La ‘filantropía obligatoria’
Una nueva ley que entrará en vigencia este año en India exige que las corporaciones gasten al menos el 2 por ciento de sus beneficios netos en obras benéficas. ¿Sería ésta una buena idea para los países latinoamericanos?.
Según la mayoría de los estudios, Latinoamérica es una de las regiones del mundo en la que las corporaciones y la gente rica contribuye menos a las obras filantrópicas.
En parte, esto se debe a que la mayoría de los países de la región no ofrecen incentivos impositivos a las corporaciones o a los ricos para que donen dinero, y existe la expectativa generalizada de que los gobiernos tienen la responsabilidad de ocuparse de los pobres, dicen los expertos. Además, muchos países latinoamericanos tienen universos impositivos relativamente pequeños, en los que las corporaciones pagan la mayor parte de los impuestos.
El recientemente publicado World Giving Index 2013, un ranking de la filantropía en 135 países del mundo, preparado por la Charities Aid Foundation, con sede en Londres, revela que la mayoría de los países latinoamericanos están en la mitad más baja de la lista.
El estudio, basado en encuestas Gallup que preguntaban a la gente de cada país por sus hábitos de donación, incluye a Gran Bretaña, Holanda, Canadá, Australia y Estados Unidos entre los países en los que la gente dona más dinero.
Pero con unas pocas excepciones —como Chile, que ocupa el puesto 18, Paraguay (el 25), Haití (el 30) y Uruguay (el 35)—, la mayoría de los países latinoamericanos están mucho más atrás. Brasil está en el puesto 72, México en el 75, Perú y Ecuador en el 80, Argentina en el 84, Venezuela en el 100 y El Salvador en el 110.
Mientras en Gran Bretaña el 76 por ciento de la gente y en Estados Unidos el 62 por ciento dicen que han donado dinero en el último año, en Brasil el porcentaje es tan solo el 23 por ciento, en México el 22 por ciento, en Perú el 21 por ciento, en Argentina el 20 por ciento, y en Venezuela del 14 por ciento, afirma el estudio.
India, donde según el World Giving Index 2013 sólo el 28 por ciento de los encuestados dijeron que habían hecho una donación en el último año, exigirá a las corporaciones a partir de abril que donen al menos el 2 por ciento de sus beneficios netos.
Según la nueva ley india de responsabilidad corporativa, las corporaciones de cierto tamaño serán sometidas a una regla de “cumpla o explique”, que requiere que gasten al menos el 2 por ciento de sus beneficios en causas filantrópicas o tengan que explicar a las autoridades por qué no lo han hecho.
Según un estudio de la firma contable Ernst & Young, la ley afectará al menos a 2,500 empresas, y generará $2,000 millones en donaciones.
En una entrevista telefónica, le pregunté a Ted Hart, director de CAF América, la filial estadounidense de la Charities Aid Foundation, si no sería una buena idea que los países latinoamericanos siguieran los pasos de India.
Hart dijo que no está muy entusiasmado con ley de India. Según me dijo, se hizo algo similar en Sudáfrica, y no funcionó muy bien, porque las empresas allí limitaron sus donaciones al porcentaje requerido legalmente. Con estímulos adecuados, las corporaciones podrían donar más del 2 por ciento, dijo.
“La experiencia filantrópica debería se estimulada, no exigida”, me dijo Hart. “Cuando existe un requerimiento legal, tiende a funcionar como un techo”.
Hart recomienda que los países ofrezcan reducciones impositivas a las corporaciones que hacen donaciones filantrópicas, y que los gobiernos establezcan estándares para que los donantes puedan saber cuáles fundaciones benéficas son legítimas y están bien administradas. Además, los gobiernos deben estimular una cultura filantrópica, me dijo.
Mi opinión: Muchos gobiernos latinoamericanos no quieren ofrecer deducciones impositivas a las empresas que hagan donaciones benéficas, porque temen una reducción de la recaudación impositiva, y porque no quieren perder el monopolio de la ayuda.
El problema es que muchos de esos gobiernos malgastan gran parte del dinero de los impuestos en negocios corruptos y en subsidios con fines políticos.
Tal vez todos los gobiernos deberían ofrecer deducciones impositivas a las empresas que hagan donaciones a fundaciones benéficas legítimas, tal como ha empezado a hacer México. Y los gobiernos también deberían empezar a certificar que las fundaciones benéficas sean legítimas, para que los donantes puedan dar dinero a fundaciones que conocen las necesidades de sus comunidades mucho mejor que los políticos.
La base de datos del “Indice de donantes de America latina”, publicada por el Banco Interamericano de Desarrollo y la Fundación Avina, es un paso en esa dirección.
Si nada de todo esto funciona, tal vez habría que considerar la filantropía obligatoria. Será muy interesante observar cómo funciona la experiencia en India.
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