¿Premiar colombianos no ejemplares?
El Colombiano, Medellín
“Perdonando demasiado al que yerra se comete injusticia con el que no yerra”. Baltasar de Castiglione.
Hace unas semanas esta casa editorial destacó nuevamente a un grupo de colombianos que nos hacen sentir orgullosos de haber nacido en este país y en este planeta. Fue muy conmovedor y especialmente alentador ver que la maldad y la codicia no han podido ni podrán vencer al bien, así las buenas acciones y personas no son quienes normalmente ocupan los titulares noticiosos.
Emocionante resultó ver cómo compatriotas sencillos y muchas veces con escasísimos recursos se entregan completamente para hacer posible la vida y los sueños de otros con menos recursos que ellos. Que los ojos se inundaran era imposible al ver cómo Aura María Obando, una profesora en Samaniego, Nariño, les enseña a los niños a reconocer las minas antipersonales que pone la guerrilla para que no engrosen la lista de niños mutilados y muertos por estos dementes.
Pero sin dudar que a Aura María había que premiarla, al mismo tiempo que la aplaudía con entusiasmo, pensaba en silencio: ¿cómo es posible que tengamos que premiar a alguien por esto? ¿En qué nos estamos convirtiendo en este país y a qué cosas nos estamos acostumbrando cuando veíamos el video de los niños de esa escuela de Nariño mientras practican simulacros de la explosión de una mina?
Todo esto para llegar al título de esta columna que debería ser una reflexión que hace décadas los ciudadanos debimos habernos hecho, de no permitirles a los violentos, de la clase, tipo o agrupación que sea, que sometan al país al terror y a la extorsión, y mucho menos premiarlos.
Si el ejemplo de Aura María es un acicate para que todos intentemos imitarla, también resulta inaplazable que rechacemos el mal ejemplo que el indigno presidente de este país les está dando a los colombianos, pero especialmente a sus próximas generaciones. Independiente de las diferencias políticas que uno tenga con el presidente candidato, y ahora también telonero de los conciertos de Peter Manjarrez y Míster Black, de verdad repugna ver cómo este gobierno decidió no solo hacerse el de la vista gorda con los delitos del grupo narcoterrorista Farc, sino que adicionalmente los está premiando por ser y hacer lo que hace décadas han sido y han hecho. Es repugnante.
¿Cómo es que Colombia permite que su presidente diga que se suspenderían las “negociaciones” de paz con las Farc, solamente si alguien “importante” sufre un atentado? Repugnante de verdad. ¿Será que niños campesinos mutilados no son “colombianos importantes”? ¿Será que un policía degollado y otro a quien le fue molido su cráneo a punta de golpes hasta la muerte, para “evitar hacer mucho ruido”, no son “colombianos importantes”?
¿Será que alguien con tan poco sentido moral es y debe volver a ser el presidente de Colombia? ¿Será que quien traicionó a nueve millones de colombianos, puede humillar, arrodillar y pisotear la dignidad de 43 millones de ciudadanos durante cuatro años más?
Permitir esto es rebajarnos al nivel moral de quienes han torturado este país durante casi cinco décadas.
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