Entre Caracas y Kiev
Por Nicolás Pérez Díaz-Argüelles
La noticia es un curioso fenómeno que solo nos llega cuando roza nuestras emociones. Y nos interesan cuando se combinan dramatismo, cercanía y comprensión de los hechos. No me agrada llover sobre mojado pero el lector manda y el articulista obedece. Hoy sin remedio no podemos escribir sobre un cartón en colores de Walt Disney, debemos irnos por las comparaciones entre Caracas y Kiev.
Ucrania, tras tres años tratando de entrar en la Unión Europea, una declaración conjunta firmada por el Consejo el 21 de febrero del 2005 a la que se opusieron rotundamente Victor Yakunovich y Vladimir Putin, provocó que estallase una crisis popular con un saldo de al menos 80 muertes la semana pasada. El pueblo ha respondido con masivas manifestaciones que han provocado masacres. Con la ceguera típica de los comunistas, el primer ministro de Ucrania, Nicolás Azárov, ha declarado que de las protestas son responsables algunos políticos extranjeros.
Nicolás Maduro olvida el desabastecimiento, el auge de la delincuencia, las continuas devaluaciones del bolívar y la represión popular, y culpa a Estados Unidos de estar detrás de las protestas para “sacarlo del poder”. Añade que Obama le había recomendado reunirse con la oposición, liberar a detenidos y cesar la represión a las libertades públicas. Y es que cada día pierde más credibilidad que dictaduras pretendan responsabilizar a las grandes potencias de sus propios errores.
Aunque comienza a producirse un fenómeno que no lo creía posible hace solo un par de semanas, Nicolás Maduro está haciendo un strip-tease de su verdadera naturaleza y su cuerpo groseramente desnudo, lleno de arrugas y celulitis ideológica, senos represivos y caídos, curvas inventadas por una propaganda chavista dirigida por La Habana, se derrumba. Y antiguos aliados incondicionales comienzan a balbucear tímidas críticas aseguro que irán en aumento. El presidente saliente de Chile, Sebastián Piñera, llamó este domingo a respetar las libertades en Caracas, añadiendo que las marchas deben ser pacíficas. Desde Perú, Nadine Heredia, la esposa de Ollanta Humala, dijo: “No se puede tapar el sol con un dedo, la situación de Venezuela es sumamente preocupante”. Dentro de las propias filas del chavismo comienzan a haber importantes deserciones, y vuelvo a pronosticar, proseguirán. Un video de la joven venezolana Adriana Nash en You Tube sobre el país ha acumulado 2.5 millones de visitas en seis días. Inevitable, la tecnología será la tumba de las dictaduras. La ola de críticas de artistas latinoamericanos de calidad y renombre internacional fustigando a Nicolás Maduro asusta, entre otros, Eva Longoria, Ricky Martin, Sofía Vergara, Ricardo Montaner, Paulina Rubio, Juanes, Rubén Blades y Willy Colón.
Y el Palacio de Miraflores está vacilante y errático, lo mismo expulsa a tres diplomáticos norteamericanos que reitera un extraño llamado a un diálogo con Barack Obama. Error craso. El problema no es entre Washington y Caracas, sino entre el chavismo y el pueblo de Simón Bolívar. Y mientras La Habana gira a la derecha auspiciando cursos sobre negocios en la Universidad de La Habana, Venezuela se atrinchera y escoge la opción de una izquierda enloquecida. No hay quien entienda este contrasentido.
Sobre Ucrania y Caracas, aunque ambas crisis tienen idénticas raíces, soberanía sobre la injerencia de Rusia y Cuba en los asuntos internos de Kiev y Caracas, un titular del Nuevo Herald describe en cinco palabras la situación por dónde van los tiros en Kiev: “Comienza una nueva era en Ucrania”. Los dirigentes opositores firmaron un acuerdo con el presidente Yakunovich que incluye su renuncia, elecciones anticipadas, una nueva Constitución, un gobierno de unidad nacional y la liberación de la ex primera ministra Yulia Ttimoshenko, acusada de falsos cargos de abuso de poder.
Kiev recapacita pero Venezuela no cede y en mi criterio esto pica y se extiende.
Vladimir Putin, de regreso de la caída del Muro de Berlín, sabe que Ucrania como su satélite, aunque un muerto insepulto, su pérdida es un hecho consumado.
El caso venezolano es diferente, Cuba es quien manda en Venezuela, la gobierna y dirige a su antojo. Se discute en diarios venezolanos si Maduro nació en Colombia o Venezuela, esto es algo intrascendente, Maduro es cubano hasta la médula. El va a obedecer sin chistar al castrismo cuya política es no ceder, no transigir, no negociar, esto le ha dado resultado a Cuba en el último medio siglo y no va a cambiar su política porque sin los 100,000 barriles de petróleo que Maduro regala a Cuba a esta le es imposible sobrevivir, por lo que el castrismo obligará a Maduro que derrame toda la sangre venezolana que sea necesaria para mantener a una Cuba comunista vivita y coleando.
Las próximas semanas son críticas para el futuro del chavismo. Yo apuesto a los estudiantes, a la clase obrera y el pueblo de Venezuela. Veremos qué pasa.
- 23 de enero, 2009
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