China no es diferente

El Expreso de Guayaquil

Antes que Deng Xiaoping comenzara las reformas de mercado, China era un país igualitario: todos eran pobres, el rico no existía. El índice de desigualdad GINI (0: total igualdad, 1: total desigualdad) era 0.31 en 1978, uno de los índices más igualitarios del mundo. Décadas posteriores de extraordinario progreso, el índice aumentó a alrededor de 0.50, es decir la desigualdad se incrementó alarmantemente.

Durante los últimos años el índice se ha estabilizado en 0.48. ¿Por qué hubo un salto tan grande en la desigualdad?

En treinta años, China se convirtió en el país con el mayor número de millardarios del mundo, 115; creó 63.500 superricos (patrimonio desde 16 millones de dólares) y tiene 1'060.000 millonarios. El hombre más rico de China, Zong Oinghou, hace 25 años, cuando tenía 42, vendía bebidas gaseosas a las escuelas y ganaba 8 dólares mensuales. Hubo épocas en que debió dormir debajo de puentes. Actualmente su fortuna sobrepasa 21 millardos de dólares, tiene numerosas empresas.

No se requiere ser sabio en economía para explicar cómo un país donde casi no existía la desigualdad, tres décadas después hay enormes diferencias entre los que tienen y no tienen. No todos los seres humanos aprovechan las oportunidades ni poseen el mismo nivel de ambición y otros valores orientados a la producción. ¿Por qué Oinghou hizo tanto dinero y sus compañeros de trabajo no? Esta situación ocurre en todos los países que logran gran progreso en poco tiempo. Triunfan los que están preparados, no necesariamente los universitarios. Triunfan los: disciplinados, organizados, incansables trabajadores, determinados a triunfar, toman riesgos, se fijan en el detalle, frugales, etc. En un país con competencia, sobresalen los mejores.

China tampoco es diferente de los países prósperos en materia de proteger los patrimonios. Magnates, dirigentes políticos y élites del régimen chino, han comenzado a crear empresas en paraísos fiscales. Sorprende que no teniendo China el perfil del país ideal del actual régimen ecuatoriano, se ha convertido en indispensable fuente de crédito, inversión, etc. de Ecuador.