Embargo y totalitarismo
La influencia a favor de los derechos ciudadanos de los residentes en Cuba si Estados Unidos levanta el embargo al gobierno de la isla es muy discutible; por otra parte es prudente recordar que el embargo es parte del diferendo Washington y La Habana, y que éste desaparecerá cuando los intereses de ambos gobiernos, no lo de sus pueblos, coincidan.
El fin del embargo no implica necesariamente cambios a favor del derecho ciudadano, pero sí un mayor enriquecimiento de la nomenclatura y el fortalecimiento de la represión; si el gobierno cubano accede a recursos económicos que nunca le han faltado, recordemos los generosos subsidios soviéticos y venezolanos, entonces por qué suponer qué los bienes y dinero de Estados Unidos harán la diferencia.
Con estas experiencias previas sería prudente que las organizaciones e individuos que están a favor de la democracia en la isla y consideran que el cese del embargo mejoraría las condiciones de vida, quizás deban solicitar a Washington que haga de Cuba su protectorado con la facultad de administrar la vida y bienes de sus ciudadanos, que produzca el cese de las restricciones; tal vez así los cubanos reciban algún beneficio de los nuevos ingresos.
El totalitarismo insular es agresivo, sectario y controlador por naturaleza. Sus ajustes del presente no corresponden a cambios del proyecto original; están motivados simplemente por razones de sobrevivencia.
La represión se inauguró en Cuba en 1959, se inició la subversión en el continente, incluido Estados Unidos, y Fidel Castro anunció por televisión que militarizaría la sociedad.
En julio de 1960, Eisenhower, como consecuencia de las nacionalizaciones de numerosas propiedades de EEUU, redujo la cuota azucarera en 700,000 toneladas. Tres meses después Eisenhower impuso un embargo parcial y rompió relaciones diplomáticas en enero de 1961.
La sociedad civil organizada y la autonomía universitaria se extinguieron. Se reafirmó la pena de muerte con la ley 923. La ley 988, 1961, hizo más expedita la aplicación de la pena máxima y abolió recursos judiciales, todavía vigentes en la precaria legalidad socialista.
En noviembre de 1960 fue intervenido el circuito radial y televisivo más importante del país, CMQ, otros medios como el Diario de La Marina había sido confiscado con anterioridad, los que sobrevivieron cayeron antes del tercer año del triunfo de la insurrección. Se estableció en el país una censura sin paralelos en el hemisferio.
Un año antes del embargo, se dictó la Ley de la Nacionalización de la Enseñanza con el objetivo de ideologizar la educación. Se promulgó el carácter socialista de la Revolución, se compró armas a Moscú, y se expulsó a los sacerdotes extranjeros que oficiaban en el país. La represión a las prácticas religiosas se hizo sistemática.
El 10 de septiembre de 1961 una turba del régimen asesinó en una procesión religiosa al joven Arnaldo Socorro. Seis meses antes del embargo, 17 de septiembre, ocurrió la mayor expulsión de sacerdotes y religiosos del hemisferio. En el vapor Covadonga fueron desterrados junto al obispo Monseñor Eduardo Boza Masvidal, otros 130 clérigos.
En marzo de 1962 el régimen instrumentó la libreta de abastecimiento. También se constituyeron las ORI, Organizaciones Revolucionarias Integradas, golpe mortal a un eventual pluralismo.
Ese mes el presidente John F. Kennedy aumentó las restricciones comerciales, estableciéndose lo que en la actualidad conocemos como el embargo comercial de Estados Unidos a Cuba.
Después de la Crisis de los Misiles de octubre de 1962, en febrero de 1963, Washington impuso restricciones en los viajes a Cuba, dictó regulaciones para el Control de los Recursos Cubanos y los bienes del estado cubano en Estados Unidos fueron congelados.
Las limitaciones de viaje de estadounidenses a Cuba fueron suspendidas en marzo de 1979 por el presidente Jimmy Carter. Las restricciones para el gasto de dólares fueron también reducidas. En respuesta, Cuba intervino en Angola y Etiopia. Posteriormente el presidente Ronald Reagan, 1982, reinstauró aspectos del embargo comercial que habían sido disminuidos.
Una visión retrospectiva permite apreciar que las legislaciones y disposiciones del naciente régimen totalitario en detrimento de los ciudadanos de la isla, tuvieron lugar antes del embargo; pedir el fin de este sin concesiones del castrismo, es ignorar el pasado.
El fin del embargo tal vez dé un poco de color a las mejillas de los cubanos, pero no las libertades y derechos perdidos. Una realidad que trasciende los resultados o fracasos del embargo, es que Washington lo impuso después que el totalitarismo devoró la isla.
Apostar por que dictadura y embargo desaparecerán simultáneamente, es jugar a la ruleta rusa con un revólver de seis cargas con cinco balas y olvidar que el hombre puede ser o no libre, sin que importe su cuenta bancaria.
Bajo el totalitarismo cubano el ciudadano no es soberano, con embargo y sin embargo.
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