Los países que van para adelante
Hay muchas maneras de intentar pronosticar cuáles países prosperarán más —y cuáles menos— en los próximos años, pero una de las más reveladoras es la que surge de un informe que acaba de ser publicado de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), con el número de patentes internacionales de nuevas invenciones solicitadas por cada país el año pasado.
El informe anual de OMPI, una organización internacional integrada por 187 países, revela que Estados Unidos sigue siendo, de lejos, el líder mundial en innovación, con 57,300 solicitudes de patentes internacionales presentadas ante la OMPI en 2013, lo que representa un aumento del 11 por ciento sobre el año anterior. En segundo lugar se encuentra Japón, con 44,000 solicitudes de patentes (1 por ciento de aumento sobre el año anterior), y luego China, con 22,000 solicitudes de patente (16 por ciento de aumento sobre el año anterior). En cuarto y quinto lugar están Alemania, y Corea del Sur.
En comparación, el número de patentes internacionales solicitadas por los países europeos no varió, y el de los países latinoamericanos permaneció en niveles insignificantes.
“Hay un aumento en las solicitudes de patentes internacionales de Estados Unidos y China, pero no en otras jurisdicciones”, me dijo Carsten Fink, el jefe de economistas de la OMPI desde Ginebra en una entrevista telefónica.
Fink dijo que las estadísticas de OMPI son una de las mejores maneras de medir el nivel de innovación de cada país, porque reflejan las patentes de mayor potencial. Habitualmente, los inventores particulares o las empresas suelen registrar primero una patente en su país de origen, y sólo solicitan una patente internacional ante la OMPI cuando creen que pueden vender su producto en otros países.
Todos los países latinoamericanos sumados solicitaron alrededor de 1,000 patentes internacionales el año pasado, una cifra mínima si se la compara con las 12,400 solicitudes de Corea del Sur, o las 1,600 de Israel. En otras palabras, los 32 países de Latinoamérica juntos —con una población de casi 600,000 millones de personas— presentaron menos del 10 por ciento de las solicitudes de patentes internacionales presentadas por Corea del Sur, un país de solo 50 millones de personas.
Dentro de Latinoamérica, Brasil presentó 660 solicitudes de patentes internacionales el año pasado, México 233, Chile 144, Colombia 82, Argentina 26, Perú 13, Costa Rica 12, Cuba 9 y Venezuela 1, según el informe de la OMPI.
Cuando le pregunté a Fink por qué los países latinoamericanos presentan tan pocas solicitudes de patentes, me dijo que “el desafío de los países latinoamericanos es crear un ecosistema donde pueda florecer la innovación”.
Y agregó: “Eso implica tener un buen sistema educativo, incentivos fiscales para estimular la investigación y desarrollo de nuevos productos, mecanismos financieros para respaldar el capital de riesgo y políticas que favorezcan la movilidad de personas altamente calificadas, para traer talentos de otros lugares”.
¿Hay una relación directa entre la inversión de los países en investigación, y la cantidad de patentes que producen?, le pregunté a Fink.
Su respuesta fue afirmativa. “China gasta el 1.7 por ciento de su PBI en investigación y desarrollo, mientras que casi todos los países latinoamericanos gastan menos del 1 por ciento”, explicó.
Respecto de si Latinoamérica no debería gastar más en escuelas, hospitales y comida para los pobres en lugar de estimular la innovación tecnológica, Fink dijo que esos argumentos pueden ser válidos para los países más pobres del mundo, pero no para países latinoamericanos de ingreso medio.
“China es un país de ingreso medio, pero ha invertido más en investigación y desarrollo que cualquier otro país de ingreso medio”, dijo Fink. “En la medida en que el progreso tecnológico es uno de los grandes impulsores del crecimiento económico, lo que deberían hacer los países latinoamericanos de ingreso medio es invertir más en investigación y desarrollo”.
Mi opinión: coincido con Fink. Y agregaría que ahora que parece haberse acabado el boom de los precios de las materias primas, existe una urgencia aún mayor para que los exportadores latinoamericanos de materias primas se integren a la carrera mundial por la innovación productiva.
Por más que están muy atrás, como muestran los nuevos datos de la OMPI, pueden hacerlo: hace apenas 50 años, Corea del Sur y otros países asiáticos que hoy sobresalen en innovación eran tanto o más pobres que los países latinoamericanos.
Pero mientras los países asiáticos invirtieron en educación de calidad, investigación y desarrollo, gran parte de Latinoamérica despilfarró su dinero en subsidios sociales provisorios que crearon una falsa sensación de progreso, sin generar crecimiento a largo plazo.
Los nuevos datos de la OMPI ayudan a explicar por qué los países asiáticos han crecido tanto y reducido la pobreza tanto más rápidamente que los latinoamericanos. Habría que seguir su ejemplo, y apostarle a la educación de calidad, la ciencia y la tecnología.
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