Una victoria efímera de Maduro
El presidente venezolano Nicolás Maduro obtuvo una victoria diplomática al derrotar una propuesta de algunos países en la Organización de Estados Americanos (OEA) de ofrecer una mediación externa para resolver la crisis política de Venezuela, que ya ha dejado más de 21 muertos y cientos de heridos. Pero puede que se trate de una victoria efímera.
Esa es la impresión que saqué tras entrevistar al Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, poco después de que esa institución aprobó una resolución respaldando el “diálogo nacional” que conduce el gobierno de Maduro, y rechazando el pedido de la oposición venezolana de buscar un diálogo con una mediación independiente y creíble para ambos bandos.
La resolución de la OEA del 7 de marzo fue aprobada por 29 votos a favor y 3 en contra (Estados Unidos, Canadá y Panamá). Los tres países que votaron en contra citaron las demandas de la oposición venezolana de que haya una mediación externa porque el gobierno de Maduro —que fue proclamado presidente tras una elección cuestionada, ha arrestado a líderes de la oposición pacífica y está silenciando a los medios— no puede ser juez y parte del conflicto.
A juzgar por lo que me dijo Insulza, la propuesta de pedirle a Venezuela que acepte una mediación independiente posiblemente vuelva a ser discutida pronto, porque la crisis venezolana no va a amainar. Tanto el gobierno como la oposición necesitarán dialogar para impedir que la crisis se haga aún más profunda, y más sangrienta.
Venezuela ya tiene la inflación más alta del mundo (56 por ciento anual), una creciente escasez de alimentos, y tasas de violencia sin precedentes que en Caracas han llegado a más de 100 por cada 100,000 habitantes, entre las más elevadas del mundo.
“No creo que la tensión vaya a amainar mientras subsistan los problemas económicos y sociales que existen en el país en este momento”, me dijo Insulza. “Los problemas económicos por los que atraviesa Venezuela hoy en día no los puede resolver el gobierno solo, tiene que resolverlos con el sector empresarial, con los partidos de oposición, etc. Y lo mismo con los problemas sociales”.
¿Y qué opina del argumento de la oposición venezolana de que el llamado al “diálogo nacional” de Maduro es solo una treta para ganar tiempo y desarticular las protestas callejeras?, le pregunté.
Eso “no va a ocurrir”, respondió Insulza. “No va a amainar la tensión mientras no haya alguna real disposición para dialogar y resolver los problemas entre todos. Por lo tanto, lo que ha ocurrido en estos días es solamente un paso más en este proceso. Mientras no haya soluciones de fondo a la crisis venezolana, seguramente las tensiones van a continuar”.
¿Eso significa que la OEA puede reabrir el debate sobre una mediación independiente?, pregunté. Insulza respondió que si el “diálogo nacional” que conduce Maduro no va a ninguna parte y la crisis se sigue profundizando, los países “van a volver a discutir el tema” en algún foro.
Cuando le pregunté por las críticas de la oposición de que él debería usar sus atribuciones para enviar una misión de observación a Venezuela, Insulza respondió que no tiene facultades para hacer eso a menos el Consejo Permanente de la OEA lo decida y haya una grave ruptura del orden democrático, “y de eso estamos lejos” en Venezuela.
Mi opinión: Yo no sería tan categórico en afirmar que no ha habido una grave ruptura del orden democrático en Venezuela.
Maduro fue declarado presidente por un ínfimo margen del 1.5 por ciento del voto por un tribunal electoral controlado por el gobierno, después de un proceso electoral sumamente viciado. Además, es difícil considerar democrático a un gobierno que no respeta la separación de poderes, arresta a los líderes de la oposición pacífica y silencia a los medios.
Pero Insulza está en lo cierto en que la crisis no desaparecerá, y el tema de una mediación creíble probablemente vuelva a la mesa.
Venezuela solo saldrá de su crisis cuando Maduro entienda que no es dueño de un país en el que la mitad de la población votó en su contra, y mientras no acepte una mediación respetada por ambas partes. Solo entonces se podrá llegar a un acuerdo para que el gobierno libere a los presos políticos, restaure la separación de poderes, y permita un tribunal electoral independiente a cambio de un compromiso de la oposición para ayudar a resolver los problemas del país.
El lamentable voto de la OEA a favor de Maduro, así como las declaraciones de la UNASUR en el mismo sentido, probablemente pasen al olvido en la medida en que la crisis venezolana se agrave, y quede claro que el supuesto “diálogo nacional” conducido por Maduro es una farsa. Entonces, habrá que volver a contemplar una mediación independiente, que es la única salida realista para Venezuela.
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