Entre la anarquía y la dictadura
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En su libro El amanecer de la libertad, Carlos Sabino explica que la historia de Latinoamérica después de las guerras de la independencia es un constante péndulo entre la anarquía y la dictadura. La explicación de por qué algunos países de la región seguimos atrapados en este círculo vicioso la proveen Douglass North, William Summerhill y Barry Weingast en un estudio que analiza las diferentes fortunas que tuvieron las colonias españolas versus las inglesas.
Ellos explican que el orden político puede surgir de dos formas: (a) de una sociedad autoritaria basada en la coerción o de (b) una sociedad consensual basada en la cooperación social. Para que surja un orden político del segundo tipo es necesario que el Estado sea creíblemente limitado de tal manera que “aspectos importantes de la vida social, económica y política queden fuera del alcance del Estado”. Esto, a su vez, hace que haya menos poder concentrado y menos incentivos para quienes llegan al poder de querer perpetuarse.
Luego proceden a comparar la fortuna de las colonias hispanoamericanas con aquellas de Norteamérica:
(1) Las colonias españolas heredaron un sistema de derechos que eran derivados de la corona, mientras que las inglesas heredaron un sistema cuyos derechos no dependían del rey, sino que desde hace mucho habían sido reconocidos y defendidos por el parlamento y las cortes, que eran independientes del rey.
(2) La estructura federalista de las colonias inglesas les permitió experimentar con el autogobierno y eso dio rienda suelta a una sana competencia entre distintos tipos de legislaciones, todo lo cual condujo hacia un marco político respetuoso de las libertades económicas. En cambio, a las colonias españolas se les impuso una administración centralizada en la corona, cuyo principal interés era generar rentas para el fisco a corto plazo y para lo cual era necesaria una amplia intervención del Estado en la economía.
Por estas razones es que “las colonias autogobernadas se convirtieron en naciones autogobernadas… Los nuevos Estados Unidos fueron capaces de mantener la gran mayoría de las reglas inglesas para el juego económico, desde los derechos de propiedad hasta el libre comercio a través de las colonias/estados”. Pero en Latinoamérica “los intentos de crear un nuevo orden republicano chocaron con las bases del viejo orden”. En otras palabras, con los intereses creados de grupos políticamente poderosos que tenían mucho que perder si se liberalizaban las economías de las colonias.
Los autores no sugieren que estamos condenados al subdesarrollo por nuestra desafortunada herencia española. De hecho, mencionan la momentánea excepción de Argentina, país que a principios del siglo XX llegó a ser una de las economías más prósperas del mundo. Y no es coincidencia que fue precisamente un argentino, Juan Bautista Alberdi, quien ya en 1854 advirtió de lo perjudicial que era esta herencia:
“La peor tiranía es la que reside en nuestros hábitos de opresión económica, robustecidos por tres siglos de existencia;… y, sobre todo en nuestras leyes políticas, administrativas y civiles, anteriores a la revolución de América, que son simples medios orgánicos de poner en ejercicio los principios de nuestro antiguo sistema de gobierno colonial”.
Esta opresión, que persiste en gran medida en el Ecuador de hoy, hace que algunos que pasan por Carondelet se encariñen demasiado con el poder. Ellos y sus amigos tienen demasiado que perder si salen de ahí.
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