una carretera? No tiene sentido, salvo que no se trate de acceder a la tierra sino de acceder a ella sin pagarla. Esto es inconcebible en una sociedad de mujeres y hombres libres, y, por lo tanto, se necesita la intervención de un agente que pueda violar la libertad. Sólo hay uno que pueda hacerlo dentro de la ley: el Estado. Por desgracia, esta obviedad no aparecía en el artículo, ni aparece nunca cuando tantos periodistas quedan fascinados por las "movilizaciones" que violan la libertad de los ciudadanos de circular por las vías supuestamente públicas, pero que son "privatizadas" por grupos de presión que reclaman la intervención del Estado para no acceder a un derecho mediante la contratación libre. Es evidente que los campesinos que cortaban la ruta brasileña no querían comprar la tierra. En ese caso habrían contratado con el propietario un precio, y punto. Pero, entonces, ¿qué querían? Está claro que querían ser propietarios sin tener que pagar.
¿Cómo se puede lograr acceder a la propiedad ajena sin pagar y sin que le metan a uno en la cárcel por ladrón? La política puede hacerlo, porque la política hace eso todo el rato: viola la propiedad ajena sin pena de prisión. Estoy esperando algún reportaje que lo cuente.
Hablando de contar, es un cuento eso de que en nuestra sociedad sólo cuenta la "optimización de beneficios". Obviamente no es así, porque todos los años el poder político arrebata por la fuerza la mitad de la riqueza que generan los ciudadanos. Mucha "optimización" no les permite, desde luego.
Y, desde luego, dirá usted que no hay disparate mayor que asignar a Marx la virtud de haber diagnosticado la realidad del capitalismo como "enfermedad", porque si el capitalismo es enfermedad, el socialismo desde luego es cualquier cosa menos salud. Encima dice don David que "nadie" (sic) ha refutado a Marx, cuando la realidad es justo al revés: nadie ha avalado su diagnóstico, ampliamente refutado en la teoría y en su sangrienta práctica, que se ha llevado por delante a decenas de millones de trabajadores, víctimas de los progresistas que acabaron con el capitalismo.
Pero lo más bonito es eso de que Marx acertó en el diagnóstico pero cuando expidió la receta, o sea, el socialismo, o sea, la aniquilación de la propiedad privada y los contratos voluntarios, fue un "mal médico". Eso es como sostener que los verdugos no son fieles al juramento hipocrático.
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