La neurociencia desafía a la educación
Los científicos especializados en el sistema nervioso, principalmente en los conocimientos sobre el cerebro, vienen descubriendo cómo los niños y adolescentes asimilan la cantidad inmensa de estímulos que reciben diariamente en la casa, en la calle y en la escuela.
La estimulación ambiental a la que están sometidos niños y adolescentes es creciente. Hace pocos años, en la casa había pocos focos estimuladores, fuera de los miembros de la familia. Hoy la televisión, los celulares con sus muchas funciones, además de la radio y otros medios de ambientación musical saturan de estímulos a los pequeños. Más todavía para quienes tienen poder adquisitivo y tienen en sus casas juegos electrónicos y computadoras con conexión a internet.
Las calles de las ciudades están saturadas de estímulos de todo tipo por los reclamos llamativos de las vidrieras comerciales, el tráfico denso de vehículos, la publicidad exterior, el roce con mucha gente, etc.
Además de la sobrecarga de estímulos, hay otros dos factores nuevos, y son la variedad de dichos estímulos visuales y la vertiginosidad con que se presentan los estímulos. Baste citar los programas televisivos con lenguajes visuales de sucesión de imágenes en brevísimos segundos.
Hay un cambio sustancial e importantísimo en la relación de los niños y adolescentes con el ambiente.
En muy pocos años, han pasado de recibir sobre todo estímulos auditivos a recibir abrumadoramente muchos más estímulos visuales. La puerta principal de entrada e invasión a su mundo interior ya no son los oídos, sino los ojos.
Acostumbrados desde que nacen a ser estimulados fuertemente por la vista, les resulta muy poco estimulante recibir solamente estimulación por los oídos. Esto explica la poca atención que los alumnos dan a los profesores que se ponen al frente del aula y hablan, hablan, queriendo explicar todo con solo palabras. Durante siglos, la vía de aprendizaje ha sido la vía auditiva; de ahí vienen expresiones como la de “dictar clases”; ahora la vía de aprendizaje es principalmente visual.
Esa cantidad de estímulos visuales recibidos, esa velocidad y variedad no dejan tiempo de reposo para poder internalizar conscientemente, analizar y profundizar la información recibida. Los niños y adolescentes pueden tener la sensación de que conocen todo, que saben mucho, porque han visto tanto, pero en realidad no saben nada, como se suele decir gráficamente: pasaron sobre las realidades del entorno como gato sobre brasas.
Ante estos hechos, los educadores necesitamos la ayuda de los neurocientíficos. Seguir enseñando como siempre no sirve, porque los educandos están en otra clave de relación y comunicación con lo que les rodea; su modo de recibir, percibir y procesar los impactos informativos que reciben es muy diferente.
Los padres y educadores profesionales necesitamos saber cuáles son los avances en el conocimiento sobre las nuevas posibilidades de trabajar con todo el cerebro, con ambos hemisferios –el izquierdo y el derecho–, así como recibir orientación de los neurocientíficos para saber qué resultados podemos esperar y cómo activar y desarrollar las funciones del cerebro para el aprendizaje.
Todavía es muy escasa la bibliografía pedagógica que ha incorporado los descubrimientos de la neurociencia. No obstante, ya hay suficiente información profesional como para revisar, actualizar, innovar nuestra pedagogía y nuestra didáctica. Por eso mismo ya hay propuestas muy elaboradas que apoyan los nuevos modos de plantear los procesos educativos y los de enseñanza-aprendizaje poniendo mucha más fuerza en el desarrollo de las competencias que en la adquisición puramente memorística de conocimientos cerrados. El interés por el desarrollo de las competencias ya está presente en nuestros diseños curriculares, como hace tiempo estuvo el interés por el constructivismo.
El riesgo en ambos casos puede estar siendo el mismo, que seguimos enseñando como antes, pero usamos las nuevas palabras (competencias y constructivismo) como si las estuviéramos realmente llevándolas adelante.
Mirando no solo a lo que sucede, sino atendiendo ya al futuro inmediato necesario, nuestro sistema educativo debe contar, bajo la responsabilidad del Ministerio de Educación y Cultura y de grupos de vanguardia de iniciativa privada, con equipos interdisciplinares de exploración, investigación y experimentación piloto, integrados por profesionales de la educación y profesionales de la neurociencia. Ya se está hablando de la necesidad de programar una nueva disciplina, la neuropedagogía.
- 23 de enero, 2009
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