Educación pública y lenguas nativas en Bolivia
El Día, Santa Cruz
Los reformadores sociales, y especialmente los educativos, con frecuencia dan por supuesto estúpidamente que los padres, en especial los que son pobres y carecen de educación, están poco interesados en la educación de sus hijos y no pueden elegir por ellos. Esto es un insulto injustificado”.
Analizando el párrafo superior que escribe el Premio Nobel de Economía Milton Friedman en su libro “Libertad de elegir”, podemos observar que es una afirmación que se adecua perfectamente a la organización educacional de nuestro país, puesto que el Estado boliviano se ha convertido en el principal tomador de decisiones y financiador –a costa de nuestros impuestos- de nuestra educación.
Partamos con el acuerdo –disintiendo del supuesto de los reformadores educativos del Estado- de que cualquier padre de familia –rico o pobre- desea y le interesa la mejor educación para su hijo, una educación eficiente y que justifique su costo de oportunidad, el impuesto.
En Bolivia ocurre que los padres, no han perdido el interés, sino que han perdido totalmente el control -sobre todo en las escuelas públicas- del tipo de educación que reciben sus hijos. El currículo escolar boliviano se encuentra completamente parcializado hacia fines políticos y además de eso es obsoleto si lo comparamos con los currículos de las escuelas en los países más desarrollados.
Paradójicamente la educación, en vez de mejorar con los años y los mayores ingresos del estado, se ha vuelto cada día más ineficiente, al punto que los maestros interesados y los alumnos dedicados afirman que la atmósfera de los establecimientos públicos de educación no es favorable al aprendizaje y mucho menos a la formación y culturización social a largo plazo.
Existen muchos ejemplos sobre la ineficiencia y el autoritarismo que esconde la escuela pública boliviana. La imposición de lenguas nativas es uno ellos. Un decreto absolutamente innecesario, que malgasta recursos en la enseñanza de un idioma que no será de justificable utilidad y que, por cierto, el contribuyente no desea que su hijo aprenda, pues como decía anteriormente, un padre desea que su hijo invierta su tiempo y esfuerzo en algo útil y productivo. Los idiomas nativos de un país tienden a desaparecer, no porque el estado no los incentive, sino porque la sociedad -espontáneamente- los sustituye por idiomas más eficientes y sobre todo globales.
Es urgente modificar el sistema educacional en Bolivia, necesitamos eliminar por completo la ideologización dirigida a los estudiantes, la burocracia y corrupción por la que pasan los padres, la pésima asignación de sueldos y bonos a los docentes y sobre todo la ineficiencia y antigüedad del currículo que hoy en día deseduca –antes de educar- a nuestros hijos. La solución es simple; sin embargo, merece de un gobierno responsable y sin tintes autoritarios. Simplemente se debe subsidiar la demanda –en vez de la oferta- mediante vales y dejar a los padres de familia que escojan la escuela -pública o privada- que deseen, conllevando esto a la competencia y eficiencia de las escuelas en Bolivia y acabando con todos los problemas mencionados anteriormente.
- 23 de julio, 2015
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