Chile: Desde el jardín
“No es en descrédito del jardín decir que éste no se cercará ni se desmalezará a sí mismo, tampoco podará sus propios árboles frutales, ni desplegará y cortará sus propios prados… Seguirá siendo un jardín solo si alguien desempeña estas funciones… Su verdadera gloria es de otra naturaleza. El hecho de que necesite constante desmalezado y poda son testigo de esa gloria. Rezuma vida. Reluce con colores y aromas celestiales y exhibe en cada hora de un día de verano bellezas que el hombre no podría haber creado por sí mismo, y ni siquiera, por sus propios medios, podría imaginar.” (C. S. Lewis, “Los cuatro amores”, 1960).
“Toda nuestra crítica ataca solamente a la planificación contra la competencia; a la planificación encaminada a sustituir la competencia” (F. A. Hayek, “Camino de servidumbre”, 1944).
El gobierno de Bachelet es, desde Salvador Allende, el primero en proponer nuevamente al Estado como proveedor directo de las necesidades en salud, educación, infraestructura y pensiones. Se remplaza así el énfasis en encauzar la iniciativa privada, en cultivar el jardín sin ignorar su naturaleza competitiva, también en materias donde las soluciones son cada vez más personalizadas y complejas por responder a perfiles individuales.
En los últimos dos meses hemos visto un desfile gradual de entrevistas, artículos de opinión y declaraciones de personalidades procedentes de todo el espectro político y de diversos mundos. Más allá de los matices, se perciben algunos factores comunes que vale la pena mencionar. Son mensajes dirigidos a la opinión pública, pero también a la Presidenta, quien es en definitiva la única intérprete del programa de gobierno ―esa mítica herramienta de cohesión y articulación de un conglomerado político que está, por otra parte, lejos de tener una visión homogénea acerca de cómo se debe aterrizar dicho programa en nuestra realidad.
Revisten especial valor los mensajes emanados desde la antigua Concertación. Cuando la oposición se ve reducida a un murmullo es natural que las voces disonantes surjan de las propias filas. Tal vez las que provienen de personas que ya no tienen aspiraciones políticas muestran más grados de libertad que los que calculan el alcance de sus palabras. Como en la fábula de Andersen, criticar el traje nuevo del Emperador requiere de gran sutileza. ¿Gritar que va desnudo? Eso se reserva a unos pocos dinosaurios de oposición en proceso de auto-extinción, crecientemente marginados por una nueva generación que desde sus filas aspira a tomar el relevo.
En declaraciones a El Mercurio, el ex ministro de Hacienda de Bachelet, Andrés Velasco, apunta a un hecho para él esencial: “No solo ha faltado diálogo, sino que también lo que precede al diálogo, el análisis. Chile está emprendiendo un cambio (la reforma tributaria) tan importante y necesario sin un estudio, y lo digo responsablemente, sin un solo estudio que estime los impactos de la reforma en el ahorro, la inversión, el crecimiento y el empleo.” (25 de mayo de 2014).
El amor a la verdad es mucho más inspirador que la pasión por la ideología. Liberal es aquel que indaga, analiza y concluye, siempre dispuesto a cambiar de opinión pero nunca a comulgar con ruedas de carreta. “La actitud del liberal hacia la sociedad es como la del jardinero que cultiva una planta, el cual, para crear las condiciones más favorables a su desarrollo, tiene que conocer cuanto le sea posible acerca de su estructura y funciones.” (F. A. Hayek, ibidem). El desfile de personas que desde el oficialismo han levantado sus voces de alerta con mayor y menor valentía o énfasis ―como prefiera el lector―, se va engrosando. Por su expertise en materias tributarias y de desarrollo, Eduardo Aninat, ex ministro de Hacienda, no puede ser ignorado; con respecto a la llamada reforma educacional, Mariana Aylwin, ex ministra de Educación, señala: “Hay que tener en cuenta el Transantiago (sistema de transporte público instalado por el primer gobierno de Bachelet que fracasó estruendosamente), porque se hizo una construcción intelectual, pero cuando se implementó las cosas funcionaron de una manera distinta a la que pensaron los expertos” (El Mercurio, 25 de mayo de 2014); y tantos otros.
¿Factores comunes? Prácticamente todos hacen un llamado (implícito o abierto) a que el Senado juegue el rol deliberante que le señala la Constitución, en contraste con lo sucedido hasta ahora en la Cámara. A que se respete el rol moderador de la Democracia Cristiana dentro de la coalición de gobierno. También ―en esto se suma la oposición― todos confían en el instinto de Bachelet, en su capacidad de aprender de sus errores, en su carácter dialogante, pero sobre todo en que no querrá perder su enorme capital político. Al efecto, vale la pena leer la columna de The Economist de 22 de mayo, desde donde también le mandan recados. Mucho más abiertas son las críticas formuladas al estilo arrogante del ministro de Educación, con claras aspiraciones presidenciales; también a la falta de calado y rigor intelectual del ministro de Hacienda. Al efecto, Velasco declara que la causa de este simplismo “no cabe atribuirla a una persona, sino que a una dinámica política”, y es natural que ésta se manifieste con mayor intensidad en los ministros.
“He visto cenizas y he visto arenas”, dijo Chance. “Sé que ambas son malas para el desarrollo del jardín.” “¡Oigan, oigan!” gritó la mujer sentada a su derecha… “¡El Señor Jardinero tiene la extraordinaria capacidad de reducir materias complejas a los términos más sencillos!” (J. Kosinski, “Desde el jardín”, 1971). Chance, perdón, Arenas, produjo un video que aspira a convertirse en el mejor relato K del presente año.
La Nueva Mayoría dio con un nuevo relato que remplaza al de los derechos humanos. Educación gratis e igualdad, de las manos de su conductora, explican el éxito arrollador en las pasadas elecciones. La raíz del debate soterrado son los efectos de las reformas tributaria y educacional sobre la clase media, y la velocidad en que se manifestarán éstos. También la gradualidad con que deben implementarse las reformas, con una “calle” impaciente e intolerante que ignora el rol supuestamente moderador del partido comunista, ahora en el poder.
Velasco: “Si no hay ahorro, creación de empleo ni inversión, el pato sí lo va a pagar la clase media”. El nuevo presidente de la UDI, el partido ancla de la oposición, declaró: “La clase media nos necesita hoy como nos necesitaron ayer los más pobres de Chile. A esas personas tenemos que hablarles”. En adelante quien interprete a la clase media será quien gobierne el país.
Resumamos las señales y advertencias. En los próximos cuatro años, el deterioro de la economía podría ser manifiesto; la reforma educacional no apunta a la calidad de la misma, ergo, la educación gratuita podría terminar en fiasco. En términos políticos, la percepción de las causas de estos potenciales fracasos y frustraciones, ¿serán achacables a la mala calidad de las nuevas políticas públicas implementadas? Tarde o temprano será la hora, nuevamente, de la moderación en la política chilena. Las incógnitas son la magnitud de los efectos negativos y la velocidad de su desarrollo, unidas a la coherencia y capacidad de relato de los nuevos políticos.
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