En Argentina creen que están fritos
Son las 2:00 de la mañana y aún se ven transeúntes caminando por la avenida Corrientes de Buenos Aires. Lindas rubias con microshorts y jóvenes peludos en franela que disfrutan del verano porteño. Si bien a un lado del Obelisco de la Av. 9 de Julio se reúnen varias decenas de indigentes a dormir, los bonaerenses pueden caminar con tranquilidad por las calles del centro de la ciudad. Sin embargo, se quejan en tono de tango de arrebatones esporádicos de carteras, o de la falta de aseo de las aceras que muestran papeles por barrer y grafitis en las paredes.
La inflación y la economía los angustia. El dólar americano se encuentra restringido y controlado, a una tasa oficial de fantasía de 6,25 pesos/dólar. En la calle de Florida los buhoneros cambiarios lo venden a 9,50 anunciando su oferta a viva voz. Si un argentino quiere usar su tarjeta de crédito en el exterior, lo puede hacer sin cupos Cadivi ni subastas Sicad, pero debe pagar al Fisco un impuesto de más de 30% sobre lo comprado. Es la fórmula sureña de restringir la demanda. Viene acompañada de microdevaluaciones regulares que buscan ajustar la tasa de cambio.
Sobre la inflación, pues se quejan y en verdad es alta si se compara con sus vecinos del Sur. Pero nunca llega a nuestros niveles. Un trabajador de tienda puede ganar 6 mil pesos (casi 6 mil bolívares) y alquilar un apartamento para dos por 3 mil mensuales. Una cena para tres personas en Puerto Madero puede costar 500 pesos (cerca de 500 bolívares), no la millonada que cobrarían en un restaurante de Las Mercedes. Y un par de zapatos Nike o Adidas, producidos en la Argentina de forma oficial, no supera el millón de bolívares.
En el ámbito político, los argentinos tienen mucho terreno para maniobrar. El kirchnerismo se ha visto reducido a una minoría tras perder valiosos espacios. Sin embargo, como en otras latitudes mantienen un férreo control sobre todos los poderes y una posición radical. Cristina ha visto descender su popularidad y respeto entre la población. Pero además, los argentinos tienen una previsión fenomenal para avanzar hacia un mejor futuro, ya que la Presidenta esta imposibilitada de optar por la reelección.
Buscará posicionar a su hijo o a otro fiel seguidor como nuevo presidente, pero no le será tan fácil.
Los argentinos están bien pendientes de lo que pasa en Venezuela. Se saben socios de su destino. Buena parte de la sociedad quiere evitar que su país llegue a los extremos que hemos llegado. Se burlan del pajarito de Maduro y ven con temor el avance de la revolución bolivariana.
Se sienten desesperanzados, atrapados en su laberinto. No creen mucho en la oposición ni en que haya salida posible a la barrena en que se han metido. Sin embargo, al verlos desde este punto, mucho más abajo en la escala democrática, uno pudiera pensar que no están tan mal como creen.
- 23 de julio, 2015
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