La trampa del bien común y la justicia social
Por Néstor Suarez
(Puede verse también Nada más injusto que la justicia social por Gabriel Gasave)
La noción de que "El Bien Común" es superior al bien individual esconde una trampa semántica. Consiste en suponer al individuo como contrario al bien común de la sociedad, y al Estado como representante exclusivo del mismo, e identificado con él, y a la empresa y entes privados con el bien individual. Y de allí concluir que por causa del bien común puede y debe el Estado ser propietario y administrador de fincas, comercios e industrias, bancos, escuelas y hospitales, fondos de pensión, etc., y dominador y reglamentador de ese tipo de instituciones cuando son privadas. Es toda una cadena de razonamientos falaces, disimulados en expresiones confusas y engañosas, típicos del adoctrinamiento socialista.
Por supuesto que el Estado contribuye al bien común cumpliendo sus funciones propias: en la defensa y policía, administrando justicia y contratando las obras públicas. Pero igualmente las empresas privadas contribuyen no menos al bien común cumpliendo las suyas en el mercado libre y competitivo, sin castigos ni premios (privilegios) estatales. Igual pasa con los centros educativos y médicos, fondos de pensión, etc. Sin embargo, todo esto oculta la trampa semántica.
Y si reemplazamos la expresión bien común por "interés común" o "interés publico" es lo mismo; otras tantas expresiones que admiten malinterpretaciones tramposas. Es de interés publico que el Estado cumpla bien sus funciones propias; pero también que lo hagan las instituciones económicas, educativas, medicas, etc., para lo cual deben ser privadas, libres y competitivas. El Estado no es dueño exclusivo del interés publico.
El concepto de "Justicia Social" envuelve otra trampa semántica, mucho mayor quizás, porque se hace equivaler a igualdad, y a ese fin se atribuye al Estado la función de redistribuir la riqueza.
Pero la realidad es que todos somos desde la cuna por naturaleza desiguales en todo: familia, salud, capacidades e inclinaciones individuales, fortuna, y economías personales, etc., y en destino eterno somos mucho más desiguales todavía. Y el Estado no puede hacernos iguales, salvo ante la ley, y eso solo si es una sola ley igual para todos , no como en el Estado redistribuidor: millares de leyes distintas para millares de gentes distintas. Que no les quitan a los ricos para darles a los pobres, !mentira! nos quitan a todos para darle al Estado y a sus funcionarios , empleados , allegados y favorecidos.
Los males de Venezuela y Latinoamérica en gran parte ha sido eso , y los partidos políticos en su mayoría estatistas compraron la trampa de la justicia social y el bien común, y nos lo vendieron de diferentes formas.
Para evitar que esto pasara, hace 30 , 20 o 15 años se debió construir en Venezuela una fuerza política representativa de los principios del sistema de libre mercado y las libertades personales, y del gobierno limitado a sus funciones propias , y de la sensatez fiscal, partidario de la prosperidad. Basado en los puntos de vista de la Economía del lado de la Oferta (productores y creadores de riqueza). Como no se ha hecho, estamos pagando las consecuencias de esa omisión. Y lo peor es que muchos que lo saben, parecen no aprender. Desesperados, insisten en seguir con respuestas espasmódicas y coyunturales, en lugar de contribuir ya , a la construcción de una solida referencia política de oposición para la prosperidad y el futuro. Eso es lo quieren los jóvenes que hoy se resisten a no perder su futuro.
- 23 de julio, 2015
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