Las drogas: Una lucha regional
El Día, Santa Cruz
Es mucho lo que se discute sobre el tema de las drogas en la actualidad, la marihuana, la cocaína e incluso drogas mucho más fuertes han llevado a extremos debates en congresos, centros pensamientos, universidades y hasta hogares de familia.
Es preciso afirmar que las drogas no son un problema que afecte solo a Colombia, Bolivia, Chile o Estados Unidos. Las drogas en sí engloban a todo el mundo y sobre todo a Latinoamérica, lugar donde se producen y en el cual voy a fundamentar mi opinión.
Cuando nos referimos a los problemas que causa la droga, en realidad estamos hablando de narcotráfico, crímenes, delincuencia, corrupción, ideología y por último consumo. Cada uno de estos problemas tendrá lugar en un respectivo país de acuerdo a su posición frente a las drogas. Utilizando de ejemplo a Bolivia, Colombia, Perú y México -principales productores- podemos observar que los problemas emblemáticos son el narcotráfico, los asesinatos y la corrupción.
Dejando de lado el consumo que es muy mínimo. Ahora si analizamos a países como Chile, Uruguay y Argentina que no son productores, podemos observar que los niveles de narcotráfico, crímenes y corrupción en este ámbito son muy bajos.
Sin embargo, el consumo es muy alto y ha llegado a dañar la estructura social de estos países de manera relevante.
Teniendo en cuenta todo esto, podemos ya proponer una solución al problema, dejando de lado los tintes ideológicos liberales, conservadores o socialistas. Pues lo que todos tenemos claro en nuestros países es que no deseamos narcotráfico, crímenes, corrupción o personas bajo la influencia de drogas a nuestro alrededor.
Las soluciones a las drogas siempre han sido y siempre serán dos. Una lucha a mano dura -altamente costosa en recursos económicos- con penalización y guerrilla policial o una despenalización con libre comercio. El debate en cada país al momento de hablar de alguna de estas dos soluciones ha sido siempre absurdo y además ineficiente en materia de gastos de recursos públicos, pues cualquiera de la dos soluciones será siempre inútil si no se la toma en conjunto con toda la región, Uruguay por ejemplo, un país que se aisló en su decisión de despenalización y además la estatizó.
Lo que deben hacer los gobiernos -si realmente les interesa terminar con el negocio de las drogas y la inseguridad ciudadana- es analizar el costo social de despenalizarla o penalizarla en todos los países y respecto a ese análisis proceder con las políticas. En el bloque de países productores, despenalizarlas para acabar con la producción y los problemas que genera y en el bloque de países consumidores penalizarlas para no incrementar el consumo, lo cual no pasará en los países productores debido a que en cualquiera de las dos circunstancias nunca ha sido de mayor dificultad conseguir droga.
Es cierto que esta propuesta en la práctica resulta mucho más difícil que en la teoría, pues se necesita de gobiernos responsables, transparentes, independientes y sobre todo dispuestos a terminar con este rentable negocio. Lo cual en nuestra región, por la corrupción todavía no hemos conseguido.
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