El futuro de Latinoamérica
Concluye 2013 y quizá sea bueno hacer un recuento de los hechos capitales del año que acaba en América Latina, porque marcarán, a querer o no, su futuro inmediato. Y tal vez algo de su futuro de cuenta larga.
Desde mi punto de vista, el principal acontecimiento del 2013 en la región tiene que ver con la legalización del consumo, venta y autocultivo de marihuana en Uruguay a principios de este diciembre, siendo así el primer país del mundo que regulariza integralmente la producción y venta de esa droga. Meses antes, en abril pasado, Uruguay también había concluido la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, convirtiéndose entonces en el duodécimo país del mundo y el segundo de Latinoamérica en aprobar el llamado Matrimonio Igualitario. Ambas medidas, inspiradas en la cultura de la libertad, como señaló este fin de semana Mario Vargas Llosa, son incluso más llamativas por cuanto fueron impulsadas por “el Gobierno de un movimiento que en su origen no creía en la democracia sino en la revolución marxista leninista y el modelo cubano de autoritarismo vertical y de partido único”.
Ambas medidas le han costado mucho al presidente Mujica, principal impulsor de ellas, comenzando por la caída de su popularidad, pero son las únicas medidas razonables para enfrentar, por un lado, la locura que ha significado la prohibición de las drogas, al hacer ésta inevitables los mercados ilegales, lo que crea violencia, porque los conflictos entre las partes implicadas en el tráfico de drogas no pueden resolverse por medios legales, sino que tienen que matarse unas a otras, al estar obligadas a vivir en un mundo de penumbras, en lugar de contratar a abogados y llevar los problemas dentro del sistema judicial. Por el otro, el reconocimiento del matrimonio homosexual es una salida al abusivo estado actual de las cosas en América Latina, donde una mayoría (heterosexual) ha impuesto sus preferencias y códigos a una minoría (homosexual), que no cuenta con los instrumentos necesarios de representación y defensa legal. Esa mayoría puede ser persecutora y agresora, como bien lo mostró en agosto pasado el diputado chavista Pedro Carreño, que ejemplificó en su discurso la homofobia latente de la clase política y de la propia sociedad latinoamericanas.
Otro hecho muy significativo y auspicioso del 2013 tiene que ver con el inicio de la recuperación económica española. Tras 27 meses de recesión continua, España comenzó a tener tímidos crecimientos en su PIB a partir del tercer trimestre del 2013, aunque la recuperación que ello supone aún tardará en reflejarse en el empleo, con mucho la principal área de afectación de su economía. El fin de la recesión da la bienvenida a un 2014 que será decisivo para la salida definitiva de la crisis, y quizá, para la recuperación del protagonismo ibérico en América Latina, muy mermado a raíz de la crisis provocada por el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, y que por ello tuvo que consecuentar a los regímenes populistas de la zona, como ejemplificaron bien la expropiación de diversos bienes de empresas españolas, el desinterés del gobierno Rajoy en el tema de los Derechos Humanos y su vergonzante negociación con la dictadura cubana por el caso Carromero. Frente al creciente desinterés norteamericano en la región, sólo una activa y consecuente diplomacia española puede ayudar a dar un poco de equilibrio en América Latina.
La tenaz crisis económica en países como Venezuela y Argentina, a raíz de la gestión irresponsable de los populismos latinoamericanos, y cuyo final no tiene avistamiento cercano, es otra nota del 2013 con hondas implicaciones para América Latina en el futuro: Evidenciaría una vez más, por si hiciera falta, que todo populismo y en general todo gobierno dejado a su arbitrio, sin límites a su intervención y a la distribución de la riqueza entre sus acólitos para así ganar más votos y sumisiones, termina por entregar malos, muy malos resultados económicos y políticos. Sus terribles costos en términos de vidas humanas insatisfechas y prosperidad desperdiciada podrían ser (sólo podrían ser) un eficaz disuasorio al nuevo gobierno de Michelle Bachelet en Chile o al de Enrique Peña Nieto en México para no seguir el camino que se han trazado. Y un recordatorio de que sólo un arreglo institucional de corte democrático liberal puede rendir buenos resultados, un arreglo donde el gobierno rinda cuentas y responda a los ciudadanos, donde sea contenida la obsesión recaudatoria de partidos y burocracia, donde la ciudadanía tenga reales derechos políticos, donde se respeten contratos y propiedad privada, y haya márgenes de libertad lo suficientemente amplios como para que la gran mayoría de la población pueda aprovechar las oportunidades económicas.
Dicho esto, sólo me resta agradecer a los amables lectores su compañía hoy y durante todas las semanas de 2013. Y desearles un 2014 lleno de buenas noticias y éxitos.
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