Colorado y Uruguay: tan lejos y tan cerca
A primera vista el estado de Colorado y Uruguay no tienen nada en común. El primero es famoso por sus imponentes Montañas Rocosas y el país sudamericano es conocido, entre otras cosas, por sus bellas playas en la exclusiva Punta del Este. Pero desde ahora algo une a estos dos lugares tan alejados geográficamente: se trata de la posibilidad de comprar y consumir marihuana sin terminar entre rejas.
En el caso de los habitantes de Colorado, muchos de ellos estrenaron el primero de enero haciendo incursiones en establecimientos especializados situados en la zona industrial de Denver donde, siguiendo las normas establecidas, venden a mayores de edad todo tipo de derivados del cannabis. En dichas tiendas se ofrecen los productos más escogidos para los aficionados y connoisseurs de la marihuana.
En cuanto a Uruguay, recientemente el Senado aprobó una ley que permite la producción, distribución y venta del cannabis que proveería el propio Estado. Una iniciativa respaldada por el presidente José Mujica que convierte al país en el primero en el mundo en legalizar completamente esta droga blanda. Mujica, quien en los últimos tiempos ha acaparado las portadas internacionales por impulsar pioneras reformas sociales que incluyen la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, ha señalado que si bien “no es bonito legalizar la marihuana, peor es regalar la gente al narco”. El mandatario es uno de los jefes de Estado en Latinoamérica que apoya la regulación de las drogas como el modo más pragmático de poner freno al creciente poder del narcotráfico en la región.
Como era de suponer, tanto en Estados Unidos como en Uruguay estas medidas han avivado el viejo debate en torno a la legalización de las drogas. Por ejemplo, hay quienes temen que Colorado se convierta en un imán que atraiga un turismo sui generis. Algo que tampoco es nuevo, pues en Amsterdam abundan los viajeros que compaginan sus visitas a los museos con una merienda de pastelillos de marihuana en los populares koffiehuis (no confundirlos con los tradicionales cafés) de la capital holandesa. Conviene aclarar que en Holanda las drogas recreacionales son ilegales pero se puede poseer hasta cinco gramos de cannabis. En lo referente a Uruguay, el sector más conservador de la oposición advierte del peligro de que se dispare el consumo de drogas duras como consecuencia de la permisividad con el cannabis.
En ambos casos se trata de medidas experimentales y abiertas a modificaciones, que son más el reflejo del ajuste a una realidad de oferta y demanda que el marketing puro, duro y alegre de un producto que no está exento de polémica. Lo cierto es que desde hace años el consumo de marihuana se ha extendido globalmente y para muchos usuarios es tan natural como tomarse un par de copas.
Sin duda la marihuana produce efectos en quienes la consumen, pero lo mismo puede decirse del alcohol, que es legal y abunda en los hogares. Los mismos hogares donde hay adultos que también ingieren toda clase de pastillas recetadas, y en muchas instancias altamente adictivas, que influyen en sus estados anímicos.
A lo que se refiere el presidente Mujica es que la manera más cabal de afrontar la situación que nos circunda es la de adoptar leyes que no criminalicen (y enriquezcan aún más al narco), sino que canalicen el consumo de una droga tan extendida como la marihuana, cuyos efectos pueden ser menos fuertes que los de una borrachera.
Es evidente que la legalización del cannabis lo hace más visible a la juventud, pero ésta ya está expuesta a una interminable parafernalia de paraísos artificiales: las bebidas alcohólicas, las drogas sintéticas, las que recetan médicos y siquiatras. Desde muy pronto descubrimos que vivir es un campo minado de tentaciones y no todas ellas benéficas. Como ha sucedido con las efectivas campañas en contra del uso del muy dañino tabaco, lo que vale es la prevención, la información y la educación. Y luego los individuos son libres de tomar decisiones que afectan sus vidas para bien o para mal.
Lo ideal sería un mundo exento de los terribles peligros que nos acechan, pero esa Jauja no existe. Jean-Paul Sartre lo dijo: estamos condenados a ser libres. En esa línea, Mujica lo resume así a la hora de abordar este particular desafío: “Hay que tener audacia y buscar caminos nuevos.” Colorado y Uruguay. Nunca dos puntos tan distantes han estado tan cerca.
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