¿Quién ganó en Venezuela?
El presidente Maduro –él es así– canta victoria a sabiendas de que falsea la realidad.
Claro que se daba por descontado que el gobierno retendría la mayoría de las alcaldías, lo cual no mide en absoluto quién fue el vencedor en las municipales. Venezuela es el típico país alejado de la senda del desarrollo que cuenta con una amplia faja costera en la que se empoza la economía dinámica y se concentran las mayorías poblacionales. ¿Por qué ocurre eso? Pues porque en tales espacios se conforman polos de desarrollo que obran como imán de corrientes migratorias. Es en esas áreas donde prosperan las ideas y avanzadas formas de organización de la sociedad civil y la política, aparte de Universidades y turbulencias del saber y del opinar.
En unas elecciones municipales quien triunfe en estos lugares se lleva el premio mayor. No es quién tuvo más sino quién gana más población y controla gobiernos locales decisivos. Y de eso, por supuesto, no se atreve a hablar el hombre. Si hablamos de elecciones presidenciales la eventualidad de un triunfo también en los espacios rurales es perfectamente posible. Los votantes no están directamente sometidos al poder y por eso pueden votar como lo hicieron el 14 de abril: mitad y mitad con milimétrica ventaja para cualquiera de los dos.
Hay un vasto hinterland frente al territorio moderno. Es más extenso y menos poblado. Allí se multiplican los municipios rurales con sus respectivos alcaldes. Su densidad humana es pequeña. Por causas fáciles de detectar, el predominio del Gobierno es en ellos determinante, sobre todo si recordamos de lo que se valió para obligarlos a votar.
El comportamiento de los Municipios rurales obedece a dos determinaciones. Cuando se trata de asuntos de su localidad, locales que no puedan resolverse con facilidad, opera la propensión a ponerse a la orden del gobierno nacional. Votar contra el régimen en alejados municipios campo adentro es suicida para la percepción de los pusilánimes. Por eso, tratándose de elecciones como las del pasado domingo se puede apreciar una engañosa ventaja para el oficialismo. En cambio cuando los comicios son regionales o nacionales los electores rurales tienen más libertad de movimientos. Amparados en el secreto del voto pueden inclinarse a favor del cambio democrático, como lo probaron con creces en la confrontación presidencial entre Maduro y Capriles.
Tampoco es del todo cierto que estos comicios hayan sido una confrontación del voto rural favorable al PSUV y el voto urbano, inclinado a la MUD. Esa alineación es en cierto modo correcta, pero no es absoluta. La oposición ganó en las ciudades y avanzó en municipios rurales. A pesar de que disponer de mayoría en más alcaldías no sea prueba de victoria en elecciones municipales, es importante observar la tendencia. Con 243 alcaldías (en su mayoría rurales), el PSUV perdió 44 de las que tenía. Y con 76 alcaldías (en su mayoría urbanas) la MUD sumó 26 a las que ya controlaba y cuyo número –insisto– no fue óbice para que empatara o probablemente superara a Maduro en las presidenciales de abril.
En Aporrea, órgano del chavismo crítico, aparece un artículo declarando por todo lo alto que el 8D el PSUV sufrió una costosa derrota que a duras penas trata de disfrazar de victoria. Impresiona la franqueza y minuciosidad del columnista. Llama al pan pan y a la derrota derrota y trata de demostrarlo en forma muy detallada. Lo cierto es que una vez más los estólidos cantos de victoria lanzados a los cuatro vientos por el gobierno madurista no parecen dar en la diana.
El esfuerzo de Maduro para consolidarse en estas elecciones no tiene precedentes. Nunca nadie torció tantas normas, desvalijó tantas empresas para sobornar electores, inhabilitó candidatos, persiguió, calumnió sin pruebas a los líderes de la disidencia, decretó reducciones de precios de mercancías sin pensar en el costo de producirlas ni en el gasto de su reposición. E incluso alentó saqueos para sobornar electores con el antiguo ardid de Robin Hood. No obstante, la MUD retuvo sus posiciones, las mejoró en casos claves y alcanzó otras. Significa mucho su triunfo en Guasdualito y otros Municipios fronterizos donde reinan las FARC, el narcotráfico y tolerantes autoridades del gobierno. El pueblo se cansó y le entregó esa responsabilidad a la oposición. El gobierno, por supuesto, no dice esta boca es mía.
Uno de los problemas de Maduro es ese. Espera que las cosas se arreglen solas. Lleva al país a una tormenta perfecta tal vez encubriéndose en el aforismo de que los problemas nunca son tan graves como parecen. Créeme, Maduro, pueden ser más graves.
Para encubrir tu derrota electoral, pusiste en peligro inminente la economía, las finanzas y la sociedad. La moneda sufrirá otra dura devaluación, la inflación sigue incontenible, las reservas internacionales se esfuman, los anaqueles se vacían. PDVSA desfallece, la producción estancada, la cotización internacional bajando, puede desplomarse por la competencia de Irán, Irak, México y EEUU con la ebullición del petróleo y gas de esquisto.
Y no obstante, es cierto. Maduro revirtió la matriz de su mala prensa. Esa jugada le salió bien. Pero ahora afronta una prueba de fuego. ¿Seguirá agrediendo a sus adversarios en lugar de tender puentes? ¿Se sobrepondrá a los fundamentalistas que lo quieren ver en el fondo del barranco? ¿Seguirá creyendo la fábula de la revolución comunal edificada sobre la destrucción, el odio y los controles sable en mano?
De ti depende… y del entorno que te azuza, hombre.
- 4 de febrero, 2025
- 7 de octubre, 2011
Artículo de blog relacionados
El Nuevo Herald El jefe de las FARC ha anunciado que aspirará a...
11 de noviembre, 2017El Salvador.com Fumar es un placer, comienza diciendo un maravilloso tango compuesto...
24 de noviembre, 2010- 22 de agosto, 2024
Por Manuel F. Ayau Cordón Venezuela Analítica Ciudad de Guatemala (AIPE)- Aquí comentaré...
7 de mayo, 2007