Bill, Hillary y la debacle de Haití
El ex presidente de EE.UU. Bill Clinton y la ex secretaria de Estado Hillary Clinton en la inauguración del Parque Industrial Caracol en Haití.
El sitio de noticias Tout Haiti informó el mes pasado que dos reconocidos abogados pidieron a la Corte Suprema de Auditores y Disputas Administrativas de Haití una auditoría a la gestión que Bill Clinton llevó a cabo de la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití (IHRC por sus siglas en inglés). Hay poderosos intereses que no quieren que esta petición prospere y esta podría quedar en el limbo. Pero el sentimiento que expresa se está expandiendo rápidamente. En las inmortales palabras de Charlie Brown (el personaje de caricaturas) Clinton ha pasado de ser un héroe a ser un bufón.
Cuatro años después que un terremoto de 7,0 grados derrumbara a Puerto Príncipe, la capital, y causara graves daños en otras partes del país, cientos de millones de dólares provenientes de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés) asignadas a la IHRC se han esfumado. Cientos de millones más que IHRC recibió de donantes internacionales también han sido gastados. Lo que quedó fue una combinación de experimentos de desarrollo de baja calidad y pobremente planificados y proyectos a medio terminar.
Los haitianos están molestos, frustrados y cada vez más suspicaces respecto a las intenciones de la IHRC y su principal funcionario, Bill Clinton. Los estadounidenses se sentirían igual si conocieran más detalles sobre este colosal fracaso. Un ex funcionario haitiano lo puso de la siguiente manera: "No puedo entender cómo se puede recaudar tanto dinero, poner a un ex presidente de EE.UU. a cargo y obtener este resultado".
Permítanme aventurar una suposición: mientras Bill Clinton dirigía la IHRC y EE.UU. lideraba el esfuerzo de reconstrucción, Hillary Clinton era la Secretaria de Estado, lo que significa que Bill Clinton rendía cuentas a su esposa. Cheryl Mills, la jefe de personal de Hillary Clinton y asesora del Departamento de Estado (una consejera y consultora de la secretaria), viajó al país unas 30 veces en cuatro años. Un portavoz del Departamento de Estado me dijo que eso "reflejaba la alta prioridad que EE.UU. otorga a la recuperación y desarrollo de Haití". Las solicitudes de comentario que hice al expresidente Clinton, a través de la Fundación Clinton, sobre la petición y su gestión de la IHRC no fueron respondidas.
La gente de los Clinton tiene mucha experiencia en Haití. Después que el ex presidente utilizara a las fuerzas armadas estadounidenses para regresar a Jean Bertrand Aristide al poder en 1994, diversos amigos de Bill entraron en el negocio de exprimir al monopolio de telecomunicaciones propiedad del Estado. Los ingresos por telecomunicaciones fueron unas de las pocas fuentes de divisas para el país, por lo que esta estafa golpeó a los haitianos.
El director haitiano Raoul Peck puso en evidencia las recientes aventuras de Bill Clinton en Haití en su documental de 2013 Asistencia Fatal. Peck usa imágenes de una reunión de la IHRC en diciembre de 2010, cuando 12 comisionados haitianos enfrentaron al codirector Clinton y al primer ministro del país, Jean Max Bellerive, quejándose de que los comisionados habían sido marginados.
El texto de la carta que leyeron ese día incluye la acusación de que la "selección de empleados y consultores" excluía a los miembros haitianos de la junta. "No se le envió a los miembros de la junta ninguna documentación sobre el criterio de contratación o la selección de candidatos. Lo mismo se aplica a los consultores seleccionados; los miembros haitianos de la junta ni siquiera saben los nombres de los consultores que trabajan para la IHRC o sus respectivas labores".
Oviamente, los haitianos no entendían. Ese era el trabajo de la maquinaria Clinton, la cual controlaba el dinero y podía asignar lucrativos contratos.
Un informe de junio de 2013 de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno (GAO por sus siglas en inglés) le dio una calificación de apenas aceptable a los esfuerzos de USAID para la reconstrucción de Haití. Decía que US$170 millones fueron destinados a la creación de una planta eléctrica y un puerto en las inmediaciones del parque industrial Caracol, cerca de Cap-Haïtien. Los dos proyectos "son interdependientes, cada uno debe completarse y mantenerse viable para que el otro tenga éxito", explicó la GAO. La primera fase de la planta eléctrica fue completada a tiempo y por una cifra inferior a la presupuestada. Pero la construcción del puerto se retrasó dos años "debido en parte a una falta de conocimiento de planeación de puertos en Haití por parte de USAID". Los costos proyectados, según el informe, indican que el déficit calculado de entre US$117 millones y US$189 millones es más grande de lo que se estimó originalmente. "No se tiene claro si el gobierno haitiano podrá encontrar una empresa del sector privado dispuesta a financiar el resto del proyecto".
El filme Asistencia Fatal muestra proyectos de vivienda chapuceados construidos en lugares con una infraestructura deficiente y escasas posibilidades de conseguir empleo. El informe de GAO menciona otros problemas de construcción. USAID subestimó los requerimientos de financiación. Su presupuesto se disparó en 65% y el número de casas que iban a ser construidas cayó en 80%. "Se usaron comparaciones inapropiadas de costos" y resulta que los haitianos prefieren los baños con cadena.
La ayuda extranjera es notoriamente despilfarradora y a menudo contraproducente. Incluso cuando el dinero no va a parar directamente a las cuentas de bancos suizos, rara vez se asigna a su uso más necesario debido a que el proceso es fundamentalmente político. Los contratistas con el entrenamiento y los incentivos inadecuados pero las conexiones correctas tienen la mejor oportunidad de conseguir empleo. No es de extrañar que la GAO diga que los informes de USAID sobre Haití han sido incompletos y no han sido oportunos.
Los haitianos están profundamente desilusionados. Pero con Clinton a cargo, supervisado por su esposa y su compinche del Departamento de Estado, el desenlace era predecible.
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