El impacto global del cambio en India
El aplastante triunfo electoral del Primer Ministro electo de India, Narendra Modi, ha sacudido la política y probablemente reactive la economía de ese gigantesco país. Pero, si tiene éxito, también puede tener un gran impacto en la economía mundial, especialmente en los mercados emergentes.
Modi, que asume el cargo el lunes, conquistó una resonante victoria con sus promesas de atraer inversiones y lograr un mayor crecimiento económico. Por primera vez en tres décadas, el partido opositor que encabeza Modi tendrá mayoría en la cámara baja del Parlamento, mientras el Partido del Congreso que estaba en el poder desde hace mucho tiempo ha perdido tres cuartas partes de sus bancas.
Modi posiblemente no sea un santo —durante varios años le negaron la visa en Estados Unidos porque supuestamente toleró la violencia contra la minoría musulmana en su estado cuando era gobernador — pero su promesa de atraer inversiones y revitalizar la economía le sirvió para conquistar el masivo apoyo de alrededor de 150 millones de jóvenes que votaron por primera vez.
Modi promete modernizar la vetusta infraestructura de India—los caminos y puentes del país están varias décadas detrás de los de China— y desarrollar el sector manufacturero del país. A diferencia de China, la economía de India se ha basado principalmente en los servicios, y su sector de manufacturas representa menos del 20 por ciento de la economía del país.
“India tiene posibilidades de volver a crecer a tasas del 8 al 10 por ciento anual, porque Modi tiene una agenda clara de crecimiento y empleo”, me dijo esta semana Martín Rama, un especialista en India del Banco Mundial.
Si la economía de India empieza a crecer rápidamente, será una buena noticia para varios países latinoamericanos, y una no tan buena para otros.
En el lado positivo, un crecimiento económico rápido significará que India comprará más materias primas y hará subir el precio mundial de estas últimas, algo que beneficiará a los países sudamericanos que exportan productos como cobre, hierro y soja.
En el aspecto negativo, una India pujante y con una economía más abierta competirá con Latinoamérica para conseguir inversiones extranjeras. Con un mercado de más de 1,200 millones de personas, India podría atraer a muchas empresas que de otra manera invertirían en Latinoamérica.
Asimismo, si Modi tiene éxito en su intento de ampliar el sector manufacturero del país, India se podría convertir en un competidor formidable para México y para otros países latinoamericanos que exportan manufacturas.
Hasta ahora, muchas empresas internacionales se han mostrado reacias a invertir en India, entre otros aspectos, debido a la burocracia del país. En el ranking de “facilidad para hacer negocios” del Banco Mundial, de 189 países, India ocupa el puesto 134.
Para obtener un permiso de construcción en India hay que cumplir con 35 procedimientos legales, mientras que en Colombia solo se requieren 8, en México 11, en Chile o Brasil 15, y en Argentina 24, según el estudio del Banco Mundial “Haciendo negocios 2014”.
Rengaraj Viswanathan, ex director del departamento latinoamericano del ministerio de Relaciones Exteriores de India, y actual académico del Consejo de Relaciones Globales de India, me dijo que en los círculos diplomáticos latinoamericanos hay una gran esperanza sobre Modi.
Cuando un grupo de embajadores latinoamericanos visitó varios estados de India en el 2012 y el 2013, en busca de reuniones con los gobernadores para promover los vínculos con la región, solo dos embajadores estatales los recibieron, y uno de ellos fue Modi. “El ha mostrado un gran interés por la región”, dice Viswanathan.
El estado de Modi, Gujarat, representa más del 60 por ciento del comercio de India con Latinoamérica. En el 2013, las refinerías de Gujarat importaron $22,000 millones de petróleo crudo latinoamericano de Venezuela, México, Brasil, Colombia y Ecuador, y exportó $3,300 millones de diésel a Brasil, dice Viswanathan.
“Modi estimulará el comercio y las inversiones, e India importará más, exportará más, invertirá más, y también atraerá más inversiones de Latinoamérica”, me dijo Viswanathan. “Todos saldrán ganando”.
Mi opinión: la revolución económica de Modi, si ocurre, no se producirá de la noche a la mañana. A diferencia de China, India tiene un sistema político descentralizado, en el que los estados tienen diferentes políticas económicas y son ferozmente independientes.
Además, el Partido del Congreso, que ahora deja el poder, seguirá controlando la cámara alta del Parlamento, y probablemente obstruya muchas de las reformas económicas de Modi.
Sin embargo, puede que India se convierta pronto en la nueva estrella del mundo emergente, demostrando una vez más —como lo hizo China antes— que no se puede reducir la pobreza sostenidamente sin atraer inversiones y hacer crecer la economía. Eso solo sería un gran ejemplo para varios países latinoamericanos que siguen ahuyentando, en vez de alentar, las nuevas inversiones.
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